Ciudad OnÍria

ESCAPANDO DE MÍ

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Lo estábamos pasando genial. Por una vez en mi vida estaba en una fiesta y disfrutando a tope, sin importarme las miradas, sin importarme nada, porque sabía que yo no era el centro de atención, en el pero sentido de la palabra. Ell y yo bailamos como si no hubiese mañana, cumpliendo como un caballero su promesa de no dejarme sola en ese nido de fieras.

Descansamos unos minutos en los que aproveché para ir al baño. Al salir, ¡sorpresa!, Price me aborda impidiéndo-me salir:

—Dejame en paz ya. No quiero problemas, Price, hoy no.—digo casi suplicante.

Me agarra de la muñeca, llevándome a rastras hasta uno de los pequeños habitáculos independientes y cierra con cerrojo, quedando tan apretados que me faltaba hasta el aire, y su perfume se metía por mis fosas nasales como un maldito veneno olfativo. Asustada lo miro como levanta su camiseta ceñida roja, ¿qué pretendé?, comencé a temblar pero estaba dispuesta a defenderme con uñas y dientes de ese cretino:

—¡Mira!.—me obliga a observar la marca de su pecho.

—¡Ya te dije que no quise hacerlo…ni siquiera sé como pasó!—aseguro disgustada por aquello.—¿Vas a torturar-me el resto de mi vida con eso?…¿ahora eso?.

—¡Sólo quiero que mires!.

—Siempre buscas excusas para hacerme daño… ¡me defendí! ¡¡¡SOLO ME DEFENDÍ DE UN MALDITO CABRÓN!!!.

—¡¡¡Bien!!!.—agarra mi mano con fuerza y la estampa sobre la marca.

Ambos quedamos de piedra cuando al rozar mi piel con la suya, aquella marca se ilumina como algo mágico, emitiendo un pequeño resplandor. Nos miramos con los ojos como platos:

—¡¿Qué coño…? !.—pregunta.

—¡No lo sé!.—automáticamente la aparto y su marca deja de iluminarse.

Price pasa su mirada extrañada de mis ojos a su marca varias veces consecutivas seguramente tratando de buscar respuesta, una que no yo sabía.

—No quería hacerte daño.—se me escapa una lágri-ma.

—…no lo has hecho. Ahora no.—responde en un hilo de voz pensativo.

Aquello me asustaba cada día más, hasta el punto de tener miedo de mí misma. Me limpio las lágrimas que comienzan a salir, tomo aire y salgo a toda prisa del baño, dejando a Price corriendo tras de mí, hasta que al llegar al gimnasio recupera la compostura y disimula. Llego hasta Ell que conversa animadamente con Ash y otros compa-ñeros de equipo, me uno a la conversación aunque mi mente está en otro lado. Elliot me mira entre sonriente y preocupado, asiento contestando a su mirada…todo estaba bien, le engaño… me engaño.

Price sigue conversando con sus amigos, entre los que se encuentra Ethan, quien nos descubre mirándonos va-rias veces dejando ver una cara desagradable, lo que me demuestra que el recién aterrizado había encajado a las mil maravillas en ese círculo de hipócritas y superficia-les… al parecer los imbéciles ya tenían un miembro Vip más.

Un buen tema de mi grupo favorito me hace volver a la pista atraída por Ash, que se ve radiante mientras me hace seguirla con movimientos sensuales de cadera y brazos. Bailamos como locas el tema “Paradise”, salta-mos y reímos al ritmo de la música, no puedo negar que nos hacía falta, y puede que a ambas. A lo lejos, Ell levanta su copa dedicándome una mirada, lo que me hace saber que él fue quien la pidió para mí, le devuelvo una sonrisa de agradecimiento, pues es el único que sabe que si algo me sube el ánimo es la música de “The Rasmus”, y porque no decirlo, un buen helado.

Al terminar vuelvo con Ell, Ash se me pierde por el camino y la veo alejarse hasta su chico entre saltitos bailando como una niña al ritmo de “No money” de “Galantis”, consiguiendo que Ethan la agarre de la cintura y ambos se balanceen, arrítmicamente.

—¿Lo estás pasando bien?.—asiento.

—¡Vamos a bailar!.—lo llevo conmigo y jugueteo con él hasta que se decide a bailar.

Cuando mejor lo pasábamos, la famosa Stacy lo sor-prende por detrás tapándole los ojos, cuando se gira le planta un beso de aquellos que deja sin aliento a cualquie-ra. Lo suelta, y pareciera que hubieran transcurrido cien años porque el pobre Ell parece hasta pálido. Justo al extremo contrario del gimnasio observo como Price es-cruta la escena sonriendo con soberbia:

—Ey, ¿qué haces aquí?.—pregunta Ell confuso.

—Pasaba a felicitar a mi campeón. Ya que no te molestaste en invitarme.

—Eh, bueno te presento a…—Ell hace ademán de presentarnos, pero ella lo ignora.

—Tenemos que hablar.—agarra su mano.—Vamos fuera.

—No, hoy no puedo.—parece que Ell comienza a inco-modarse.

—¿Hasta cuando piensas darme largas?.

—No es el momento. Te llamo.

—¡Vamos hablar ahora mismo, o te monto el “pollo” del siglo!.

—Stacy…—Ell la saca del lugar del brazo a grandes zancadas.

Me quedo indecisa. No sé que hacer, así que comienzo a dar vueltas sin sentido tratando de esquivar las incómodas miradas de Price y Ethan, que parecen turnar-se para joderme la noche. Decido salir en busca de Elliot transcurridos unos treinta minutos, y los observo a lo lejos en el aparcamiento discutiendo. Ella se percata de ello y me clava una mirada furiosa, grita furibunda gol-peando en el pecho a Elliot quien valientemente aguanta el chaparrón. Me acerco despacio para no irritarla más, pero no lo consigo pues finalmente entre berridos vuelve a golpearlo hasta que él la sostiene de las muñecas y trata de calmarla. Una vez a su lado, intento que se calme, pues quizás entre mujeres podamos entendernos mejor, pero sólo consigo que se libre del amarre de Ell y me arree un buen tortazo a mano abierta que me hizo ver mil colores. Cuando reacciono veo las miradas de Price y toda su panda sorprendidos, Becca y sus chicas riendo como hienas, incluso Ash que permanecía con la boca abierta sobre nosotros. Ell hace el intento de llegar a mi y Stacy se lo impide. Salgo corriendo de allí frustrada.



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En el texto hay: amor, magia, ángeles

Editado: 09.01.2022

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