El sol del mediodía dejaba ver sus rayos de luz entre los grandes edificios de la calle del octavo distrito, ya que se trataba del primer día de clases era normal que el transporte público y las veredas se llenaran de estudiantes, pero este no fue el caso. Sin duda eso había ocurrido, solo que más temprano en la mañana ya que se acostumbra a llegar antes de horario el primer día, aunque para cierto nuevo estudiante las calles y veredas estaban vacías de estudiantes.
Corriendo por la vereda decorada de lámparas apagadas y árboles se encontraba un estudiante de 16 años que sin duda iba a llegar tarde para su primer día en esta nueva escuela –No puede ser, coloque seis alarmas y no entiendo como ninguna sonó – se lamentaba para sí mismo el joven de cabello castaño que estaba vestido a la apresurada.
De un segundo a otro sus piernas dejaron de moverse y se quedó parado al lado de un tacho de basura y una banca de madera, no logró evitar abrir su boca al percatarse de que el colectivo que debía tomarse ya salió de la parada. Él ya estaba acostumbrado a sufrir muy frecuentemente este tipo de percances, así que se limitó a dejar salir un suspiro –Tendré que caminar, ya gasté todas mis energías en la corrida de hace rato.
Ignorando los autos que pasaban a su costado el joven estudiante caminaba a paso lento con una respiración acelerada, producto de su sobre exigencia en vano de hace un momento sumado a su falta de habilidad deportiva –Tengo que pensar una buena excusa para contarle a papá y mamá, si se enteran que llegue tarde hoy y con lo que me costó convencerlos para alquilar un departamento solo, sin duda me sacaran todo si averiguan que llego tarde mi primer día de clases.
Los padres del chico ya estaban acostumbrados a la mala suerte que su hijo atraía como un imán, por ese motivo a pesar de que muchos jóvenes estudiantes suelen mudarse solos a temprana edad ellos tenían un profundo temor de que algo le pasara a su hijo y no estuvieran para ayudarlo. De todas formas, aceptaron tan descabellada propuesta ya que su hijo poseía una gran insistencia provocada por el grupo que siempre suele seguirlo.
El origen de toda la mala suerte que vivió y vive su hijo no eran ningún misterio, todo dio comienzo luego de que él participara en la “Iniciativa Estrella Fugaz” de la Fundación Starlight. A temprana edad todos los niños que viven en la Metrópolis Auroa y pueden pagar el procedimiento son sometidos a un proceso que les otorga poderes sobrenaturales conocidos como Habilidades Estrella, aunque estos poderes surgen de manera aleatoria y no puede elegirse cual aparecerá.
Debido a esto es que, a pesar de lo que parece a simple viste, algunas Habilidades Estrella pueden terminar siendo mucho más perjudiciales que benéficas para su usuario y cuando eso ocurre se le conoce como Maldición Sideral. Bizantino era un perfecto ejemplo de eso, el poder sobrenatural que obtuvo a temprana edad se basaba en un principio empírico que trata de explicar los hechos acontecidos en todo tipo de ámbitos, a este enunciado se le conoce como la Ley de Murphy y básicamente es que todo lo que pueda salir mal, saldrá mal.
Metiendo la mano en su bolsillo el nuevo estudiante con una camisa blanca mal acomodada sacó su celular, ya que la tecnología y ciencia dentro de los muros de la Metrópolis Auroa es unos 50 años más avanzada que la del resto del mundo se esperaba que tenga un teléfono muy sofisticado, lamentablemente para él todos sus celulares anteriores se rompieron de alguna manera, por lo que sus padres tuvieron que optar por uno más resistente, pero de un modelo muchísimo más viejo.
Específicamente su celular consistía de un Nokia 1100 que incluso dejaron de estar en circulación fuera de la ciudad hace muchos años. Bizantino observó la hora y se percató de algo –Oh bueno, no hay mucho tránsito, así que si me apresuro quizás logre llegar a tiempo. Imagino que mis nueve amigas ya deben estar llegando –inconscientemente esto generó una sonrisa de esperanza en su rostro, la cual no duro demasiado.
Casualmente giró su cabeza para un costado al escuchar un maullido y se encontró con lo que sería un hecho trágico, los autos habían dejado de pasar por la calle a su izquierda, pero de alguna forma que no entendía un pequeño gatito rubio había terminado en medio del pavimento. El pequeño animal se encontraba lamiendo su cuerpo sin percatarse de que a la distancia un auto a gran velocidad iba a acabar con su vida.
Simplemente no podía aceptar ese hecho y quedarse viendo como el desastre ocurría, sus piernas actuaron de forma inconsciente ignorando su fatiga por la corrida de hace un momento. El joven fue lo más rápido que pudo y se lanzó sobre el pequeño animal para tomarlo entre sus brazos y acabar del otro lado de la calle, no pasaron ni cinco segundos que el auto a alta velocidad cruzó por donde antes estaban ambos.
–Eso estuvo cerca, no deberías ser tan distraído michi –regañó el chico al gato entre sus brazos, pero este último se limitó a devolverle un rostro indiferente junto a un maullido que decía “No me importa” o al menos eso era lo que Bizantino entendió.
Sin embargo, sus ojos se abrieron de golpe al sentir que algo andaba muy mal. El chico llevó sus manos a los bolsillos y se percató de que le faltaba peso, observó otra vez el centro de la calle y se dio cuenta como su celular quedó debajo de donde pasaron las llantas del auto, giró su cabeza a ambos lados y al estar seguro de que no venía ningún otro vehículo se acercó a tomar su celular y regresó a su camino de antes con el gato aun aferrado a su pecho como un bebe.
Analizó el Nokia 1100 y no tenía un solo rasguño, otra vez una sonrisa se formó debajo de su nariz –No sé de qué están hechas estas cosas, pero agradezco mucho eso –y antes de que pudiera retomar por segunda vez su camino a la nueva escuela que se inscribió alguien lo detuvo
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Editado: 28.12.2023