—Hija, despierta.
Abrí los ojos con pesar, me había quedado dormida, una vez más imaginé que estaba en mi casa pero no era así, estábamos en el interior del extraño vehículo de transporte. No era una pesadilla, confirmé una vez más. No había nadie sentado y los últimos que quedaban estaban descendiendo. Nos colocamos al final de la fila y bajamos. Yo lo hice como autómata.
—Estamos en la frontera, este es un refugio para ustedes. Aquí estarán seguros. Este lugar está bien equipado y hay suficiente suministro.
Aseguró el conductor. No sabía porqué estábamos seguros y qué sucedería después pero a jugar por la expresión del conductor no diría mucho más.
—Muchas gracias señor, si no fuera
por usted...
—No tienen nada que agradecer, lo hice por mi esposa.
Lo interrumpió el conductor contestando de forma generalizada, parco y serio. El hombre que habló se quedó con la boca abierta, cohibido.
—Y su esposa, ¿donde está?
Se atrevió a preguntar una mujer de piel muy blanca y alta de estatura. Con tanta tensión y dadas las circunstancias “especiales” nadie se había presentado con nosotros. Éramos extraños en un grupo de desconocidos. Yo, por temor a revelar algo que nos pudiera perjudicar en vez de ayudar, no hablaba con nadie. Ellos seguramente tenían la misma reserva con nosotros.
—Eso no importa, es personal, estaré allí—señaló una construcción separada—por si me necesitan.
Estaba destrozado, no lo pudo ocultar. Pero aún así mantuvo la promesa que le hizo a Kyle. Sentía mucho pesar por él. Los ojos me ardieron.
—Hija, ¿qué haremos?
—Acomodarnos aquí por los momentos.
Pensé en el otro Lionel, tenía que esperar a que él volviera a hacer contacto conmigo. No sabía cuándo o si sucedería pero era la única esperanza a mi pensar.
—Estamos bien los tres, eso es lo importante.
—Tienes mucha razón Lionel.
—Siempre—bromeó y sonrió.—usted sigue tan bella como siempre suegra.
¿Suegra? Esa palabra me emocionó, no sé porqué razón, teniendo en cuenta la situación. Lionel solo estaba tratando de distraer a mi madre. Se lo agradecía muchísimo. Yo estaba demasiado agotada física y emocional para hacerlo.
Miré en rededor y quedé asombrada. Caminé despacio siguiendo al grupo, absorta. Lionel tomó mi mano mientras lo hacíamos, le agradecí en mi interior por servirme de apoyo. Su contacto físico hizo que se me acelerara el ritmo cardíaco y la respiración. Por fuera era increíble la arquitecta y por dentro no se quedaba atrás. Todo era muy futurista, parecía que estaba en una especie de película de ciencias ficción. Yo lo observaba todo y de vez en cuando se me escapaba un ¡oh! de asombro, no era la única, mi madre también estaba impresionada. En cambio Lionel estaba demasiado serio y ceñudo, Parecía que nada lo afectaba, lo único que hacía todo el tiempo era permanecer alerta y estar pendiente de nosotras.
—Bienvenidos, por aquí por favor.
Nos recibió una especie de holograma. Lo seguimos. Era muy raro pero era evidente que todos los demás estaban acostumbrados a este tipo de cosas, después de todo era su mundo, no el nuestro, recapacité.
—Hija, ¿viste eso?
Adelaida se refería al holograma, tenía la misma expresión que un niño frente a un juguete nuevo y sofisticado.
—Tranquila mamá, recuerda que no podemos llamar la atención.—le advertí hablando muy bajo, con mi boca casi pegada a su oído izquierdo.
La imagen holográfica que caminaba, hablaba y se trasladaba como si fuera una persona normal, nos mostró las estancias y el funcionamiento de cada cosa de forma general. La cocina era increíble, muy espaciosa y extrasofiticada. Creo que yo necesitaría un curso intensivo para manejar todos los equipos raros que tenía. Esperaba no pasar mucho tiempo por aquí.
—En esta parte tienen comida preparada.
Mostró una especie de nevera, que más bien era una habitación y luego siguió con unos enormes e interminables estantes que tenían una gran variedad de comida de conservación.
—Los que no deseen comer nada, aquí están las cápsulas de nutrición.
Ya una señora nos había dado una antes, recordé. En este lugar si se podía mantener la figura. Con razón todos eran de cuerpos tan atléticos. No había visto a nadie obeso. Después de la cocina pasamos al área de los dormitorios. Las personas fueron escogido el de su agrado y quedándose en el camino.
—Este está bien para nosotros tres.—habló Lionel.
—Pueden quedarse ustedes aquí, yo buscaré otro.
Mi madre no podía ser más inconsciente, pese a todo haciendo de celestina.
—No mamá, este está perfecta, aquí nos quedamos los tres.—recalqué.
Era mejor permanecer juntos. Ella quería darnos privacidad a Lionel y a mí pero este no era momento para romance, ya habría tiempo si es que lográbamos escapar.
—Adamaris tiene razón, no es prudente separarnos. Estando con ustedes las puedo cuidar mejor.
—De acuerdo, ¿dónde está el baño?
El holograma se dividió una vez más, como mismo hizo con cada persona que se fue separado del grupo, y la nueva copia le indicó. Adelaida estaba en situación de emergencia. Luego nos explico todo de la habitación. Entendí muchas cosas que no había entendido antes, no todo lo que equipaba esta enorme habitación estaba a la vista. La televisión era virtual, apareció una pantalla del tamaño de la habitación donde se veía todo de tamaño real. Increíble ¡Era mejor que un cine! Mi asombro no tenía límites. Si no fuera por el miedo incrustado en mi sistema, hasta disfrutaría de este lugar. Cuando terminó de explicar todo se desvaneció. Quedamos solos Lionel y yo. Me puse nerviosa al darme cuenta.
Lionel cortó la distancia que nos separaba y me abrazó. Por un breve momento me quedé inmóvil.
—No tienes idea de cuánto te he extrañado. Cada día, cada mes y cada año que pasé sin ti fueron una tortura. Siempre te esperé...
—¿Porqué no te casaste?
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Editado: 25.02.2021