Ciencia Vampirica

El umbral de la locura

Solo después de media hora me percate que estábamos en un vehículo modelo SdKfz 7, era primera vez que veía uno de su estilo, la parte delantera consistía de dos ruedas normales de caucho y la parte trasera de orugas. El carro era robusto pero empezó a tambalearse de un lado a otro debido al camino pantanoso producto de una lluvia repentina; a pesar de ello, algunos de sus ocupantes intentaban mantener el hilo de una conversación, el mas insistente era Heinrich Himmler, sus ideas se repetían una y otra vez en diferentes frases, el orgullo petulante de sus palabras me causaba molestia, que personaje tan simplón y sin embargo, Edwin y Berit se sentían fascinados por las adulaciones constantes que hacia a la raza alemana, ¡Pamplinas!. El segundo mas poderoso del III Reinch se intereso en mi al escuchar mis preguntas sobre el monje loco de Rusia, le parecía extraño que un jovencito como yo se interesara en ese tema y mi apariencia me convirtió en centro de sus comparaciones raciales y delirios de la raza superior, en los tiempos de los Kaiser un sujeto así no llegaría mas allá de limpiar calles, su retorica barata empezaba a molestarme fue un aliviado cuando el entrometido de Berit, se interpuso con estúpidas intervenciones permitiéndome quedar silencioso. Los demás chicos se veían emocionados; pero se mantenían callados para ocultar sus ignorancias sobre los temas hablados.

Berit se explayaba en sus alocuciones con maestría, aunque perdía su elocuencia al tener que callar para limpiar sus anteojos, el renacuajo alzaba la voz para mantener la atención de Himmler, que patéticos pueden ser los niños ante sus héroes. Como puede admirar a un ex criador de pollos, un individuo que tuvo como misión poblar al mundo de hombres altos y rubios, siendo el tan horrendo que podría pasar desapercibido en cualquier getto de las supuestas razas inferiores que el repudiaba; Pero, allí estaba Berit, el pequeño cuatro ojos usando toda sus energías para destacarse ante semejante personaje. En ese momento no entendía por que el interés del niño en impresionar a ese individuo, desconocía la influencia de ese hombre en el regimen nazi...

Berit se intentaba mantener en pie para así tener dominio del publico, ¿pueden imaginar la escena? La de un niño con la ridícula vestimenta de las juventudes hitlerianas de pie tambaleándose, con lentes empañados y gritando para seguirle la conversación al sentado en el asiendo de copiloto, ¡Si!, durante un par de horas tuve que presenciarle, me reía con hipocresía junto con los otros compañeros, mientras en mis adentros deseaba agarrarlo por el cuello y lanzarlo al fango del camino. Fue tan aburrido y trivial el momento que percibí un ardor en mi mente, de aquello que como un brazo amputado me recordaba la perdida de mis archivos, libros y pergaminos, ¡que dolor siento!, palpitantes y dolorosos los pensamientos me atormentaban por aquel conocimiento que ya no podía consultar, aquel saber que evitaba mi locura... ahora medito:

...Aun no me recuperaba de lo sucedido, tenia un nuevo objetivo el cual me mantendría cuerdo; debia conseguir un nuevo asentamiento para mi laboratorio, la perdida de mis notas me turbaba, necesitaba buscar el lugar lo mas rapido posible, necesitaba con urgencia donde  realizar mis experimentos y reahacer mi documentación, me era vital plasmar lo poco que podía recordar con facilidad, el vampiro tiene un cerebro similar al de los humanos, la única diferencia es que tenemos el tiempo para descubrir sus limitaciones y en base a ello puedo decirles que la memoria  emocional no es borrable, todas las sensaciones  se almacena en nuestras mentes, cada olor, sabor, sensación, sonido e imagen se guarda, nada de lo que se percibe se olvida, es verdad que no podemos llegar a esos pensamientos ocultos en nuestras mentes con facilidad, pero aun así están allí congestionando y ralentizando nuestra existencia, la mortalidad del humano le salva de ese tormentoso defecto, pero en el vampiro esa congestion puede llevarle a la locura y por ende al nacimiento de una nueva anima, solo una emocion muy poderosa puede mantener a raya esa tormenta; pero con el tiempo se dificulta, nos volvemos insensibles, apáticos y cansados, olvidando los anhelos humanos. Llegado un momento en que la vanidad es lo primero que se pierde, vestir bien, estar en bares lujosos o exhibir joyas costosas son anhelos que se pierden en el primer siglo, entonces se va perdiendo todos los anhelos poco a poco, volviéndonos mas hambrientos de sensaciones, buscando mas intensidad y la incapacidad de darnos un propósito transcendente o una emocion poderosa nos lleva a la locura, en ese punto es cuando se debe lograrse el soporte psicológico que nos permita mantener nuestra cordura. Yo llegando a ese punto instintivamente logre un fuerte propósito, la búsqueda del saber, el infinito saber, con ello logre triunfar en mi perpetuidad al crear un propósito y anhelo inagotable. Por esa razón plasme todos mis conocimientos en los documentos perdidos en el incendio, como un recordatorio, un fuerte estimulo que me enrumbara hacia adelante, hacia un camino sin destino; ahora sin esa muleta psiquica mi soporte psicológico ya no existía, mis meditaciones y toma de decisiones ya no eran fáciles sin el material escrito, salvandome de la locura el haber dado el poder a una simple palabra: "rasputin", con ese mecanismo logre evitar la tormentosa exposición de pensamiento acumulados en mi inmortal existir. Irónico que este descubrimiento solo lo halla logrado al perder mis escritos, ¡increíble!, mi instinto me llevo a documentarlo todo sin darme cuenta que me volvía prisionero de esos saberes, ahora debo volver a armar mi exquisita prisión...




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