Close to you

Capítulo XVIII: Agridulce

Estaba por terminar el tercer semestre de mi maravillosa carrera, solo faltaba una semana y bye semestre, hello vacaciones de diciembre. Gracias mi desempeño escolar puedo decir que solo espero a que mis maestros suban mis calificaciones y solo espero obtener un buen promedio, todo esto con el fin de que al final me pueda graduar con honores o mínimo alcance para titularme por promedio porque sinceramente la tesis me intimida demasiado, aunque para la maestría también la tengo que hacer, pero… me estoy yendo muy lejos.

–¿Andy de casualidad tienes un plumón .5? – volteo a ver a Alan quien se encuentra muy apurado haciendo uno de sus proyectos de arquitectura, nos comento que de ese plano dependía su calificación–Claro, tómalo de mi escritorio.

–¡gracias! Ventajas de que seas la morra de los plumones– Ignoro su comentario y solo veo como Alan toma el pulmón negro y rojo y seguido de eso se va de mi habitación.

Niego con mi cabeza y vuelvo a verme al espejo con luz frente a mí, delineo mis ojos cuidadosamente y una vez que mis dos ojos están más o menos iguales sonrió y termino mi maquillaje con un labial color vino y lista para triunfar.

Me pongo mi abrigo y me veo en el espejo de cuerpo completo: llevo una blusa básica color negra, unas botas negras, sin tacón y un jean de mezclilla.

Sin poder evitarlo hago una cara resignada, me veo mas gorda, aunque la blusa negra me simule la panza se que he subido de peso, suelto un suspiro y me encojo de hombros, en vacaciones hare ejercicio.

Si claro, odias hacer ejercicio y más en invierno.

Tomo mi pequeño bolso y me voy a la sala del departamento, checo mi teléfono y me llega la notificación de que mi taxi ha llegado, por lo que me despido rápido de mis amigos y salgo del departamento.

–Buenas noches, bonita– carajo, carajo… el vecino acosador. – ¿no es algo tarde para andes saliendo? ¿luego te pasa lo que te pasa?

El hombre viejo y yo estamos en las escaleras, la venia subiendo y yo bajando, maldita suerte. Mis manos comienzan a temblar y mis piernas igual, mi espalda se tensa y unas ganas de vomitar me invaden mi sistema.

–Buenas noches… vecino– respondo educadamente y trato de que esquivarlo, pero claro no tengo buena suerte y me agarre de mi antebrazo. –Disculpe me están esperando.

–No creas que olvidare lo que me hiciste pasar, bonita– dice sin soltarme y pasando su asquerosa mano por mi mejilla– Esta me las vas a pagar.

–¿Andrea, todo bien? –tanto el viejo cochino como yo nos sobresaltamos al escuchar la voz profunda y enojada de Benjamín. –El taxi te espera.

–te estaré esperando, bonita– dijo el hombre cerca de mi oído y finalmente me deja libre, después de eso sube rápidamente las escaleras o al menos lo rápido que le permite su sobrepeso y una vez que esta fuera de mi vista suelto un suspiro lleno de alivio.

–Con cuidado, Andy– dice Ben con preocupación– Me avisas cuando regreses.

–Gracias Ben– respondo con una mano en mi pecho– Si, te llamo cualquier cosa.

 

 

Llego al establecimiento de siempre, Witch Wings se ha convertido en nuestro lugar favorito para comer alitas, dedos de queso, hamburguesas y una buena michelada.

Lu, Gloria, María y Xiomara ya están en la mesa de siempre y parece que me estaban esperando porque aun no tienen nada sobre la mesa.

–¡Al fin llegas! –Exclama Luisa con reproche. – por poco y no esperamos.

–Hola amiga– me saludo Xiomara con una sonrisa. – ¿todo bien?

–Todo bien, amiga– le respondo y le devuelvo la sonrisa–Lo siento el taxi tardo mucho en llegar.

–El servicio a veces es tan malo y lo peor es que es caro– comento Gloria negando con la cabeza, haciendo que sus rizos se vieran fantásticos.

El mesero llega muy sonriente y me pregunta que voy a ordenar, pido una michelada con clamato y un paquete donde vienen dedos queso, aros de cebolla, alitas y papas a la francesa.

–¡Brindo por otro semestre que se va! – exclama Xiomara levantando su michelada, la cual es pesada porque es un tarro.

–¡por otro semestre! – exclamo con una sonrisa fingida, levantamos nuestros tarros de michelada y las chocamos.

Sonrisas fingidas de mi parte, comentarios mordaces de Lu, Xiomara intentando aligerar el ambiente, María en su teléfono y Gloria analizando todo. Ojalá pudiera decir que disfrute nuestra salida por haber terminado bien el semestre, pero solo recuerdo la mirada de aquel hombre, su boca contra mi oreja y su mano acariciando mi mejilla, esto solo hace estremecerme.

El mesero me trae otra michelada y le pido una hamburguesa con papas para llevar. Mis amigas me ven con rareza y les explico que son para Roberto.

–¡Wey! El siguiente semestre hay que echarle mas ganas– dice Luisa con decisión.

Este semestre le fue mal a Luisa y bajo de calificaciones, nada raro ya que no asistía a clases y tampoco hacia tareas, después se estuvo quejando de que le fue mal y estuvo comparando sus calificaciones con las mías, a final de cuentas hizo un berrinche.

–Pues yo si le eche ganas este semestre– comento y después le doy un sorbo a mi bebida– De hecho, tengo muy buen promedio.

–¡Si Andrea ya sabemos que te fue muy bien! – grita Luisa con enojo y cierto deje de celos.

Tantas cosas por decirle, pero no, no soy como ella y no le voy a dar el gusto de verme molesta, por lo que solo me encojo de hombros y sigo disfrutando de mi michelada. Que fastidio esta noche, primero aquel viejo y ahora esta mujer, que flojera.

–Pues sí, hay que esforzarnos más el siguiente semestre– comento Xiomara acabando con el silencio incómodo.

Después de una hora, pedimos la cuenta y el mesero nos la trae junto con mi hamburguesa, la cual no es para Roberto sino para mí.

–¿Van a venir por ti? – me susurro Xiomara.

–No, me voy a ir en taxi.

–Ay te vas con cuidado– me dice Xiomara.




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