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Esa frase retumbó en su estómago, ¿A casa? Esa no era su casa, por miedo a lo que podría ser de su padre se contuvo de moverse o hacer algún movimiento brusco, solo quedó mirando al suelo y una que otra vez al agente Grey, quien también la miraba con tanta tranquilidad que le ponía nerviosa, lo drenó un poco sonriéndole con una falsedad bastante evidente. 
A medida que se acercaban su corazón palpitaba más fuerte, aun recordaba cada esquina de la instalación, se preguntaba si las habitaciones seguirían en el mismo orden, si las paredes aún tendrían el mismo color, ¿Habrán reparado ese agujero que hizo con un cuchillo? ¿O cubierto las marcas de hormona amarilla que dejó en el suelo aquel día? 
La camioneta se detuvo justo en la entrada del laboratorio, observó el entorno, mucha gente tratando de esconderse entre las ventanas, y demasiados guardias rodeando la entrada, tras un hombre de mirada muy molesta, el agente Grey bajó y le abrió la puerta amablemente, cuando dos tipos que sencillamente podrían triplicar su altura y doblar su peso lo quitaron del camino, entraron a la camioneta haciéndola temblar y la sacaron por los brazos con tal fuerza que ni siquiera pudo reaccionar o defenderse cuando la lanzaron al suelo, acto seguido se abalanzaron sobre ella y tomaron sus manos para esposarlas en cápsulas de metal, entre sentimientos de cansancio y confusión no puso resistencia alguna, de igual manera no quería causar más problemas.

-No creo que sea manera de tratar a una señorita, caballeros- dijo tranquila, el tipo frente a todos los guardias que parecía un científico más, colocó un bozal del mismo material sobre su boca, quitándole su preciosa habilidad de incomodar a los demás con sus pláticas.

-¿De verdad te crees con el derecho a hablar, carbón?- con ese nombre recordó, alguien le llamaba así a modo de burla por ser el proyecto gema, miró su rostro con sorpresa para reconocer al tipo, Rockbell, antiguo encargado de ella, "Ay no, tú no" pensaba al verlo después de tantos años, el famoso hombre modelo de inteligencia ante los medios, refinado ante el ojo público, y un sádico al cerrar las puertas.

-Doctor Rockbell, le recuerdo que no tiene permitido liderar movimientos sobre este caso sin mi consentimiento- dijo Grey un poco harto, con un movimiento hizo que los dos hombres la levantaran del suelo, ella los apartó de su agarre violentamente y comenzó a caminar hacia la entrada algo enojada ya, era tan surrealista ver s todos los científicos y empleados mirándola caminar en fila, no conocía a la mayoría de ellos, pero parecía que ellos sí, bastante bien... dentro de un pequeño espacio en el pasillo miró a dos chicos y una chica que la vieron por un segundo antes de que la desconocida les hiciera voltear a otro lado, intentó hacer memoria de quienes eran cuando la indicación de subir al elevador al final del pasillo se lo impidió, tal vez necesitaba ver sus caras mejor, sacudió su cabeza temblando un poco por el frío del metal en la mitad de su cara, observó a ambos guardias notando algo que le hizo girar los ojos en molestia, el hombre de su derecha tenía una cicatriz que pasaba de su cuello a su cara en forma de gotas, no era necesario pensar mucho para saber que él fue a quien le cayó el estante de gema amarilla hace diez años, estaba harta, molesta de estar ahí con extraños, sumando la idea que por primera vez no fue capaz de escapar de alguna consecuencia a sus pequeños actos maliciosos.

El elevador los dejó en lo más alto del edificio, rápidamente comprendió la estrategia de la posición de esas salas de juntas, no sería capaz de saltar y escapar, Grey hizo una orden para que fuera soltada de todo el metal, acataron la orden y quedó libre, aún así no dijo ni una palabra cuando entró en la sala de juntas indicada junto al agente, quien cerró la puerta dejándolos solos.

-¿Dónde está mi padre?- preguntó sentándose en un tono más serio de sunormal sarcasmo burlón, nunca era necesario utilizarlo, perode alguna manera debía mostrarse inquebrantable.

-En el manicomio central de Capital, estará bien bajo tratamiento-

-Él no tiene nada de esas cosas...¿Por qué estaría ahí?- entre sus teorías analizó que debían sedarlo para controlarlo de una manera más sencilla.

-No venimos a hablar de eso, mucho gusto, señorita Circe-

-Al grano-

-De acuerdo- se sentó frente a ella. -Como bien sabe, Capital está infestado de mafias perfectamente estructuradas, sin embargo, existe un grupo terrorista habitando en las sombras, el clan del dragón negro, atormentando a los civiles de la ciudad-

-Y me interesa porque...-

-En uno de sus robos identificamos lo que es hormona de rubí, parecido a la gema amarilla pero mucho más leve en efectos, creo que la conociste al enfrentarte con nuestros estudiantes-

Los idiotas impulsivos, claro que lo recuerda.

-¿Qué más hay sobre ésta hormona?-

-La encontramos dos años después de tu partida, como sustituto de la gema líquida que robaste y destruíste- movió la cabeza en una mueca de que le hacía sentido.

-Entonces, ¿Buscas que recupere la hormona de esos tipos raros?-

-Más bien, quiero que apoyes al equipo a derribar ese clan-

-¿Equipo? ¿La bola de nuevos inexpertos?- decía entre risas. -Suerte con ellos-

-Son los mejores dentro de la academia, claro que no tienen tu entrenamiento y poder, por ello, necesitamos tu apoyo, además que nadie conoce mejor el mundo de la mafia que la hija de la nobleza criminal-

-¿Por qué es tan importante que los disuelva, qué no solo quieres la hormona?-

-Los dragones negros no parecen verse interesados por nadie, provocan violencia sin motivo ni necesidad a cualquiera que se les cruce-

-¿Y yo qué gano?-

-La oportunidad de reducir la sentencia de tu padre, bajo una serie de medicamentos-

-Gracias, pero no gracias, básicamente me pides darle la espalda a mi vida y mi gente por querer restaurar el orden utópico de su ciudad, ya veré como sacar a papá- Dijo lista para retirarse, pensando en la entrada menos cuidada el manicomio.