¿cómo Arruinar Una Boda?

41. Dmitriv Ivanov

 


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Pasado: 5 años atrás
 


Claire

Estoy emocionada.

Estoy muy emocionada, para ser sincera. Mi cuerpo se siente como una gaseosa que ha sido agitada. Las burbujas están revolucionando mis hormonas, y no puedo dejar de moverme, ni de saltar o sonreír.

No puedo dejar de sonreír.

Tenía tiempo sin sentirme de está forma, lo hago cuando cocino y a veces cuando escucho una canción de Taylor Swift que me da un orgasmo musical. Y no puedo creer que hay otra forma de sentir la felicidad en la punta de tus dedos.

No puedo creer que una persona te causé tantas emociones, y te haga sentir como si fueras a explotar como fuegos artificiales.

Para mí, el amor se siente como fuegos artificiales y huele a Paco Rabanne.

Y justo ahora, ubica su nariz contra mi cuello, acariciando y enviando escalofríos por mi espalda.

—Vaya vaya, nadie me había dicho  que hoy el cielo ha bajado a la tierra —Me observa y ambos nos vemos reflejados a través del espejo de cuerpo completo que hay en el hotel que hemos rentado para celebrar nuestro compromiso—. Te ves como un ángel, princesa  —Sus palabras entran a mi sistema y se graban en mi piel.

Entierro los dedos entre las hebras de su cabello oscuro y ladeo el cuello. Su piel morena en combinación a sus ojos oscuros son la perdición de cualquier persona, y en sentido figurativo lo es, porque una sola mirada incorrecta al rey del infierno y él podría matarte. Está en él, forma parte de su personalidad, una oscuridad densa que baila a su alrededor cuando aparece, la sensación de estar al borde del abismo pero nunca haber estado mejor. Dmitriv lo sabe, es la perdición y la salvación en un sinfín de formas. Pero en todos los idiomas y lenguas existentes para mí él se define como Amor.

Amor cuando besa mis párpados antes de despertar.

Amor cuando reconoce cada una de mis emociones como si fuese él quien las sintiese.

Amor cuando deja el desayuno listo o me regala una planta exótica que significa inicio y destrucción, que es tan hermosa como venenosa y que significa nosotros en cada uno de sus pétalos.

—Tú luces como el príncipe del infierno —Le susurro y sus manos se ubican a los laterales de mi vientre, acariciando con sus pulgares y enviando una corriente de electricidad a mi interior, pero también de calidez.

A través del espejo, esboza la sonrisa más oscura que alguna vez le haya visto.

—El rey, princesa —corrige sin dejar de mirarme—. Y ya ha encontrado a mi reina.

Las palabras hacen latir a mi corazón, pero también me llenan de miedo, un miedo paralizante y frío que a veces me detiene porque Dmitriv también simboliza peligro y una vida llena de riesgos, pero cada duda se desvanece cuando mis ojos se encuentran con los suyos.

—¿Ah, sí? Debe ser una chica hermosa —afirmo sin dudar y una sonrisa cínica bordea sus labios. Hay un brillo en la oscuridad que tiene en su mirada.

—Es bastante simple, la verdad —golpeo su costado y él ríe ronco al lado de mi oído—. Tiene una cabeza que a veces pareciera que funciona al revés. Un sentido del humor  peculiar y un amor-obsesivo por la cocina, la quiere incluso más que a mí.

Entre cierro mis ojos.

—Es que si te pongo en un horno, tú no sabes delicioso —me quejo pero me ignora y continúa.

—Pero siento algo por ella que se parece al amor —admite y cierro mis ojos dejando que las palabras resuenen en mi sentido auditivo—. Todo lo que he conocido de amor es sucio, oscuro. Y, Claire, te puedo prometer que ella está hecha de colores e ilumina cada estancia en donde entra —Suspira y cuando abro los ojos, lo observo a través del cristal, lo veo borroso por las lágrimas pero no me permite voltearme para abrazarlo—. Y cuando se levanta por la mañana se sube encima de mí y dice Buenos días, príncipe del infierno, me siento en calma a pesar de que he vivido toda mi vida en medio del caos.

No puedo evitarlo y está vez entrelazó mis manos a través de su espalda, y apoyo mi cabeza en contra de su pecho mientras sus manos se enredan en mi pelo.

—¿Cómo voy a competir contra eso? —susurro mientras me fundo en el abrazo.

Deja un espacio de silencio antes de que conteste mi pregunta.

—No hay competencia, ella lo ha ganado todo.

Deshago el abrazo con suavidad y doy dos besos en cada una de sus mejillas.

—No voy a salir huyendo —le repito como cada vez que percibo tiene el miedo de que me marche, que esto sea demasiado para mí—. Y no, no estoy aterrada por tu tigre que ama la carne humana. Beagle es una ternura y más dulce que muchas personas de tu familia.

Sus labios se fruncen y hace una mueca.

—No les caes demasiado bien.

—Solo a tu tía Katherina y al Abuelo Nabev —concuerdo.

Coloca su dedo bajo mi barbilla y sube mi cabeza hasta que volvemos a encontrar nuestras miradas, transmitiendo con sus ojos lo mucho que lamenta que nuestros mundos sean distintos. Porque en la primera cena familiar, se habló del alcance de las armas que produce su familia y sus rostros cuando dije que estudie gastronomía fueron toda una obra artística de terror.

Lamo mis labios y me deshago de su agarre, también del vestido color crema que había elegido para la cena. La tela de terciopelo cae a mis pies y la alejo con la punta de uno de mis tacones antes de buscar otro atuendo.

—Claire... —comienza con voz precavida pero yo ya estoy metida en el closet del hotel.

—No voy a parecer un ángel —refunfuño mientras saco un vestido de color verde del armario, despampanante pero no lo suficiente—. Tu familia siempre se burla de ello.

De lo diferentes que somos. De qué no soy suficiente para el próximo líder de la Bratva. De que soy débil e inocente. De que soy buena.

—No tienes porque cambiar lo que eres para agradarles —afirma con suavidad Dmitriv por encima de mi cabeza y se ubica a mi lado para también comenzar a buscar alguna prenda que pueda utilizar, sabe que no hay forma de que me haga cambiar de opinión—. ¿Este?



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En el texto hay: risas, bodas, desastre

Editado: 28.12.2023

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