Cómo aprender a besar con Eli Brown

35 | Besos sabor naranja.

Salgo del café, completamente derrotada. Ni siquiera me digné en ver a Eli a la cara.

Con el rostro agachado caminé por su lado, llena de vergüenza, pasándolo de largo para no tener que enfrentarlo. Al menos no este mismo minuto.

Pero sabía que tenía que hacerlo en cualquier momento.

No quería enfrentarlo, pero tampoco quería que se fuera.

Me paré cuando me adelanté a él, esperando a que me siguiera. Volteé hacia atrás y miré sus zapatos. Después de unos segundos, pareció captar lo que quería que hiciera. Nos encaminamos hasta Orni y me detuve cuando llegué a la puerta de éste.

―Lo siento tanto, naranjita. ―cerré mis ojos, hablando despacio pero manteniendo mi cara alzada para que pudiera leer mis labios.

Después me agaché Sus zapatos formaron parte de mi vista, entonces tomó un paso adelante. Sentí cómo colocaba su dedo índice en mi barbilla, alzándola para que pudiera verlo.

Cuando vi su bonita sonrisa, sentí un gran peso siendo removido de mis hombros.

―¿Por qué pides disculpas? ―ladeó su cabeza.

Di un suspiro profundo. ―Por esto, por todo, porque nuestra… ―me callé. No me atreví a nombrar nuestra “cita” como tal― nuestra salida se vio arruinada y supongo que te sientes muy incómodo porque traje a Lucy conmigo y… ¡ah! No era lo que tenía pensado en absoluto para nuestra ci-… ―y me callé.

Apreté los labios antes de delatarme, con los ojos bien abiertos.

La sonrisa de Eli falseó un segundo, pero la mantuvo en su rostro. Su expresión cálida hizo que el corazón se acelerara.

―Dime, ¿con quién más, aparte de ti, podría tener una cita de tres? ―se acomodó a Lucy en los brazos mientras la veía― ¿Con quién más, aparte de ti, huiría corriendo de una vaca y me montaría en un coche pintado como una, llamado “Orni”?

―Bueno, eso no lo sabes. ―me reí incómodamente.

Él negó repetidas veces con la cabeza, su cabello dorado meciéndose en el proceso.

―Panqué ―se rio abiertamente―, es imposible vivir todo eso con alguien más, ¿sabes? Parece ser que el desastre te persigue.

―De acuerdo, ahí sí te doy la razón. ―me relajé.

―Esta fue la cita más desastrosamente divertida que he tenido jamás ―se acercó otro paso a mí―. Si es que puede llamarse así. ―de pronto se entristeció. El ligero asomo de tristeza duró un segundo antes de tomar su distancia, quitarme las llaves de la mano y abrir la puerta del coche por mí a pesar de llevar a Lucy en brazos.

Una vez más, se había cerrado.

Lo ayudé a acomodar a Lucy en su asiento, en el asiento trasero. Después él se sentó en el asiento de copiloto, lo que me tomó por sorpresa.

―¿Vendrás con nosotras?

―¿No quieres? ―hizo un puchero.

Caquita. Bien hecho, Dawn, ahora piensa que te quieres deshacer de él.

―Sí quiero. ―sonreí.

Él me devolvió la sonrisa.

―Pero… ¿a dónde vamos?

―Oh ―me quedé en blanco―. ¿A mi casa? Vendrán por Lucy a las nueve y media de la noche, mis padres han salido a cenar, pero no sé a qué hora regresarán y Danielle probablemente llegará pronto a casa si no es que ya está ahí.

―¿Cenarán a las…―revisa la hora en su teléfono― seis y media de la tarde?

Me encogí de hombros. ―Siempre dan un paseo antes de ir a cenar, ya sabes, tienen citas todavía. Es lindo.

No se dijo nada más y asumí que había aceptado mi propuesta.

Realmente espero que Danielle no estuviera en casa. Tal vez esa sería mi oportunidad para confesar mis sentimientos.

Conduje a una velocidad decente, sabiendo que venía un bebé con nosotros. Durante el corto camino, nos mantuvimos en silencio, al parecer ninguno sabía muy bien qué decir.

Volteé a ver un par de veces a Eli, notando que se encontraba más pensativo de lo normal. Cuando llegamos a casa, la calidez nos recibió con gusto cuando entramos.

Lo primero que hicimos fue cambiar a Lucy. Optamos después por bañarla cuando ninguno fue lo suficientemente valiente como para solo cambiarla de pañal. Llenamos el fregadero con agua calientita y la metimos sin pensar.

―Ya hasta parecen una pareja de recién casados. ―escuché cómo Danielle comentaba.

Solté un pequeño grito cuando me di cuenta que mi hermana estaba parada detrás de nosotros, observándonos con una sonrisa pícara en el rostro. Miré a Eli, pero al parecer él no había escuchado el comentario.

Se volteó cuando realizó que yo lo había hecho.

―Oh, hola ―saludó Eli―. Soy Elijah, pero puedes llamarme Eli. Nunca tuve la oportunidad de presentarme formalmente.

―Lo sé ―Danielle se acercó, despeinándolo un poco. Me sorprendí por el gesto. Le caía bien―. Soy Danielle.

Eli le sonrió tímidamente, a lo que mi hermana le regresó el gesto.

―¿Debería preguntar por qué estás bañando a Lucy junto a tu casi novio? ―inquirió en un tono un tanto alto.

―¡Danielle, va a escucharte!

―¿Y? Quiero que lo haga.

Rápidamente tomé a Lucy y la envolví en la toalla, secándola en el proceso. Después de pensarlo un poco, el comentario de mi hermana logró sorprenderme cuando realicé a lo que se refería. No recuerdo haberle comentado a Danielle sobre la sordera de Eli.

―¿Cómo lo sabes? ―comencé a colocarle el pañal a la niña mientras Eli iba a por la pañalera para ponerle ropa limpia.

―Una de las veces que vino noté el audífono en su oreja. No es tan difícil unir las piezas ―volteó a verlo cuando vio que venía de regreso―. Eli, ¿qué tal su cita? ¿Dawn ya confesó sus sentimientos por ti?

Por poco y suelto a Lucy de mis brazos.

―¡Danielle!

Por otra parte, Eli se tropezó cuando entendió lo que le habían preguntado.

―Creo que el audífono está fallándome de nuevo… y la vista también.

―No, pequeño, pregunté si Dawn ya se te ha confesa-…―y le tapé la boca con mi mano libre antes que pudiera continuar.

Caquita de la mismísima Lucy.



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En el texto hay: besos, aprendiendo a besar, panque

Editado: 23.08.2021

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