Entré al salón principal y lo primero que mis ojos vieron fue a Lionel con la frente llena de los colores que tanto me aterraban. Su rostro estaba inflamado.
¡¿Qué, cuando, cómo?! ¿Porqué no me lo dijiste?
Sin duda estaba en la etapa final.
Apenas salí unos minutos a tomar aire fresco y despejar mi mente y me encuentro con esto.
—Lionel, ¿que hago sin tí? No te mueras. Que será de mi madre y de mí.—supliqué llorando desconsolada y caí al suelo de rodillas, llevando mis manos a la cabeza y tirando fuerte de mi cabello.
—No es verdad, no pude ser, no es posible.—no sé si lo decía o lo pensaba. Tenía un insoportable dolor de cabeza y una punzada en el pecho que me impedía respirar bien..
Estaba completamente desesperada casi al punto de perder la razón. A estas alturas ya sabía de sobra que no existía una cura. Él estaba condenado a muerte. Lionel no regresaría con nosotros. Nunca saldría de esta maldita ciudad.
Alcé la cabeza y lo contemplé. Sabía que estas eran las últimas imágenes que tendría de él. El dolor era insoportable. Verlo en su etapa final me estaba enloqueciendo. Me incorporé sin fuerzas. De pronto sentía mi cuerpo tan pesado que no era capaz de sostenerme con normalidad.
Lionel me miró con profundo dolor, tal parecía que le dolía más verme a mi en este estado que su actual condición irresistible. Se acercó a mí y yo retrocedí por instinto.
Estaba desesperada por la situación, quería morir junto con él pero no podía darme el lujo de pensar en mí, no estaba sola. Mi madre me necesitaba. No podía rendirme. Me alejé mientas él se acercaba, sentía que se me desgarraba el pecho al hacerlo.
—No te vayas—suplicó con extremo pesar.
—No te acérques más.
Le indiqué también con mis manos extendidas y las palmas abiertas. Movía mi cabeza de un lado a otro sin parar.
Había una gran columna, muy ancha y alargada en el exterior, y tal parecía que jugaramos a la escondidas, esto era un juego macabro. Dábamos la vuelta, hasta perdernos de vista en ocasiones, él intentando alcanzarme y yo huyendo como una cobarde. El hombre que amaba estaba a punto de explotar y yo me escondía de él. ¡Que cobarde de mi parte! Qué desleal. Me odiaba a mi misma. En sus últimos minutos de vida yo actuaba así. Estaba aterrorizada de que explotará encima mío.
—Necesito que me escuches, no se cuanto más pueda recistir. La nave está aquí cerca. Sigue recto por este camino.
De pronto salió frente mí y yo brinqué. Su mano señalaba una dirección. No podía ver bien porque estaba oscuro.
—Dile a Lionel que se deje guiar por el instinto, yo seré parte de él...
No entendía nada.
—Mi nombre es Maxtek. Desde pequeño fui entrenado por el Comando Superior, desde que cumplí los 19 años sueño contigo. Es como vivir parte de la vida de Leonel pero solo veo las partes en la que estás tú.
¿Este era el Lionel menor?, Sí lo era, comprendí. En su estado actual no lo diferencié, creí que era mi Lionel. Pensé que al descubrir que no era el verdadero sentiría alivio pero no fue así.
—Mi equipo y yo fuimos a una misión incubierta a tu mundo.Varias personas escaparon de mi mundo y llegaron al tuyo. No podíamos dejar que explotarán allá. Podría afectarnos que personas del tuyo decidieran investigar. No podemos dejar que descubran nuestra existencia...
Eso explicaba muchas cosas.
—Desde mi posición incubierta te vi en el patio y supe que eras tú la mujer de mis sueños. Para acercarme a ti tuve que quitarme mi traje espacial. Sabía perfectamente cuáles serían las consecuencias. No te sientas culpable.
Él era el que estaba muriendo y aún así pensando en mí.
—Los casos de explosión que has visto son de personas de esta ciudad que han estado en tu mundo sin protección. No ocurre lo mismo si ustedes vienen aquí. Estarás bien.— aseguró y sonrió alentador. A pesar de su situación sonreía. Era una persona increíble.
Me quedé parada, estática. Me dolió demaciado el corazón. Los ojos me ardían demaciado. Sentí los goterones que se me escaparon. Debería sentirme aliviada y feliz por la buena noticia pero no podía.
—Entonces, si tú lo sabías, ¿porqué te quitaste tu protección y viniste a mí?
¡Era una locura lo que había hecho! No podía entenderlo.
—Era la única forma de poder interactuar contigo.
—¿Estás loco? Te has sentenciado a muerte tú mismo—reproché dolida. Me sentí culpable.
—Lo sé, pero no me arrepiento, pude compartir contigo y salvarte la vida...
Intentó sonreír pero una muñeca de de dolor fue lo que mostró.
—¡No quiero que mueras!—exclamé con sinceridad. Me nació del corazón.
—No es algo que se pueda enviar.
Lamentablemente tenía razón. Sollocé.
Y el laboratorio— recordé.
No sirve de nada, no hay cura créeme, soy uno de los científicos.
Increíble, el era tan joven.
—Es una especie de reacción química a tu atmosfera, simplemente las personas de aquí no son compatibles con tu mundo. No tengo tiempo para entrar en detalles.
—¡Oh!
De pronto apareció Lionel.
—¿Que te sucede? ¿Quién es él?
—La nave está programada para hacer el viaje de ida y de regreso. No le pueden decir a nadie. Esa nave la tomé sin permiso. Si los descubren serán castigados. No regresen nunca más a la mansión en la que estaban. Olviden todo lo que pasaron por este mundo si logran salir. Les deseo suerte.
Habló apresurado, era palpable el esfuerzo sobrehumano que estaba haciendo para hablar como lo hizo. Su dolor seguramente era insoportable pero hacía todo lo posible por ocultarlo.
Estaba tan distorsionado el joven Lionel o más bien Maxtek. Que Lionel no lo reconoció. Y de pronto explotó frente a nosotros. El dolor que sentí en el pecho fue tan grande que me llevé una mano hasta allí. Mis ojos se inundaron en lágrimas. Era tan joven aún, tenía tanta vida por delante y sin encargo había dejado de existir.
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Editado: 25.02.2021