Ciudad del Alquimista

Armisticio. Parte 1

Costosamente abrió sus ojos. No tenía reconocimiento de su entorno de si era día o noche, no tenía forma de saberlo. Claramente una considerable cantidad de tiempo había pasado desde que perdió el conocimiento, de eso estaba seguro, sentía que durmió por días y días ininterrumpido.

—...Donde... ¿Esto...y?

Lo último que recordaba fue que trató de esconderse y que la estudiante transferida estaba con él. Observando sus alrededores cuidadosamente no vio a la chica por ningún lado; era de día, al menos eso pudo notar. Se dispuso a ir a buscarla, pero no tenía la fuerza para levantarse mucho menos ir en búsqueda de Maika, o eso creía.

—¿Eh? Ya no... Ya no me duele tanto el cuerpo.

Aiden revisó extrañado su cuerpo, su ropa estaba hecha un desastre de cortadas, raspones, suciedad, incluso algunas partes lucían algo quemadas. Así confirmó que lo que vivió ayer no fue un sueño o una ilusión. No podía creer que después de todo ese dolor, con un poco de descanso su resistencia había vuelto. Fue entonces cuando escuchó su voz.

—Estuviste a punto de morir, ¿sabes?, si no hubiera tomado una acción de emergencia en este momento estarías muerto.­

Ahora no tenía dudas de ello, mientras estaba inconsciente ella lo había curado y por esa razón Aiden podía moverse, por esa razón aún respiraba. También notó que la voz venía acompañada de un caminar torpe y pesado. Lo había salvado pero ella se encontraba en ese estado, Aiden no pudo evitar sino sentirse patético.

—Menos mal despertaste —Una auténtica expresión de alivio apareció en su rostro. Maika había ido a verificar los alrededores y encontrar una ruta para salir sin ser vistos, para su sorpresa cuando regresó Aiden había despertado.

Trató de acercarse para revisar su estado no percatándose de un cúmulo de hojas en el suelo. Normalmente algo como eso no hubiera hecho más que un vergonzoso pequeño deslizo, pero en el momento en que resbaló sintió como si la gravedad hubiese aumentado. Maika se preparó para el impacto, lo demostró con una expresión de dolor en el rostro, pero el dolor nunca llegó.

—¿Estas bien? —dijo Aiden; el instante que su cuerpo se inclinó hacia atrás, corrió hacia ella y logró sujetar su mano, de la que tiró hacia él con todas sus fuerzas y con ayuda de su otro brazo la sostuvo de su espalda medía.

Como una escena de un drama romántico Aiden sostenía a Maika, casi podía sentir su respiración acelerada por lo cerca que se encontraban. El rostro de Maika se tornó totalmente rojo. Su expresión era la de sorpresa mezclada con vergüenza. Una vez que su cuerpo logró estabilizarse apartó a Aiden bruscamente y dijo: —¿¡Qué, Q-Qué crees que estás haciendo!?

—¿Ehh, que hago? pues ibas a resbalar y te ayude.

—¡Un herido no debería moverse tan bruscamente!

—¿¡Ah!? —Tras escuchar el tono hostil de Maika, Aiden no pudo evitar sino sentirse un poco irritado—. ¡Aquí la herida obviamente eres tú!

No se percató del hecho que Maika seguía siendo una joven chica de corazón puro y sensible, después de pelear con ella ese pequeño gran detalle había sido opacado por esa otra imagen de ella. No entendía por qué recibió ese trato luego de ayudarla, seguramente fue porque hace solo unas horas ellos habían luchado, al menos eso es lo que él pensaba. Obviamente no podía leer el ambiente, si hubiera una palabra perfecta para describir a Aiden en esta situación sería... Despistado.

—¡Ahh!, ¡Cállate!

Después de decir cosas en las líneas de "no voy a abandonarte incluso si tengo que enfrentarme a un monstruo" y no entender que las palabras tienen poder, sobre todo en una situación como la que pasaron, Aiden era ciertamente un tonto.

Su poco tacto para este tipo de situaciones y su increíble habilidad de ser despistado lo llevaría a una gran crisis en algún momento. La joven del corazón de doncella, Maika, se recostó a un árbol para tomar aire y calmarse.

—En este momento no hay nadie en el puente donde me llamaste ayer, es tu oportunidad para irte, yo voy a hacer lo mismo, a menos que quieras ser detenido y acusado de causar el fuego.

Ciertamente, hacer caso de lo que dice es lo mejor, pero Aiden aún tenía preguntas para ella, nuevas preguntas, y no podía darse el lujo perder la oportunidad de hacerlas ahora. Además estaba preocupado por el débil estado de Maika.

—Espera ¿por qué curaste mis heridas y tú estás en ese estado? y ¿por qué aún recuerdo todo?

—Dejarte morir nunca fue una opción. Tengo suficiente con las vidas que no puedo salvar. No quiero cargar la de alguien tan tonto en mi conciencia, seguro encontrarías la forma de molestarme cuando vaya a dormir, eso es todo. Cuando te curé también recibí un poco de los efectos, probablemente estaré bien, es solo que no tengo los materiales ni la fuerza suficiente para hacer otro hechizo de sanación, mucho menos para borrar tus recuerdos. Ten en claro que ya lo hubiera hecho si pudiera.

Aiden se alejó un poco para echar un vistazo rápido en caso de que alguien apareciera de pronto mientras conversaban. Aún en ese estado la determinación de Maika era destacable.

—¿Aún sigues con eso? —Aiden tomó un momento para pensar y luego agregar—. ¿Por qué no quieres aceptar mi ayuda? Debe haber algo que incluso yo pueda hacer.




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