Ciudad OnÍria

FURIA

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Ell, conducía tranquilo sin quitar la vista de la carretera, pero de vez en cuando dejaba perder de soslayo su mirada sobre mí. Carraspeé esperando alguna pregunta, alguna respuesta o quizás puede que incluso explicación. Por fin pude ver una media sonrisa retorcida:

—Perdóname.—se rasca la cabeza con la mano libre.—Me pareció ver que te incomodaba.

—Siempre lo hace, pero esta vez sólo se ofreció a llevarme a casa.—me encogí de hombros.

—Ando de un humor de perros, y encima me encuentro con eso.—se excusa.

—Quizás me alterase sin motivo con él, pero es que no lo soporto, ¿qué pasó?.

—Ashley es insoportable a veces.

—¿Qué te hizo Ash ahora?

—Sabe que…—calló de repente y frunzo el ceño. ¿Qué ocurría que yo no sabía?.

—Ell, hasta el momento sé que bruja no soy.—suspira dándose por vencido sin explicar nada.

Vuelve a centrarse en la carretera y repentinamente nos invade un silencio sepulcral, y odio cuando pasa eso entre nosotros porque es signo de que Ell está molesto por algo y no quiere contarme por miedo a herirme u alguna clase de represalia por mi parte, lo que me hace pensar que su mal humor tiene que ver con lo ocurrido con Price…¡cuanto odio el haber cambiado de idea en el último momento con respecto a esa fiesta!.

Llegamos a casa y mientras Ell se pone cómodo (ya que sabía que mi casa era la suya), y pide comida china a domicilio, subo a mi cuarto a darme una ducha rápida y cambiarme de ropa. Media hora después estaba parada frente a él viendo como tarareaba la canción "Lose Yourself" de Eminem mientras preparaba las cosas sobre la isleta de la cocina para cenar, a la espera de que viniera el repartidor. Al parecer su mal humor había cambiado, lo que hace que sonría. Me mira de reojo al percibir como lo observo apoyada sobre la puerta:

—¿Qué?.—pregunta.

—Nada.—me encojo de hombros.

—Suéltalo.

—Pareces tan malote a veces.—sonríe.

—Se me pegó de los chicos.

—¿Que te hizo cambiar de actitud?.

—Nada... sabes que mis enfados duran menos que un suspiro.

—Entonces sí que estabas así por mi culpa.—sonríe.

—No... odio a ese tipo.

—¿Porqué? ¿Pasó algo entre Ash y Ethan?.

—¿Ethan? ¿ya lo llamas por su nombre?.

—Noooo... es sólo qué… .

—Tranquila.—ríe.—Han terminado.—frunzo el ceño con-fusa.

—¿Eso es lo que tanto te molesta? Sabíamos que eso no iba a ningún lado.

—Exacto... lo sabíamos, pero aguantar a Ash llorando durante horas cuando ha sido ella quien lo dejó después de… .

—¿De?…ellos… .

—Noooo.—dijo rotundo sacudiendo la cabeza.

De pronto el timbre de la puerta interrumpe aquella extraña conversación, como si la vida sexual de Ash nos importara. Elliot corre a recibir la comida, segundos después volvía tras pagar y cerrar la puerta ligeramente con el pie, sin titubear sirvió con un semblante de placer absoluto relamiéndose. Al instante nos dispusimos a cenar entre anécdotas y risas, olvidando por esos instantes nuestra anterior conversación.

Recogimos todo en un santiamén y entre bromas y empujoncitos subimos a mi cuarto a discutir sobre la pelí-cula, algo complicado pues no lográbamos poner-nos de acuerdo, así que lo decidimos por descarte, "Divergente", nos acomodamos en la cama tras ponerla. Ell estaba apoyado sobre el cabecero, y me acosté sobre su pecho, mientras me masajeaba la cabeza como si fuera una niña pequeña.

—Todo saldrá bien.—musitó, y sabía a que se refería.

—Espero que sí. ¿Crees qué mañana aún se acuerden?.

—¡Ajam!… pero pasará. Yo estoy contigo.

Estaba tan agotada que no demoré mucho en dormir-me. Y sí, me sentía nerviosa. Circulaba por las redes sociales aquel fatídico hecho y las pruebas de ello sobre el pecho de Price… aquello me perseguiría de por vida en aquel maldito pueblo.

La mañana siguiente nos levantamos como un vendaval. Ambos nos habíamos quedado dormidos en mi cama y llegábamos tarde a clase. Corrimos para llegar a segunda hora… y menos mal que ni mi madre ni Larry se habían dado cuenta de ello.

—¡Maldita sea!.—bramo algo furiosa.

—Nena, no es para tanto. Piensa que te libraste del chismorreo durante un par de horas, de lo que será el resto de tu vida.—rió.

—¿En serio te hace gracia?.

—Sí y no… sí porque aunque Chris es mi amigo, a veces se comporta como un imbécil, y no porque la presa de todas las burlas vas a ser tú.

—¡Dios mío!, ¡qué hice!.—pongo mis manos sobre mi rostro.

Sí, me sentía desesperada en ese momento y aún no había llegado, aún no me había enfrentado a las críticas y miradas de la gente… aún no había pasado relativamente nada.

—¿Podrías volver a hacerlo?, ¿crees poder?.—lo miro asombrada y confundida.

—Ell, por Dios. Si ni siquiera se como lo hice, como pasó, ¿cómo voy a ser capaz de volver a hacerlo?.—alza sus manos en son de paz.

—Vale, vale… ok, solo era una duda… tranquila, no sea que se te escape… .

—Eres un cretino.—le espeto tras darle un codazo.— Más bien mira a la carretera.

De pronto, chocamos con algo extraño parando en el acto sobrecogidos:

—¿Qué coño ha sido…?.

—¡Mierda Ell…!.

Ambos salimos del coche desencajados. Acabábamos de atropellar a alguien o algo, pero no había nada solo la abolladura del parachoques y parte del capó. Nuestras miradas absortas se encuentran:



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En el texto hay: amor, magia, ángeles

Editado: 09.01.2022

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