Cognitis

Capítulo 1 - Ordinaria o Especial -

Diciembre, 1978.

 

Sin tener más aliento y desbordando todo su dolor, se tiró de rodillas entre tierra y arbustos, con lágrimas, como cascada que salían de sus ojos, con la sensación de que el corazón se lo apretaban en un puño demoledor, llegando a ser insoportable, una mezcla de fuego y ardor, y todo esto lo sentía al centro de su pecho, casi que gritando y entre sollozos y lágrimas exclamó:

- ¿Que voy a hacer? Ahora estoy sola. Esto debe ser un error. ¡Pablo pagará por esto! ¡Fui una estúpida al creerle! - miles de ideas pasaban por su cabeza y sin dudarlo, empezó a golpearse el vientre.

- ¡No eres bienvenido!, ¡tú y tu padre me las pagarán!, ¡debes morir! -

En ese momento cayó al suelo, desmayada, seguramente por la mezcla de emociones y el estrés que vivía, su cuerpo, colapso.

**
-¿Así que ella es?, esperaba a alguien más joven, mi rey- habló una voz aguda con pintas de malévola.
-No es ella, sin embargo, ella nos dará lo que queremos, una alma odiada y rechazada desde su concepción, lo que yo llamaría un perfecto barro para moldearlo a mi antojo.- dijo el Rey Paimóm, el más fiel y leal a Lucifer.
Levantando levemente su mano, mencionó algo parecido a una orden u oración en una lengua difícil de entender.
-Pero mi Rey, ¡ese es un hechizo de protección!- 
-Lo sé Ferdol, es que lo quiero vivo, tengo planes con él o mejor dicho con ella aquí en la tierra. Ella será la llave para mi legión. Vámonos pero envía a un alado para que la cuide-
-¡Si, mi rey!-
**

Bella despertó en un policlínico médico, algo confundida y asustada.

- ¿Estas bien? Tranquila estas en el policlínico San José, el guardia del bosque te encontró sin conocimiento y te trajo. ¿Alguien te atacó? - Preguntó una mujer de traje elegante, que ocultaba bastante bien debajo de un mandil blanco.

-No, creo, creo que me desmayé. Debe ser por el... -

Cerró sus labios antes de terminar la oración, no quería revelar a nadie lo que pasaba dentro de ella.
-Sí!, continua, el bebé, vimos los exámenes en tu bolso, lamentamos haber tenido que revisar, pero era necesario saber tu identidad y si contabas con seguro médico.-

Bella se levantó de la camilla y se quedó helada, pero reaccionó de inmediato, como si fuera un simple comentario. 
-Entiendo, espero no hayan llamado a nadie-  más que pregunta, parecía una afirmación.
-No fue necesario, apenas llevas 15 minutos aquí. Ya te tomamos tus signos vitales y al parecer estas bastante bien, tal vez algo agitado tu rpm, pero ya sabemos porque, mmmm... pero si deseas, llamamos a alguien para que te venga a recoger ¿?-
- No es necesario doctora....-
-Levas, Doctora Gilda Levas, un gusto conocerte-  estiró la mano delante de Bella.
-Gracias, Dra. Levas, soy Bella Sullivan, bueno ya lo sabe, mucho gusto.- alargó su mano en respuesta a la acción de la doctora, dándole un apretón suave.
-Bien Bella, soy la obstetra en jefe del policlínico, si necesitas atención puedes empezar los controles médicos en nuestro policlínico, los servicios son bastante buenos con el seguro médico que cuentas, e inclusive hay talleres para madres primerizas como...- 
-No soy primeriza- dijo en seco Bella, frenando a raya con el repertorio de la doctora y luego de varios segundo mencionó- tengo una niña de 4 años, se llama Samanta, y gracias pero no deseo atenderme.- se dirigió camino a la puerta.
- Ok, veo que tienes prisa, seguro ¿estás bien?- insistió la doctora al ver que su comportamiento era algo apático.

Bella intuyó que si no se mostraba agradable y tranquila no la dejaría ir sin problema, así que decidió relajarse un poco y seguirle la corriente

-Sí, pero estoy solo un poco nerviosa, aun no le he dicho al papá de su nuevo logro- señaló su vientre- así que debo irme.
- Oh, claro, te entiendo, disculpa, pero no te preocupes, seguro estará feliz- afirmó la doctora al mismo tiempo que estiraba su brazo con una tarjeta de presentación en la mano- por si cambias de opinión y pidas una cita para tu control-
Bella asintió y tomó la tarjeta con una pequeña sonrisa fingida, saliendo de la oficina.

Llevaba caminando un poco más de 20 minutos hasta que finalmente llegó a casa.

- Hola abu, ¿está mamá? - mencionó apenas vio a su abuela sentada en la mecedora tejiendo, a lado de la ventana, tal como lo hacía todas las tardes, y cerrando la puerta tras de sí.

- Hola Bí, aun no llega tu madre del estudio jurídico, estos abogados italianos se aprovechan de ella. - se irritaba la abuela por el exceso de trabajo que realizaba la madre de Bella - Si tan solo pudiera hacerles un conjuro, pero bien sabes que tu madre no me deja. Ya fuera rica pero no entiende -  dijo mientras fruncía su ceño en muestra de enojo.

Escuchando hablar así a su abuela, Bella recordó su dolor y tal vez esa era su mayor venganza - Sí,si,si  eso es - lo dijo en voz alta casi sin darse cuenta.

- ¿Que está pensando esa cabecita? ¿No pensarás trabajar tú también? Dejando a esta vieja sola con la pequeña Samanta - casi que protestó la abuela, mientras trataba de balancear su cuerpo hacia adelante para levantarse de la mecedora.




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