Clarissa

Prólogo

La luz de la linterna era nuestra única guía aquella noche, ella trazaba el camino, fuera de su rango todo era desconocido, con un movimiento eras capaz de dejar al descubierto lo peor de tus pesadillas, a ese monstruo que viste y por más que intentas no puedes sacar de tu cabeza. Nos adentrábamos a un lugar el cual muchas personas tenían la certeza de que nos esperaba una gran experiencia paranormal y eso, es lo que yo buscaba con muchas ansias. Nunca había presenciado nada fuera de lo normal, lo más cercano podría decir eran las películas, los libros, los videojuegos y los vídeos en la plataforma "TúVideo" que como sabemos el 90% son más falsos que decir que no tenía miedo aquella noche. No estaba sola, de verdad deseaba saber si lo que aquellos entretenimientos proyectaban tenían una pizca de realidad, pero no por eso iba a ir sola; me acompañaba Matías Salazar al cual llamo Mati de cariño. Él me ayuda siendo mi hombre cámara y hasta algunas veces ha hecho de director de los mismos. La verdad es que es la primera vez que salimos a explorar otro lugar ¿La razón? la contaré luego. 

Lo primero que notamos al entrar a esa extraña casa fue la gran cantidad de arañas que adornaban el lugar, estaban por todos lados, parecía una plaga, en serio, la cantidad era espeluznante, me cuidé mucho para evitar que se subieran a mi cuerpo, el solo roce de sus patas peludas hubiera causado en mí una sensación no deseada. Por lo menos Mati se divertía aplastándolas y viendo en primera fila como se retorcían del dolor.
  La casa estaba muy deteriorada, los muebles seguían ahí y la calidad de las fotos era mediocre, borrosas y casi ininteligibles, ese pequeño detalle la hacía mucho más tenebrosa; ¿Cuántos años han pasado sin que la casa haya sido visitada? Olvidé recalcar que no estaba abierta al público debido a que se le atribuía muchos sucesos no muy buenos para la reputación del pueblo. Igual con ayuda de una habitante de este pueblo logramos entrar.

— ¡Clarissa ven a ver esto!

Mati me gritó al entrar en una de las habitaciones en el piso superior, mi fascinación era tal que mi amigo se había adelantado y pasó totalmente desapercibido por mí. Me adelanté y lo que vi me causó escalofríos. En el suelo yacían miles de jeringas y la cama tenía un sistema de sujeción, quien sabe, tal vez trataban a un enfermo mental en esta casa o torturaban personas, cualquiera de las dos opciones no presentaba tranquilidad alguna.

—  Es justo como Abbie nos contó.  —Abbie es la chica que conocimos en este pueblo.

— Sí.  ¿Estás grabando?

—Claro que sí, da un poco de miedo esto ¿Qué habrá pasado aquí?

Giré mi cabeza a una esquina de la habitación y arriba de un mueble para ropa observé una muñeca muy hermosa, su estado era impecable, daba la impresión de que la compraron y no la tocaron en muchos años. Parecía nueva y desentonaba con el horrible lugar. Como si la oscuridad y la suciedad de aquel lugar no la afectara en lo absoluto.

— Graba eso. —No dude en decirle a Matías.

— Debe ser una broma. Parece que la compraron ayer y vinieron a ponerla en este lugar como si de un chiste de mal gusto de tratase.

— La habrán puesto para asustar a la gente.

— Llévatela. Parece a Crisbel ¿La recuerdas? 

— ¿Estás loco? —Digo con cara de desprecio.

Tenía razón, Crisbel era una muñeca con la cual jugaba desde niña, fue un regalo de mi madre. A pesar de la nostalgia que sentí al verla, no podía llevarme nada de este lugar. ¿Y sí estaba maldita? ¿Y sí tenía un trasfondo ocultista lleno de magia negra y maldiciones extrañas?  Todo eso pensé en cuestión de segundos.  Puedo pensar que se trata de una broma de Abbie, pero sería un poco loco pensarlo.

— Creo que ya grabamos suficiente Matías —La muñeca causó fascinación en mí.

— Pero si aún no captamos nada fuera de este mundo. A eso venimos Clari, ves una muñeca y ¿Ya quieres irte? ¿Te da miedo lo que pueda pasar?

— Volveremos otra noche — Me puse de pie debajo de la puerta y le dediqué otra mirada a la muñeca — ¡Graba! ¡Graba!

Mati dio un respingo y volteó la cámara. Esta vez sus brazos estaban extendidos hacia mí. Una mezcla entre terror y ternura paranormal crecían en mi interior, aun así, el marcador de miedo ya estaba pasando los límites, les juro que no estaba en esa posición cuando la vimos por primera vez, Matías lo notó, eso me tranquilizó un poco.

— Estamos solos Clarissa no puedes culparme a mí esta vez —Y es una lástima que no pueda hacerlo.

— Matías vámonos de aquí.  Esto no se lo va a creer nadie.

— Pues tu y yo lo estamos viendo Clari con eso nos basta. — No quitábamos la mirada de la muñeca y el miedo comenzaba a subir por mi espina dorsal.

—Pero la gente dirá que es un montaje y así.

—Tal vez, mira las arañas comienzan a crecer en número esto se pone más raro todavía. 

Era cierto, cada vez aparecían más. La muñeca se llenaba de estas que salían de la oscuridad. Su color blanco se tornaba oscuro. Matías ya estaba abajo y yo seguía ahí, observando a Crisbel digo... la muñeca. 

— ¡¿Dormirás aquí Clari?!  —Me gritó Matías desde afuera de la casa.

—No puedo dejarla aquí

— ¿Estás loca?

Ir en contra de mi voluntad no suponía algo que me gustara hacer, pero no pude, la saqué de ahí.



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En el texto hay: cultos, nuevas experiencias, terror suspenso

Editado: 18.11.2020

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