1º LIBRO – Realidad y Ficción
38.
Demasiado precipitado
Mientras tanto, en la casa, MJ acabó acorralando a Yako en el pasillo del piso de arriba. El chico se quedó entre ella y la pared, sin ver por dónde más huir, ya que había mucha gente por ahí pasando de un lado a otro con sus conversaciones y risas.
—Vamos, MJ, perdóname, te lo tomas muy en serio —le sonrió Yako con inocencia, haciendo gestos temerosos con las manos.
—Hm… —refunfuñó ella, y se aproximó a él para mirarlo a los ojos bien de cerca, clavándole un dedo en el pecho—. Está bien. Pero que no vuelva a pasar, o mañana no iré a trabajar a la cafetería para hacer esos sándwiches que todos los clientes piden.
—Pero si yo los hago igual…
MJ puso cara de asesina y fue a darle un pellizco de los fuertes en el brazo.
—¡Ay, ay, ay! ¡Vale, era broma, tú los haces mejor, eres imprescindible para la cafetería! Ma basta, per favore! —sollozó, resistiéndose a los intentos de la otra por pellizcarle por todos lados.
MJ paró, pero pronto sonrió y no pudo evitar reírse. Yako también se rio por la tonta escenita. Pero luego se calmaron y se quedaron mirándose el uno al otro. MJ se ruborizó un poco, y él también, y al darse cuenta, ella miró a otro lado con disimulo. Después, observó tras ella, donde estaban las escaleras, que al pie de estas había una pareja muy unida susurrándose cosas al oído y disfrutando de la fiesta, un chico y una chica que ellos conocían.
—¿Te has enterado? —le preguntó MJ, sin dejar de mirar a esos dos—. Mitsuki, la chica con la que saliste unos meses en primer año de carrera, y Tora, el chico con el que yo salí una vez, han acabado juntos.
—Oh… —se sorprendió Yako al divisarlos—. Caray, tienes razón, míralos… Fuff… Menos mal que Mitsuki no me persigue como las otras y ha encontrado a alguien que de verdad le corresponde. Me alegro por ellos.
—Van juntos a todas partes, en la universidad no se despegan el uno del otro. Están muy enamorados, y eso que son de personalidades muy distintas, todo un misterio. Y pensar que los presentamos nosotros…
—Los humanos sois muy impredecibles —sonrió Yako—. Por eso me gustáis.
MJ volvió a mirarlo a los ojos, poniéndose seria, pero, al mismo tiempo, reflexiva.
—Hay algo que no me cuadra, Yako.
—¿Eh?
—Verás, sé que el caso de la chica que te perseguía antes también te pasa con otras dos de tu época de instituto, pero… luego está el caso de Mitsuki, y el de Vanessa el año pasado, y el de Kannai después… Yo las he conocido porque son de nuestra uni, y realmente eran buenas chicas, sin cosas raras, ni locuras obsesivas ni nada. Y nunca duraste más de cinco meses con ninguna de ellas. Yo sé que ellas llegaron a gustarte de verdad, estuviste enamorado. Pero acabaste alejándolas de ti por algún motivo que aún no me has explicado. Y ya sabes… que tú siempre me hablas de cualquier cosa —miró al suelo mientras se pasaba un mechón de pelo tras la oreja.
—Ahm… —titubeó Yako, mirando para los lados—. ¿Cu… cuál es tu pregunta exactamente…?
—Yako —lo interrumpió, poniéndose severa, y el chico se estremeció un poco—. Sabes perfectamente cuál es mi pregunta. Has nacido con ese poder.
—Sinceramente, MJ, puedo leer a casi cualquier persona de este mundo, pero… la verdad es que contigo a veces no me resulta tan fácil saber en qué piensas —sonrió inocente, rascándose la cabeza, y la otra lo miró incrédula—. No sé qué me pasa contigo, que no siempre te veo tan evidente y predecible como los demás… a veces eres un misterio para mí.
MJ no se esperaba oír algo así y volvió a ponerse roja, pero no terminaba de entenderlo ni de creerlo, porque ella se consideraba la humana más normal y común del mundo, y a ojos de un Zou debía de ser la criatura más evidente y predecible y simple de todas. Pensó que Yako le estaba tomando el pelo o algo así. Volvió a ponerse seria.
—¿Acabas alejando a esas chicas de ti porque crees que debes hacerlo, a pesar de que por dentro no deseas hacerlo?
La sonrisa de Yako se apagó un poco, y sus ojos dorados miraron distraídamente a otro lado. No respondió nada.
—¿Por qué te haces eso a ti mismo? —insistió MJ, con un tono más suave y entristecido—. Dime, ¿te da miedo que una humana no pueda soportar que seas un iris?
Yako siguió callado. Realmente estaba ahí contra la pared, acorralado por MJ, mucho más por esa conversación que por su cuerpo bloqueando el paso. Parecía estar pensando qué decir, y finalmente la miró de nuevo a los ojos.
—Supongo que la llevo en los genes, la necesidad de proteger a todos los buenos humanos por igual. No puedo cambiar lo que soy. El hecho de que tenga que preocuparme por una sola humana con más atención que por los demás… lo siento injusto.
—No estás hablando de ser un iris, ¿verdad? —se percató MJ—. Hahh… —suspiró—. Desertaste, Yako.
—Desertar cambia mi vida, pero no me cambia a mí. Lo que soy y nací siendo. Una parte de mí es iris, sí, que quiere proteger a los humanos inocentes que me rodean, de los peligros, crímenes e injusticias. Pero, en el fondo… soy alguien que quiere proteger a todos los humanos e iris de este planeta… a todo un mundo de seres que no son como yo… de amenazas y problemas que hay por encima del mundo humano.
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romance y humor, accion con poderes, sobrenatural y crimenes
Editado: 12.06.2024