2º LIBRO - Pasado y Presente
25.
Lo que Denzel calla
—Hm… Hm… —murmuraba Denzel, con una cara muy seria y pensativa.
Naminé, sentada en la mesa del comedor con una taza de té, observaba al hombre dar vueltas de un lado a otro por el salón sin cesar, mientras James y Lu Kai, con cinta adhesiva en las bocas, intentaban liberarse de las sillas donde Denzel los había atado con dos metros de cuerda. Naminé prefería no pensar qué tendrían que haber hecho para que acabaran así, era algo que había visto tantas veces que ya le parecía normal.
Llegó un momento, tras unos minutos, en que Denzel dejó de dar vueltas y se acercó a los gemelos. Sólo les quitó la cinta de la boca.
—Bien. Ahora que ya me he calmado y se me pasaron las ganas de mataros —les dijo con tono severo—. ¿Dónde habéis estado y qué habéis estado haciendo todo este tiempo desde que aparecisteis aquí, aparte de destruir la ciudad? Con vuestra labia y desvergüenza habríais podido encontrarme a mí o a alguien de la Asociación en cuestión de minutos nada más llegar aquí.
—Nos entretuvimos jugando a las canicas —contestó James, y Lu Kai acompañó con una sonrisa.
—Ah… —asintió Denzel, y miró a su hija mayor—. Creo que dicen que prefieren ser interrogados por ti, love.
—Con gusto, padre —Naminé dejó la taza sobre la mesa y ya comenzó a levantarse de su silla.
—¡NO! ¡Cualquiera menos ella! —gritaron los gemelos de inmediato, de repente muy atemorizados—. Sólo estábamos tratando de huir —dijo Lu Kai—. Sí, no hemos tenido más remedio que ir a escondernos de un lugar a otro todo el tiempo —dijo James—. ¡No podemos confiar en nadie de aquí! —concluyó Lu Kai.
—¿Qué? ¿Huir? ¿De quién? —intentó entender Denzel.
—Ah... —se encogieron de hombros—. No nos parece justo... —dijo James.
—... que explicaciones nos pidas... —dijo Lu Kai.
—... después de atarnos como animales...
—... para nuestro disgusto...
—... pues preguntas también tenemos...
—... y bien nos escama...
—... el tercer en tu pelo...
—... mechón blanco que vemos...
—... y tu aspecto más que el nuestro crecido...
—... lo que en definitiva...
—... a pensar nos lleva...
—... que al futuro nos hemos ido —concluyeron al mismo tiempo.
—Mmm... —balbució Denzel, casi como un sollozo melancólico, e hizo que se secaba una lágrima tras las gafas—. ¿Cómo puedo enfadarme con ellos? —le preguntó a Naminé—. ¡Son adorables, hacen poemas!
—Ahorraos esos juegos de voces y versos y de gemelos espeluznantes —bufó Naminé, poniendo los ojos en blanco—. Con nosotros no funciona, sabemos lo pirados que estáis.
—¡Pues este par de pirados son los consejeros del emperador! —le espetaron los gemelos a su hermana.
—Cuando envejezcan no serán tan graciosos... —siguió gimoteando Denzel, pero volvió a centrarse en el tema y recuperó enseguida su semblante severo—. A ver. Quiero me expliquéis ahora mismo por qué habéis sido tan irresponsables desde que aparecisteis aquí, qué demonios os ha llevado a tomar decisiones tan erradas.
—Ni hablar —le espetó James.
—Muchacho… —se enfadó Denzel por ese tono, levantándole un dedo de advertencia.
—¿Cómo podemos saber siquiera que podemos confiar en ti? —insistió James, receloso.
—¡Jimmy! ¿¡Qué pasa contigo!? —protestó Denzel.
—¿¡Qué esperas de nosotros!? —dijo Lu Kai en defensa de su hermano—. Aparecemos en esta época distinta. Solos. En esta ciudad infernal. No sabemos dónde estamos, a dónde ir, a quién acudir. ¡Y a los dos primeros iris que conseguimos encontrar y pedirles ayuda, de repente tratan de amordazarnos y cubrirnos las cabezas con sacos y llevarnos arrastras a algún lugar sin explicaciones!
—¿Qué? —se sorprendieron tanto Denzel como Naminé.
—Logramos escapar —continuó James—. No hemos parado de hacerlo hasta ahora. Si no podemos confiar en los iris de aquí, ¿en quién vamos a confiar? Aquellos nos amordazaron, igual que tú nos has hecho ahora, así que ¿quién nos garantiza que no estás al servicio de ellos? —movió los brazos, apresados por la cuerda.
—Llevo atándoos a sillas desde que teníais 3 años porque es la única forma de manteneros quietos cuando estáis de los nervios —se defendió Denzel.
—No sabemos nada sobre ti —objetó Lu Kai—. Eres un extraño —dijo James.
—¡Chicos! —intervino Naminé, indignada—. ¿¡De qué vais!? ¿¡Os habéis golpeado la cabeza!? ¿¡Cómo no reconocéis a nuestro propio padre!? Tiene un aspecto algo más mayor, ¡pero es el mismo!
Sin embargo, los gemelos se mantuvieron sorprendentemente serios y callados, observando con recelo a Denzel, firmes en su postura. Naminé hizo otro gesto incomprensible y miró a su padre, esperando que les dijera algo, pero el taimu también se quedó en silencio.
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romance y humor, accion con poderes, sobrenatural y crimenes
Editado: 30.11.2024