Cohibida

Capítulo 7

¿Quieren descubrir a los personajes de ésta obra? Los tenéis en mi perfil de Instagram florecillas

@phavyprieto

 

 

En aquel instante sentí todo mi cuerpo temblar cuando aquel hombre se incorporaba mirándome detenidamente, observándome y estudiándome como si verdaderamente valorase esa posibilidad.

—¿Estás segura de eso, Lisa? —preguntó devolviendo la mirada a la pequeña—. ¿No será que lo has imaginado? —insistió.

—No. Ella lo hizo ayer —volvió a repetir la pequeña y maldije en mi interior porque me hubiera salido aquel reflejo natural sin siquiera pensarlo.

Para mi absoluto desconcierto sentí como la mano de aquel hombre llamado Declan se cernía sobre mi muñeca y de improviso era arrastrada por aquel angosto pasillo hacia el final donde había una puerta. En cuanto entramos él la cerró con calma y me miró fijamente.

Me había arrastrado hasta la que era su habitación, algo parecida a la que a mi me había designado, solo que aquel hombre tenía muchos libros por todas partes y una mesa con demasiados cacharros extraños sobre ella que había indicado que no tocase el día que llegamos.

—¿Es cierto que ayer sonreíste a Lisa? —preguntó mirándome fijamente como si aquello fuera verdaderamente importante.

¿Qué se supone que contesto yo ahora? Digo que si… digo que no. La negación siempre es la mejor opción en estos casos.

—No —negué tratando de ser convincente.

Sentía sus ojos tan fijos en los míos que por un momento sentí que iba a darse cuenta, que finalmente lograría descubrirme y mi tapadera se iría al infierno. No quería hacerle daño, después de todo me había tratado bastante bien hasta el momento, pero sabía lo que me ocurriría si me descubría y no podía permitir que interrumpiera mis planes.

Noté como sus dedos se acercaron suavemente a mi cuello y rozaron levemente la zona donde había recibido el pinchazo, acariciándolo suavemente. Después sentí que cogía mi mano derecha y suavemente la giró donde se apreciaba claramente la marca de la flor, esa marca del azambar que indicaba que había sido marcada por la droga.

—Por supuesto que no… —gimió finalmente—. Eso sería absolutamente imposible —añadió mientras seguía rozando con aquel dedo la marca.

Sentí como todo el peso de la tensión que había acumulado se desvanecía comenzando a poseerme una tranquilidad inaudita e incluso pude dejar de contener la respiración para hacerlo con calma. Al menos hasta que me di cuenta de que aún no me había soltado la mano, de que todavía seguía acariciándome de una forma extraña y entonces contra todo pronostico mi pulso comenzó a acelerarse en un sin sentido a causa de esa caricia que él me hacía.

—Me habría gustado verte sonreír… —susurró con una voz ronca que casi me hizo cerrar los ojos por la suavidad que con la que aquel tono acariciaba mis oídos.

¿Por qué sentía ese cúmulo de sensaciones tan extrañas?, ¿Qué era lo que me estaba pasando?, ¿Sería a causa de la droga? Probablemente era eso, debía tener algún efecto en mi que me causaba ese efecto cuando él se acercaba.

—Necesito que aprendas todo lo que Margaret hace aquí. Fíjate en cada detalle que ella hace para después hacerlo tu de la misma forma. ¿De acuerdo? —mencionó soltándome la mano e infinitamente lo agradecí, puesto que no sabía por cuanto tiempo más podría aguantar sin que se apreciaran las evidencias del efecto que él me causaba.

—Si —contesté con premura.

—Bien. Ahora he de irme. Te veré luego.

No contesté. Preferí permanecer allí de pie sin mover un solo músculo hasta que él se fuera y en cuanto abrió la puerta y salió por esta me acerqué hasta la pared donde me dejé caer llevándome las manos a la cabeza. Necesitaba irme pronto de allí, cada vez estaba más segura de que finalmente me descubriría, de que tarde o temprano haría algo que causaría confusión y me desvelaría a mi misma.

Salí con paso decidido instantes después y comprobé que él se había marchado. La tal Margaret estaba al parecer en la cocina preparando algo y la observé fijamente. ¿Podría aprender de ella? Tal vez imitar sus gestos, sus formas de expresarse, sus movimientos… después de todo era lo que él me había mandado hacer, imitar cada uno de sus movimientos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.