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Y más días pasaron, además de que el señor Petit no pudo evitarlo y empezó a hablar con sus compañeros profesores del muchacho que le cautivo. Para después todos intentar verle y descubrir el motivo de que hablara así con el profesor. Pero sin tener respuesta porque en cuanto el chico supo que lo observaban empezó a esconderse de ellos.
-¿Que esconderá ese chico?- preguntó el señor Moreau a los otros 3 profesores de los Musset.
-Ya les he dicho cuando mas lo ves detalladamente más cosas inquietan de el- contesto Petit viendo como el chico estaba trabajando afuera y ellos asomados en la ventana de la biblioteca.
-¿Creen que llueva? Me gustaria pintar la vista este de la casa en la lluvia- preguntó el señor Cluzet viendo el cielo.
-No lo se, no soy adivino- respondió Petit desinteresado.
-No quiero que me gane el clima, quiero verlo y después plasmarlo- contesto digno Cluzet.
-¿Puedo?- los asustó Jules.
-Claro hijo pasa- respondió Petit y después el chico fue hacia un librero y empezó a buscar algo.
-¿Que buscas?- preguntó Cluzet al muchacho.
-Busco al príncipe de Maquiavelo- contesto Jules entretenido. Había oído del libro hace no mucho y le llamaba la atención. Además de que medio recordaba que lo había visto en la biblioteca de la casa.
-Ese es un libro de política, necesitas más que solo interés para leerlo- le advirtió Moreau. Siempre los jóvenes creían que era una novela hasta que empezaban a leerlo.
-Eso lo se, es un tratado politico de origen italiano. Y no me da curiosidad por el nombre, más bien lo quiero leer porque se me hizo interesante el tema. Además de que lo quiero comparar con un libro que leí hace no mucho llamado el Arte de la Guerra. Oí que si pones mucha atención esa comparativa es muy interesante y mas porque son del mismo autor- contesto el chico entretenido en su búsqueda y sorprendiendo a sus maestros.
-Se ve que conoces está biblioteca- soltó Petit cuando el chico había encontrado lo que había buscado.
-Es mi lugar favorito de está casa, paso más tiempo en esta habitación que en cualquier otra- admitió el chico acomodándose en el sofá del lugar, en su lugar favorito y de paso acomodando una vela y otros objetos que mostraban que el chico estaba listo para pasar un buen rato leyendo.
-¿Esa vela es tuya?- preguntó sorprendido Cluzet señalando una vela a medias, desde que llegó tenía la duda de quién se la pasaba en la biblioteca tan a diario que siempre había una vela a medias.
-Si, siempre traigo una vela- sonrió Jules viéndolos. Sabia que espiaban a Dastan y eso le gustaba, cuántos más vieran algo raro en el mejor.
-Pense que eran de tu padre, tu hermano no tiene cara de leer- admitió Moreau.
-Mi padre no podría terminar de leer un libro, se estresa fácilmente al leer. Y en cuanto a Eric, dudo que sepa que esconde está biblioteca- sonrió listo para empezar a leer.
-¿De dónde entonces sacaste el gusto por la lectura?- preguntó Petit sorprendido por como en clase el chico está tan perdido que el jamás creería que es el mismo que estaba viendo leyendo a Maquiavelo tan tranquilo.
-Mi madre leía mucho, después empecé a tener problemas para dormir y me encontré con este lugar. Leo para poder dormir y conocer el mundo- contesto Jules semi metido en la lectura.
-¿Es normal que alguien te hablé mientras lees?- preguntó Moreau viendo como el chico estaba leyendo.
-Si, mi padre tiende a querer conversar cuando me encuentra leyendo.
-Estaria interesante tener un debate sobre esa comparativa que mencionas. De los libros de Maquiavelo- soltó Cluzet lo que ese trio deseaba. Ver hasta donde podía llegar el chico que tenían delante.
-Sera un honor tener ese debate, si quieren les aviso cuando lo termine y haga mis propias conclusiones de ambos libros- sonrió Jules porque algo que amaba era hablar de libros.
-Perfecto ¿Cuánto tardarías en eso?- preguntó Moreau.
-No pasa de esta semana, este libro a más tardar pasado lo habré concluido y yo calculo que 2 días después ya tengo mis conclusiones bien establecidas. De todos modos si logro eso en menos tiempo o me alargó les aviso- contesto el chico y decidieron dejarlo leer solo. Aunque la soledad no le tardo mucho en llegar porque llegó Klaus huyendo de Gustave.
-El Princi… pé- leyó Klaus para llamar la atención de Jules.
-Sabes que no lleva acento- sonrió Jules al verlo.
-Le da un toque que me ayuda a sacarte de esas paginas- sonrió Klaus acomodándose a un lado de su amigo.
-¿Que te trae aquí?
-Tu padre, no lo aguanto- soltó Klaus y entablaron su pequeña conversación de odio hacia Eric y Gustave.

-Ten, Amelie te la manda. Me tengo que ir- sonrió Klaus dejándole una manzana en la mesa a Jules y se marcho.
-Dile que gracias- grito Jules y siguió leyendo mientras comía la manzana cuando necesitaba pensar en algo.

-Ya es tarde hijo, es hora de cenar- le sonrió Gustave a su hijo al verlo con una cobija que dejaba en la biblioteca como capa y entretenido en la lectura.
-Si padre ya voy- acomodo el chico las cosas por si podía volver y siguió a su padre.
-Oi a sus profesores hace poco. Les llamo la atención de que estuvieras leyendo libros que ellos consideran algo avanzados para tu edad- soltó Gustave lo que más le inquieto de su día. Y más por el hecho de que los profesores hasta se veían sorprendidos de ese descubrimiento.
-Me dio curiosidad, hace poco oí de este libro y decidí que debía leerlo. Eso y porque ya no tengo algo como tal para leer- sonrió Jules.
-Hijo de una vez te aviso, no quiero que uno de mis hijos terminé como un profesor cualquiera. Se que te gusta leer pero que solo sea un pasatiempo, no una profesión.
-Lo se padre, toda mi vida me has dicho eso y espero cumplir tus expectativas.
-Eso me gusta oír- acepto Gustave lo que le respondió su hijo cuando llegaron al comedor. Para separarse, comer y cuando las cosas ya empezaban a mostrar que la conversación sería solo de Gustave y Eric, Jules y Klaus marcharse para ir ambos a la biblioteca. Klaus para acomodarse con el objetivo de no hacer nada y Jules para leer. Aunque la cosa después de un par de horas termino con ambos chicos dormidos profundamente.