2º LIBRO - Pasado y Presente
21.
Técnicas y debilidades del iris
Comienza otro día más, y hay muchas cosas de las que encargarse. De esto decidieron dar un repaso Lao y Neuval, así que, después de su tercera reunión mañanera en la empresa, se metieron en el despacho de este último para hablarlo.
De camino a la planta 47, Lao no calló ni un momento, expresando su emoción por la reintegración de Yenkis en la familia Lao, recordando la visita al cementerio de ayer. A todo Neuval le respondía: “Sí... Ya... Ajá...” pacientemente. Aunque no se esperaba otra actitud de él. Kei Lian tenía en lo más alto de su escala de valores la familia, por lo que recuperar la relación familiar con Yenkis le vivificaba como el viento soplando a las brasas. Como para él su familia era lo primero, siempre se había posicionado a sí mismo y sus otros intereses en un segundo plano. Por eso era vicepresidente de Hoteitsuba y Segundo al mando de la KRS.
—¡Pero Neuval! —de repente el viejo lo agarró de los hombros, ansioso, cuando estaban solos en mitad de un pasillo—. ¡Pero di algo! ¿Pero por qué no estás tan contento como yo? ¿Es que no estás contento?
—Ay… —Neuval sintió que le crujían los hombros—. Sí, estoy contento.
—Hmm… —Lao se acercó a su cara y le clavó una mirada analizadora—. Ya… Pero sigues preocupado.
—¿Obvio?
—No, olvídate de eso, jefe. Te prometo que has tomado la decisión correcta, y en el momento correcto. Yenkis ya tiene 12 añazos… uh… —hizo un gesto melodramático al darse cuenta de cómo pasaba el tiempo y lo mayor que se estaba haciendo su nieto más pequeño—. Ya era el momento de hacer este intento. Te has arriesgado y ha salido bien.
—Por ahora.
—¡No! Quítate eso de la cabeza. Todo seguirá por buen camino, ya lo verás. Nuestra familia, nuestras identidades, no van a correr peligro. Yenkis ya es lo suficientemente mayor para entender las cosas, y para saber tener cuidado con lo que decir y hacer y mantener las apariencias en público.
—¿Y quedar con Lex de vez en cuando es mantener las apariencias? —ironizó Neuval.
—¿Eh? ¿Qué hay de raro en que un joven hombre quede con el socio de su padre para tomar un café?
—Te reformularé la pregunta: ¿Qué hay de raro en que un joven y atractivo médico franco-japonés quede de vez en cuando con un viejo chino divorciado de admirables músculos para tomar café y para quedarse a dormir en su casa algunos fines de semana?
El viejo Lao se quedó mudo, y blanco como el papel. Tal como lo pintaba Neuval, no sólo parecía raro, sino también extremadamente inapropiado.
—Neuval, acabas de convertir en algo asqueroso la relación tan bonita que tengo con Lex de abuelo y nieto.
—Es lo que la gente vería desde fuera.
—La gente no ha visto nada de eso desde ningún ángulo, Neu. Lex y yo nunca hemos levantado sospechas. Si alguna vez algún conocido de esta empresa me ha visto en una cafetería o en un bar tomando un café o una cerveza con el hijo del jefe y me ha preguntado por ello, yo le respondo que hablamos de negocios, como del proyecto Nebiotec. Y la gente lo ve lógico.
—Ah… ya… el proyecto que Lex lleva desde su infancia contándome a mí y que al final, a la hora de hacerlo realidad, ha decidido ocultarme.
—No te lo quiere ocultar, Neu, él solamente quería esperar a que le dieran luz verde y después contártelo. Le daba reparo la idea de hablarte del proyecto para que después el Comité le dijera que no es plausible.
—¿No le han dado ya luz verde? Sigo esperando.
—Apenas ha pasado una semana desde la noticia, dale algo de tiempo, ¿no?
—De todas formas, ¿qué diantres hacéis cuando él te visita y se queda a dormir en tu casa? —preguntó Neuval, y siguió caminando por el pasillo.
Lao no pasó por alto ese constante tono irritado. Más bien, se trataba de unos celos enormes. Neuval tampoco es que se molestase en ocultarlos.
—Charlar… ver alguna película… echar largas partidas al ajedrez… A veces bajamos al parque deportivo y echamos unas canastas… Mai Tsi también disfruta las visitas de Lex, él me cuenta que con ella se pone a cocinar recetas raras, a plantar cosas en el jardín de atrás…
Neuval volvió a pararse en medio del pasillo. Esta vez se quedó mirando al suelo, sin decir nada. Su cara parecía de enfado, pero no era enfado. Lao suspiró. Era obvio que Neuval se muriese de envidia y de rabia. Tampoco es que él hubiera carecido de esas actividades compartidas con Lex, de hecho, con Lex había tenido 18 largos y estupendos años de compartir mil actividades con él. Era, simplemente, que lo añoraba.
Tampoco podía echarle en cara a Lao que le contara lo mucho que él o Mai Tsi disfrutaban con Lex, y mucho menos decirle que dejara de tener esa relación tan cercana con él porque le daba mucha envidia, por supuesto. Esto sería extremadamente infantil y egoísta. Sin duda, Neuval se alegraba de que tanto Kei Lian como Mai Tsi tuvieran una relación muy afectuosa y cercana con Lex, igual que la tenían con Mei Ling y con Kyo. Además, Neuval lo sabía, que ese tipo de actividades que sus padres solían hacer con Lex les recordaba mucho a lo que solían hacer con Sai. Neuval siempre fue el iris, y estuvo más acostumbrado a hacer o a hablar de cosas de iris o derivadas con sus padres. En cambio, Sai siempre fue el humano y sus padres hacían o hablaban con él de cosas más de humanos.
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Editado: 30.11.2024