Ella no lo quería, nunca lo quiso. Él era desagradable, viejo... Detestable. Su hambre no la dejaba tranquila, por eso había llegado a ese momento. El frasco estaba en su mano, llenó las copas y luego de un suspiro lo colocó en el líquido esperando a que se diluyera. Un segundo después pintó en su rostro la mejor sonrisa como lo haría con el maquillaje y entró en la habitación. La actuación amorosa, la sonrisa perfecta, el momento perfecto. Todo resultó perfecto, incluso los espasmos, la saliva burbujeante, los ojos abiertos en una emoción impactada. Ella se sentó un segundo para admirar su obra, una breve sonrisa se escapó de sus labios "Lo logré" fue su pensamiento antes de llamar a la policía para su siguiente acto. Nunca nadie imaginaria cuánta hambre había tenido.