¿cómo Arruinar Una Boda?

44. Hombre incompleto

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Demian

Hasta las decisiones más pequeñas pueden cambiar todo el rumbo de una historia.

El más grande los edificios puede derrumbarse con facilidad si sus cimientos no son fuertes.

Y tengo la certeza de que, mientras le digo a Seth que abra las compuertas para el ruso, las cosas cambiarán a partir de ahora.

El cambio tengo a mi lado, sujetando un arma en dirección a los hombres, por mi parte yo apunto la mía hacia el frente. No tengo más de media docena de municiones y las balas no alcanzarán ni para la mitad de los hombres que tiene Dmitriv.

El sonido de las puertas siendo abiertas con un ligero desplace hace que, le quite el seguro a mi arma y apunte.

En un inicio, sólo veo a las docenas de hombres, ubicándose a los laterales de una figura alta que reconozco al instante, tal vez sea por el aura de hijo de puta que le rodea.

Sin embargo, mi mano tiembla sobre el arma cuando veo que tiene algo sujeto entre sus brazos. Es Claire, la reconozco por el vestido rojo que planeo utilizar para el plan, plan en la que yo la metí. Sus ojos permanecen cerrados y todo los hombres, Dmitriv y la fortaleza desaparecen para mí, siendo ella lo único que veo.

Mi esposa.

Mía.

La detallo y está pálida. Su rostro permanece inexpresivo y no alcanzo a ver si su pecho sube y baja, lo que hace que mi respiración se vuelva irregular con la idea de que tal vez Dmitriv la haya envenenado, dejado en coma.

Puede ser el hombre que más la amó, pero ella lo abandonó.

—Vaya, vaya, así que había una fiesta en mi casa y nadie me había invitado —La voz de Dmitriv es burlona y oscura—. Y tú debes ser el invitado de honor ¿O no, Demian?

La sangre me hierve mientras intento mantener la máscara de inexpresividad en mi rostro.

—¿Qué le hiciste a mi esposa? —La pregunta raspa mi garganta mientras Dmitriv enarca una ceja ante la cuestión y se ríe con burla.

—¿A ella? —señala con su cabeza el cuerpo inerte y se arrodilla, dejándola en el suelo mientras una risa burlona sale de su boca.

La imagen de Claire en el suelo se hace insoportable de ver y algo en mi pecho se siente pesado mientras un extraño nudo aparece en mi garganta.

Claire, la que se ríe de mí todo el tiempo. Claire, la que va a colocar un arcoiris en mi sala. Claire, la que esparció crema en mi espalda. Claire, quien no sería capaz de presionar el gatillo si el arma apunta hacia mí.

La risa de Dmitriv hace eco en mi oído y alzo mis manos, apuntando hacia la lámpara de araña, a la cual disparo sin dudar. El metal chirría y la lámpara cae, pedazos de cristales impactan contra el suelo y el silbido de la bala hace que todas las armas del salón apunten hacia mí.

—Te hice una pregunta —repito—. ¿Qué le has hecho a mi esposa?

Dmitriv enarca una ceja.

—Estás en clara desventaja —señala. Sus ojos oscuros analizandome mientras sigo pensando en la arruina bodas en frente de él—. No sé que buscabas en mi casa pero parece que ahora acabarás atrapado aquí. Aún así, me caracterizó por mi bondad —habla con parsimonia—. Puedes irte de mi casa, Demian, pero a cambio, me dejarás a Claire —El intercambio trae un sabor agrio a mi boca—. Ella se queda conmigo.

Bufo, mientras una carcajada nace del fondo de mi garganta.

—Deberías dejar los negocios ilegales y dedicarte al circo —sugiero—. El oficio de payaso te queda a la perfección —Medito mientras pienso una forma de salir de aquí con mi esposa y Brigitte con vida. El segundo plan debe llevarse a cabo—. No me voy de aquí sin mi esposa.

Dmitriv enarca una ceja mientras su rostro adquiere una expresión oscura.

—Entonces, elijes morir.

Meneo mi cabeza en negativa. Sigo apuntando con mi arma al rey del infierno, y aunque amaría presionar el gatillo, sé que los tres acabaríamos muertos. Seth no podría enviar a nadie a buscarnos.

—Sugiero que lo resolvamos a la antigua —Mi rostro permanece inexpresivo mientras observo a Dmitriv considerar la idea—. Con un juego.

La última declaración hace que Dmitriv sonría con maldad.

—Si pierdes, nosotros nos vamos, todos, sin que hieras nadie —Dejo la mirada durante algunos segundos sobre el cuerpo de Claire que aún no se mueve—. Si tú ganas, puedes hacer lo que quieras con nosotros.

Brigitte se tensa.

—No me parece una buena idea...

Dmitriv la interrumpe.

—Me agrada tu propuesta —establece, mientras una tonalidad brillosa se ubica en sus ojos—. Cómo es mi casa, el juego lo elijo yo —afirma, seguro.

Dmitriv hace una seña con sus dedos y todos los hombres en la sala, de forma automática, bajan las armas. Él único que la mantiene apuntando soy yo, y el ruso se limita a mirarme con fastidio, esperando que colaboré, bajo mi arma y la dejo en la cinturilla de mi traje.

—¿Cuál es el juego? —pregunto mientras suelto el blazer de mi traje y se lo doy a Brigitte, porque si le disparan, el blazer evitará que la impacte por completo. Ella me mira, con sus ojos azules, empañados en lágrimas.

Dmitriv me hace una seña para que me acerqué, y comienzo a bajar cada uno de los escalones mientras recibo miradas de odio de cada uno de los rusos que se contienen de meterme un tiro en la cabeza. Brigitte me sigue de cerca y ella recibe comentarios y escupitajos. Aprieto los puños para contenerme, ni siquiera la alma de rata de Brigitte merece ese trato.

—Juguemos a la ruleta Danger —Hay una sonrisa oscura plasmada en el rostro de Dmitriv mientras hace un gesto con su cabeza, a uno de los hombres a su izquierda, quien parece recibir una orden silenciosa que no tarda en seguir. El ruso se voltea para seguir explicando—. Sobrevive cinco rondas de la ruleta y los dejaré ir en paz.

No puedo estar seguro de que cumpla su palabra pero tampoco tengo otra opción, de todas formas, siempre hay un plan de respuesto, y si no lo he llevado a cabo es porque Seth debe estar a, al menos dos horas de la fortificación Ivanov, debo ganar tiempo.



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En el texto hay: risas, bodas, desastre

Editado: 28.12.2023

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