Tras meses de derrotar al rey Ike y su hijo Elías, nuestros héroes conocidos como los cinco guerreros prohibidos disfrutan de su libertad por el momento, a pesar de que Neo y Atlas advirtieron sobre un posible peligro que puede perjudicarlos.
En todo este tiempo de calma, todo se encuentra en un momento de incertidumbre, pero nuestros queridos héroes quienes dominan los elementos: hielo, dragones, fuego, electricidad y aire, magia y tierra; está a punto de infiltrarse aun nuevo mundo y una aventura llena de suspicacia y emociones.
Tras todo lo que nos ha pasado, los chicos y yo nos hemos encontrado ocupados. Divirtiéndonos en los manantiales secretos, un antiguo lugar donde nuestros padres se reunían para disfrutar un poco de su libertad y evitar las persecuciones innecesarias.
Los actos sucedidos del rey nos dan un poco de tranquilidad, los caballeros del puño de plata no nos atacan como antes y por el momento no han atacado el pueblo de Neo.
Buster empieza a cazar el almuerzo, pescados y quizás algún pulpo, Angelo prepara el refugio para comer y también podemos dormir, Neo creó un poco de fuego sin tratar de explotar, Bolgan le ayuda y también hará el almuerzo.
Ari y yo disfrutamos de lanzarnos al pequeño lago que crea la catarata, este bosque siempre tiene algo místico y que llena de tranquilidad.
— A eso llamas un clavado Ice, mira esto — dice Buster.
Utiliza el dragón del aire para elevarse lo más alto posible y luego cae para crear una explosión de agua que moja a todos.
— Eso es un clavado extremo — dice riendo.
— Atlas, castigalo— dice Bolgan.
— Mejor lo haré yo— digo.
Congeló alrededor de su cuerpo para que quede atrapado.
— Hijo de perr….— dice Buster mientras se congela de frío.
— Eso te pasa por ser un descarado abusivo— dice Angelo.
— Todo por impresionarme a mí mismo — dice Buster.
En ese momento decidimos comer lo que trajo Ari y Atlas en el canasto, una clásica comida de día de campo; unos panes, un poco de carne que pondremos azar en leña, un rico jugo de manzana y mucha mantequilla.
— Oye Atlas, usa un conjuro para poder multiplicar la comida— dice Buster.
— Gracioso— dice mientras lo arroja al lago.
— Buster no siempre es así, pero disfruten— digo mientras tomo una buena rebanada de pan.
Después de comer decidimos pasar el tiempo con un poco de café recién molido, debido al cambio de clima tan repentino que ocurre en las islas, el distrito cafetalero se encuentra en una sola parte al sudoeste de la isla central se encuentra el mejor cultivo de café de toda la ciudad de Orión.
— Un buen café, nunca cae mal para estas reuniones— digo.
— Vaya, podría disfrutarlo a pesar de todo— dice Bolgan.
Seguimos con un par de historias de nuestras aventuras como fue que obtuvimos nuestros poderes.
— Veamos, cuenten sus historias— dice Atlas.
— Empiezo yo— digo.
— Siempre tan predecible— dice Atlas.
— Cuándo tenía diez años, mi madre siempre ocultaba en su armario una caja secreta y yo sin entender porque tenía la sensación de que podía hacer algo con mi cuerpo, ya saben sentía las manos frías aún con el calor de la fogata. Un día unos ladrones hurtaron el dinero de mi mamá y solo la miraba llorar y llorar hasta que accidentalmente sacó su canasta de ahorro y con ello cayó la caja en donde guardaba mi amuleto. Lo tomé sin que se diera cuenta y cuando me di cuenta tenía un tridente en la mano, escuche el ruido de los ladrones y fui a buscarlos. En ese momento lance mi tridente y le perfore una mano, también le exigió el dinero que hurtaron a mi madre y con ello me convertí en un héroe — digo.
— Una gran historia. Te toca, Buster— dice Atlas.
— Mi historia no es tan conmovedora. Inició a los diez años al igual que Ice, solo que mi hermano y yo peleábamos constantemente por saber quién era el elegido hasta que un día uno de los caballeros trató de entrar a la fuerza a nuestra casa. Ambos protegemos a nuestros padres, pero uno de los caballeros lo asesinó a sangre fría, desperté el poder de mi amuleto y fui escogido para portarlo— dice Buster.
—No sabía que tenías un hermano— dice Atlas.
— No hablamos desde entonces. Me fui de casa y visito a mi madre de vez en cuando y dejó un poco de alimentos para ella, creo que siempre supo que era yo, es una corazonada— dice Buster un poco nostálgico.
— Ya es tarde y dejaremos el resto de historias para mañana, les parece— digo.
En ese momento cada uno va a su campamento de tierra para ir a dormir, a excepción mía que me da por ir al baño en el bosque, no hay mejor lugar para ser natural que el mismo bosque.
En ese momento cuando hago mis necesidades, escucho un ruido completamente extraño.
— No es momento de bromear— digo.
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Editado: 28.03.2023