" Cuando veo a una mujer bonita por la calle, un lado de mí dice: <<qué chica tan atractiva, me gustaría hablar con ella y salir con ella>> pero otra parte de mí se pregunta cómo se vería su cabeza pinchada en un palo.”
– Edmund Kemper (El asesino de las colegialas)
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Dos horas después.
Heather estaba nerviosa o quizás estaba ansiosa de tener una cita con alguien después de tantos meses, desde que se había divorciado de Antonio, había tomado la decisión tajantemente de cerrar las puertas al amor luego de una semana que había terminado su matrimonio. Y no es que creyera que todos los hombres eran iguales, pero aún tenía cierto recelo en confiar en alguien, pero por una extraña razón que aún no entendía había aceptado la invitación de tomar un café con Marcelo. No podía negarlo le atraía aquel misterioso hombre, y quería conocer un poco más de él, tal vez no iba tener una relación amorosa pero probablemente ambos serían buenos amigos, aunque secretamente se moría por tener algo más con él; además que no estaba mal tener una comida gratis de vez en cuando, se lo merecía luego de una larga semana trabajando.
Observó el vestido que había comprado y sonrió satisfecha solo esperaba que su cita no la llevara después del café a un restaurante de lujo porque sería echada como perro por su atuendo casual, acomodó su cabello en una cola alta y se colocó algo de brillo en los labios, ella no era mucho de maquillarse siempre se había caracterizado por ser una mujer sencilla, pero enserio quería que cuando el la viera se quedara fascinado con su belleza natural.
Llego a la cafetería a la hora acordada se sentó en la mesa esperando que su cita llegara en eso se escuchó el toque suave de su puerta de la cafetería y suspiró por quinta vez para darse ánimo a sí misma y no arruinar la velada entre los dos. Abrió los ojos sorprendida y casi jadea al verlo. Marcelo era más apuesto en persona que en fotos; estaba vestido con una camisa blanca pegada a su cuerpo dándole honores a su musculatura, su cabello estaba peinado hacia atrás dándole un toque más elegante, y su barba estaba recién rasurada, Heather tenía unas inmensas ganas de pasar sus dedos por esos pequeños tronquitos negros de cabello, este la miro de arriba hacia abajo y acarició su cabello como si estuviera jugando de forma cariñosa con una mascota, poniéndola con los pelos de punta ante el toque suave.
— Sin duda alguna eres hermosa en persona casi como un ser angelical. — hablo en un tono tranquilo mientras besaba su mano derecha como un caballero. — Estaba pensado si no te molesta, que mejor comiéramos algo y así nos conocemos un poco más, para serte sincero no he comido nada desde ayer y así tomamos un poco de vino, ¿qué te parece?
— ¡Claro que si! — sonrió. — Me gustaría conocerte, eres todo un misterio para mí.
Marcelo puso su mano en su boca y Heather escuchó el intento de una risa que quedo amortiguado en la palma de su mano, Heather le pareció extraño pero quizás pensó que tenía una risa escandalosa para su apuesta apariencia, camino a su lado y salieron de la cafetería para ir a un restaurante de comida Italiana que estaba enfrente.
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Heather miró con pena el restaurante que había elegido Marcelo quizás no era cinco estrellas, pero se notaba que era fino y que cada plato de comida era casi la mitad de su salario que la empresa le daba, tomó el menú y casi pierde el apetito al ver el precio por un plato de ensalada con pollo. Marcelo la miro fijamente y observó como ella buscaba su bolso para levantarse e irse a un lugar más barato si lo importante era que su estómago ya no hiciera tanto ruido por el hambre.
— No sientas pena Heather. — hablo con amabilidad mientras le extendía un poco de agua para que se relajara. — Si escogí este lugar es porque es uno de mis favoritos, y porque sé que tengo el dinero para pagarlo, así que pide lo que quieras hoy mi tarjeta platinum nos hará los honores por esta comida.
Heather negó al instante.
— Lo siento mucho, pero no me siento bien saber que gastara mucho por un plato de comida, mejor regresemos a la cafetería después de todo solo hablaremos.
Marcelo miro su tenedor con atención y luego sonrió con amabilidad nuevamente.
— Hagamos un trato, hoy yo invitaré la comida y la próxima vez que nos veamos porque sinceramente me muero por verte una y otra vez, usted será la encargada en buscar el lugar para ambos, solo déjeme conocerla un poco más. ¿Me permite? — Marcelo le extendió una copa de vino y Heather acepto. — ¿Y bien que le gustaría ordenar?.
— Me gustaría comer algo de carne.
— Entonces que así sea. — respondió taciturnamente.
Marcelo llamó a un mesero y pidió la orden, Heather se sorprendió cuando solo ordeno una ensalada sin nada de carne o pollo, tuvo más pena cuando vio el plato lleno de legumbres, y ella con mucha carne. Heather corto un trozo de carne y se lo extendió a Marcelo para que lo probará y lo acompañara con su ensalada, pero este negó inmediatamente. Su rostro se puso verde como si tuviera asco de la carne.
— ¿No comes carne? — preguntó sorprendida, era la primera vez que alguien no comía carne era como si estuviera viendo a un unicornio o un duende. — ¿Eres vegetariano entonces?
— Cuando era niño mi papá era agricultor, asi que las verduras y las frutas siempre estuvieron en nuestra mesa, la carne era muy escasa además que me causa algo de alergia.