2º LIBRO - Pasado y Presente
23.
Incómodo
La mañana del jueves no sólo estaba transcurriendo con una agradecida normalidad para Hana, Lao y Neuval, sino también para el resto. Si para Cleven la normalidad era sudar a mares y sufrir en mitad de un examen, claro. Había que decir que, gracias a la ayuda de Kyo, que la noche del martes pasado la ayudó a estudiar para ese examen, lo estaba haciendo mucho mejor de lo esperado. También, tenía mucho que ver su nueva motivación. Ella no le prometió a su padre esforzarse más sólo para contentarlo; ella realmente quería demostrárselo a sí misma.
Además, este examen iba a ser ayer, pero Denzel se ausentó por la aparición de Link y Owen y lo aplazó a hoy. Por supuesto, estar en un aula haciendo un examen a sus alumnos era el último lugar en el que Denzel quería estar ahora, porque, evidentemente, tenía mejores y más importantes cosas que hacer. Pero esto también tenía su importancia. Su trabajo humano, su identidad humana, los necesitaba mantener intactos y no levantar sospechas en ese otro enemigo que siempre estaba al acecho, el Gobierno, concretamente, Hatori y el puñado de agentes que sabían sobre la caza de iris.
Al menos, durante un par de horas, Denzel podía estar ahí cumpliendo su deber humano. Pero estaba atento al móvil. Esa mañana, Link, Owen y Naminé habían vuelto a salir a las calles a buscar alguna nueva pista sobre el paradero del resto de sus hermanos. Ya habían aprendido a usar lo básico del teléfono móvil, y cómo funcionaban las cosas en las calles. En cuanto a tener cuidado y la discreción, ya habían entrenado desde pequeños.
Puede que estuviera ansioso y con toda la atención centrada en su móvil encima de su mesa, pero a Denzel difícilmente se le escapaban los clásicos comportamientos de los alumnos humanos.
—La fórmula de la energía cinética, ¡la fórmula! —decía Cleven en voz baja, desesperada.
—¿Qué? —preguntó Raven, con su pupitre separado a una distancia de ella.
—¡La fórmula de la EC! ¡Eee Ceee! —repitió Cleven, intentando ser discreta mientras hacía gestos con los brazos para formar las dos letras, cual cheerleader.
—Un medio por la masa por la velocidad al cuadrado —dijo Denzel en voz alta, mirando a Cleven.
La joven pegó un bote en su pupitre y se puso tensa y roja.
—Aunque no sé para qué la quieres, si lo que pregunto es el calor específico, CE —añadió el hombre.
El silencio de la clase se interrumpió por varias risas, y la mayoría levantó la mirada de sus exámenes sólo para ver la cara avergonzada de Cleven.
—¡Ah! Hehehe... —se rio Cleven inocentemente—. Menudo despiste...
—Hehehe, menudo suspenso —se rio Denzel, levantando el boli rojo sobre su lista—. ¡Bam!
—¡Nooo! —Cleven se levantó de golpe, empujando el pupitre, y este se chocó con la silla de Drasik, que estaba delante.
—¡Burra! —protestó Drasik, que sin querer había hecho un rayajo en su hoja de examen y en todo el resto del pupitre, y poco le faltó para pintar al de delante.
—Bueno, bueno —puso calma Denzel—. Lo pasaré por alto, dado que no has conseguido la respuesta que buscabas, ¡por tonta!
—Gracias... —sollozó Cleven, juntando las palmas de las manos y volviendo a sentarse—. Gracias...
—Te lo ha perdonado, pero se ríe de ti —le comentó Nakuru en voz baja, que se sentaba cerca de ella.
«Sí que está animado, Denzel» pensó Kyo, mientras todo volvía a quedarse en silencio y todos seguían con el examen. Sin embargo, veía que el hombre estaba cada dos por tres echándole un ojo al móvil impacientemente.
La verdad es que Kyo llevaba desde ayer con un pequeño pensamiento que no se le iba de la cabeza. Podía sentirlo. Era su iris, en su natural funcionamiento de estar siempre al tanto de los detalles, datos y percepciones, intentando decirle algo. Desde que descubrió ayer por la mañana el caso de Denzel y del misterioso salto en el tiempo que habían dado sus hijos, por alguna razón que todavía no había podido descifrar, se le venían a la mente aquel par de eventos que vivió en la primera y segunda semana de curso.
Kyo ya se lo explicó a su madre, que algunos profesores y el director Suzuki terminaron regañándolo “por tener peleas callejeras con otros chicos”, cuando lo que sucedió realmente es que Kyo fue a socorrer a una niña extraña del acoso de varios chavales en las inmediaciones del instituto, enfrentándose a ellos para ahuyentarlos, como era su deber de iris.
La primera vez que sucedió, encontró a un grupo de cinco chavales, con el uniforme de otro instituto, conocidos por ser típicos alumnos problemáticos, metiéndose con una niña más joven, quizá de 11 o 12 años, que tenía un raro aspecto. Kyo intervino esa vez alzando la voz, y enseguida los chavales se dispersaron y la niña salió corriendo.
La segunda vez, días más tarde, encontró el mismo panorama, pero esa vez los chicos estaban tirándole del pelo a la niña, o tratando de quitarle el gorro que cubría su cabeza hasta los ojos, o empujándola. Entonces, Kyo volvió a intervenir, esta vez llegando a las manos, ya que los otros chicos se envalentonaron, pero no duraron mucho. Kyo tenía el doble de masa muscular que todos ellos y acabó dándoles un buen escarmiento, para que no volvieran una tercera vez por ahí. Y en el momento de ayudar a la niña a levantarse del suelo, esta reaccionó de manera hostil y se marchó.
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Editado: 30.11.2024