El maestro se va dejándonos un montón de tarea para la siguiente semana, que fastidio pero era de mis materias favoritas y no me quejaba tanto como en otras materias.
Mientras anoto en mi libreta la tarea mis amigas hablan como cotorras, les presto atención hasta que mencionan mi nombre.
– ¿Qué opinas?– pregunto Luisa enarcando su perfecta ceja castaña.
– ¿Sobre qué?– pregunto confundida–estaba anotando y no presente atención.
Luisa no me responde y se voltea hacia otro lado pero alcanzo a ver cómo pone sus ojos en blanco y hace una mueca… mi pan de cada día a esta señorita todo lo que digo y hago está mal.
–Los amigos de Luisa darán una fiesta de disfraces. – Me explico Xiomara– es mañana.
Ufff mañana.
¿Decir o no decir la verdad? He ahí la cuestión.
Una parte de mí no quería meterse en problemas pero con Luisa siempre hay problemas entonces no me gano nada ocultando la verdad.
Por ejemplo, al día siguiente de cuando me fui con Dante, Luisa indago y exigió saber con quién me había ido y quien era el muchacho, mi respuesta fue que era mi compañero y listo, aunque todo el día quiso describir más cosas.
Al carajo.
–Es que ya tengo planes para mañana– digo fingiendo lastima.
Además de que ya tengo planes con mis roomies, está el pequeño detalle de que a la última fiesta de los amigos de Luisa, a la que nos colamos porque esa gente ni siquiera nos conocía, fue un fatídico desastre, estuvo muy aburrida, además Xiomara, Gloria y yo nos habíamos esforzado en nuestros disfraces y cariños nadie iba disfrazado en aquella fiesta.
– ¿Y eso?– pregunto Gloria.
–Me invitaron a una fiesta cerca de donde vivo– explique escuetamente– de hecho me dijeron desde la semana pasada.
–O sea que prefieres irte con desconocidos que con nosotras– impero Luisa ofendida.
–No son desconocidos, los chicos viven conmigo– me encojo de hombros.
–No te preocupes amiga, será para la siguiente ocasión– dijo Xiomara con voz conciliadora.
Le lanzo a mi amiga una sonrisa agradecida de su interferencia.
Las clases continúan con normalidad y llega la hora de salida, todas estamos en la parada del autobús porque a Luisa se le descompuso el carro y tanto ella como Gloria se irán en camión mientras que Xiomara espera a su papá.
Luisa y Gloria se van en el camión y yo espero a que llegue el papá de mi amiga para irme a casa, no quería que se quedara sola en la parada.
–No le pareció que rechazaras la invitación–comento Xiomara de repente.
–Si vi su carota– dije soltando una risita–pero ustedes pueden ir sin mí.
–Tengo la ligera sospecha de que no iremos– dijo volteándome a ver– Las cosas no van bien y lo sabes.
–No le caigo bien ¿Qué puedo decir?
Un carro verde se estaciona frente a nosotras y es el papá de mi amiga, nos despedimos rápidamente y emprendo mi camino hacia la casa.
–Hola– saludo a los chicos en cuento entro a la casa.
–Buenas noches señorita– dijo Dante sonriéndome–Llegas tarde.
–Fueron diez minutos– me defiendo. – ¿ya cenaron?
Hoy salía la señora Karla que vendía unos tacos de muerte, una salcita verde con aguacate que de verdad se me hace agua la boca.
–Es noche de tacos con Karla– dijo Oliver sobando su estómago– Pero sale dentro de media hora.
–Sirve que descanso un poco–digo dejándome caer en medio de ellos.
–Mientras no te duermas como la semana pasada…– susurro Oliver sin dejar de ver la televisión.
–Estaba cansada.
–Cambiando de tema… ¿ya tienes tu disfraz, Andy?– me pregunto Dante pasando su fuerte y moreno brazo por mis hombros.
Noto la mirada seria de Olivier ante el gesto de Dante pero la verdad no me incomoda a mí.
–Lo tengo todo listo– respondo sonriéndole– ¿y ustedes?
–Fue una odisea convencer a este chavo de que nos acompañara–dijo Dante dándole un golpe amistoso a Oliver –pero nuestros disfraces son di-vi-nos.
–Hasta no ver, no creer– respondí de inmediato– No habrá disfraz mejor que el mío.
–Ya lo veremos. –susurro Dante inclinándose hacia mí.
Después de una hora decidimos ir por los benditos tacos, dentro del fraccionamiento había chicos de la escuela haciendo ruido y platicando, la verdad me gusta vivir aquí y me agradan mucho mis compañeros.
–Yo quiero seis tacos de costilla– le digo a la señora Karla.
– ¿Y la dieta?– Dice Oliver con sarcasmo.
–Tengo hambre– me defiendo, unos tacos no le hacen daño a nadie.
Regresamos a casa con 20 tacos, ¿pueden creer que Dante se come 8 tacos el solo? ¿Cómo es que sigue delgado? Ahh hombres a veces quisiera tener su metabolismo.
Cenamos entre chistes, anécdotas y burlas hacia nosotros mismos, en serio me agrada estar aquí, creo que era uno de los cambios que necesitaba mi vida.
Me despido de los chicos y subo a mi habitación, hago mi rutina pero de repente me da sed y bajo por un vaso de agua aunque me detengo a media escalera cuando escucho la voz de Dante y Oli.
–Deja de hacer esto– dijo Oli con enojado.
–No se dé que hablas– el tono de Dante es despreocupado y casi estoy segura que tiene sus manos en su nuca.
–No te has pendejo– doy un respingo porque en el poco tiempo que llevo conociendo a Oliver nunca me había tocado escucharlo decir malas palabras–deja de coquetear con ella.
–Uhm no quiero.
–Es en serio viejo–volvió a insistir Oliver– Ander nos lo advirtió.
–Ander es un imbécil– Ok… se supone que son amigos Ander, Oliver y Dante, que extraño– No se decide por una u otra y mientras no sean novios yo hare mi luchita con Andrea ¿capisci?
–Ander es tu amigo y está interesado en Andrea. –advirtió Oliver.
–Ander no sabe lo que quiere– dijo Dante y escucho como una silla se recorre– Además nos estamos conociendo, no te alteres.
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Editado: 30.12.2020