El frente de la casa de Alonzo daba para la ciudad pero cruzar su patio de atrás conducía a un espacio verde con árboles carente de contacto humano, ese valle verde se extendía ante Alonzo y Galileo como un paraíso oculto, un lugar donde seria lindo tomar el sol o tener un picnic si no fuera por la situación en la que se encontraban ahora.
El refugio de exuberante vegetación se fundía con la majestuosidad de las colinas y montañas que lo rodeaban, ambos corrían por ahí sin parar, aunque de a poco el panadero iba perdiendo el aliento. Galileo era una copia de Gioacchino y este era un clon, aunque en gran parte fuera humano tenía algunas mejoras para aumentar su rendimiento; mientras que el corazón de Alonzo latía al ritmo de la adrenalina que bombeaba por sus venas, el de Galileo estaba casi tan relajado como si no estuviera corriendo. El problema con esto era su perseguidor.
El sonido de sus pasos resonaba en el aire, intercalado con el zumbido del motor de los drones voladores que los perseguían sin parar, desde otra perspectiva esos objetos podrían parecerse a OVNIS en el cielo solo que eran mucho más aterradores ya que disparaban rayos de un cuadrado en su parte superior.
Como Alonzo de a poco perdía velocidad y distancia su invitado se obligaba a reducir su paso para estar a la par, cuando Alfa.Hiva obtuvo mayor precisión un rayo de naturaleza eléctrica salió disparado y Galileo hizo aparecer otro muro de cristal tricolor para bloquearlo y evitar que lastimaran a su anfitrión <Hacer eso me pone en desventaja, sabrá que él es mi punto débil. Pero no tengo opción>.
Por detrás Gioacchino los acechaba sin parar, había una gran determinación en cada paso que daba y hasta parecía algo injusto ya que los otros dos reducían su velocidad pero él mantenía la suya. En esta situación el resulto era obvio y solo cuestión de tiempo para cumplirlo. Su mirada penetrante iba acompañada de un ceño fruncido, a Galileo le daba la impresión de ser un espejismo distorsionado de su propio rostro.
A sus dos costados pero más por delante los cuatro drones voladores, a su servicio, zumbaban en el aire como avispas en búsqueda de sus presas. Pero en realidad perder velocidad, y por lo tanto distancia con el enemigo, resultó no ser tan malo. Galileo pudo calcular la distancia, diámetro, grosor, entre otras cosas para hacer aparecer un pequeño muro de cristal en frente de uno de los drones. Estaba ubicado tan cerca que no pudo esquivarlo y chocó generando una pequeña explosión.
El sol de la tarde se filtraba a través del dosel de los árboles, arrojando destellos dorados sobre el verdor del valle; similar y a la par los rayos aturdidores de los drones cortaban el aire. Los destellos eléctricos bailaban peligrosamente cerca de los talones de Alonzo y Galileo, aunque gracias a su visión mejorada y conexión con la red podía saber cuáles ataques serian certeros y reaccionar en consecuencia.
No obstante, no era el único con acceso a dicha red. La gigantesca base de datos inalámbrica formada por la conexión colectiva de todas las unidades Doppelganger era más útil mientras mejor se supiera usar, y sin duda Gioacchino sabía usarla mejor. El 90% de los clones se encontraban dentro de la Metrópolis Auroa, una ciudad al Noroeste Argentino 50 años por delante del resto del mundo.
Era la base de la ciencia y la cuna de los Nebula Trails, con esto último en cuenta el técnico del laboratorio podía acceder a las experiencias de sus hermanos para saber lidiar con usuarios de Habilidades Estrella <Con un poder como el suyo él no desharía la barrera que me dejó encerrado en la casa, sería una gran ventaja desperdiciada. Si la barrera desapareció, eso es solo porque el rango de su poder se sobrepasó> no se trataba solo de eso, dicha hipótesis tomó más fundamento con lo que ocurrió hace un momento <En la persecución solo usaba ese poder cerca suyo para bloquear ataques, si lo acaba de usar para destruir uno de los drones es solo porque llegó al rango máximo requerido>.
Después de eso el resto fue sencillo, calculando la distancia entre ambos y la altura de los drones podía saber que el rango máximo horizontal para generar sus escudos era de unos 10 metros, y de alto como mínimo cinco metros. Pero aun así, le resultaba realmente raro hacer esto, una de las reglas absolutas de la naturaleza es que las unidades Doppelganger no pueden tener Habilidad Estrella, ese era el motivo por el que la metrópolis no hacia un ejército de ellos.
Es verdad que existen otras reglas absolutas como solo una Habilidad Estrella por persona, pero a pesar de las desventajas esa regla se rompió parcialmente con el Proyecto de Dualidad. Lo máximo que Gioacchino sabia sobre esto era de un clon del Proyecto Mannsperson que tenía una Habilidad Estrella de forma artificial gracias a maquinas. Solo que este no era el caso aquí.
<No quiero hacer esto, pero parece que él no me deja alternativa> Gioacchino se conectó directamente a la red para pedir un favor. Realmente podría haberlo hecho antes solo que fue ingenuo al pensar que la situación se desarrollaría de otra manera.
Con cada esfuerzo de su cuerpo Alonzo intentaba seguirle el paso a su invitado y de esa forma buscar la manera de escapar de la persecución, saltaban sobre rocas del suelo para no caerse, se abrían paso a través de espesos matorrales y zigzagueaban entre árboles para evitar los ataques de los drones. Cada movimiento aunque al borde del colapso era su esfuerzo máximo del instinto de supervivencia.
Alonzo y Galileo lograron encontrar un momento de respiro escondiéndose tras una formación rocosa, si fuera por este último hubiera seguido corriendo solo aunque tuvo que aferrarse a proteger a su anfitrión –Si él no va a dejarnos en paz entonces solo hay una forma de lograrlo –el joven lleno de pecas ni siquiera pudo preguntar cuál era su plan, su respiración estaba entrecortada y su pecho se inflaba y desinflaba preocupantemente.
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Editado: 28.12.2023