Como el agua y el aceite

15A

- Voy a contártelo –me mira y se sienta a mi lado– todo. Si me dejas.

Afirmo con la cabeza, por supuesto, quiero saberlo todo y sopesar, entonces, la posibilidad de que pueda haber un nosotros.

- Mi padre y mi hermana de tres años no estaban en el accidente. Mi padre había ido con ella a ponerle alguna vacuna al hospital público, por suerte.

- ¿Dónde está tu padre ahora?

- En la cárcel, en Brasil.

Los ojos se me abren como platos. Su padre en la cárcel.

- El incendio fue provocado. Los mismos tipos para los que había trabajado mi padre. Mi padre era listo y debió desarrollar muchos planes. Ellos no quisieron compartir la ganancia y cuando ya no les servía quisieron acabar con él. No lo consiguieron en ese incendio y ya le habían arrebatado lo que más quería. Le involucraron en algún asunto muy turbio de drogas y contrabando. Y le metieron en la cárcel de inmediato. Por eso, Roberto me trajo a España.

- ¿Y tu hermana? –me atrevo a preguntar. Tengo la garganta hecha un nudo.

- Luana. Era muy pequeña y la llevaron a una casa de acogida. Me tiré mucho tiempo sin hablar estando aquí. Roberto hizo lo que pudo y consiguió que la trajeran a España. Para entonces ya tenía esta extraña enfermedad. Se le va paralizando el cuerpo, por zonas y por días. A veces los pulmones y no puede respirar, otras las piernas, otros días no ve. Nuestro miedo es que se le pare el corazón y no puedan reanimarla. Le hacen millones de pruebas y no saben qué hacer –me mira con una sonrisa desolada–. Otra razón para estudiar medicina.

Le cojo de la mano y se la beso. Siento que el dolor y la impotencia me invaden el alma. Mi amor, sufriendo por cosas que él no ha creado y no puede remediar. Entonces, me acuerdo de otro problema.

- ¿Qué pasa con la droga?

- No sé cuánto va a aguantar mi hermana. No sé cuánto tiempo le queda pero su gran ilusión es volver a ver mi padre. Por este motivo, hablé con unos narcotraficantes de Sudamérica que tienen muchos negocios aquí. Ellos me iban a ayudar a sacarle de ahí a cambio de distribuir eso. Todo tiene un precio, Ale. Alguien se debió a enterar de que estaban moviendo hilos para sacar a mi padre. Alguien que no quiere que se destape lo que ocurrió. La mejor forma de pararme ha debido ser decírselo a Rober porque solo lo sabías tú. En cuanto a él, nos ha dado otra vida a Luana y a mí y no quería pedirle algo así.

- Cuenta conmigo, para lo que quieras.

- Cuenta conmigo, para lo que quieras.

- No voy a hacer nada más –me sonríe–. He dejado el asunto de las drogas y me ha costado mucho dinero, créeme. Además jamás te metería a ti en nada de eso. Tú eres mi presente, Ale, y mi futuro. Solo si tú quieres.

Tengo el corazón desbocado, demasiadas noticias y sensaciones por hoy. Gonzalo es tan intenso, apasionado y arrebatador. Me vuelve loca. A pesar de su pasado, a pesar de sus historias y a pesar de todo. Me doy cuenta de que nunca he pensado en amor. Pero si el amor en todas sus variantes tuviera nombre, ese sería Gonzalo. Si algo he aprendido desde que él está en mi vida es que sean cuales sean la diferencias entre nosotros, no tienen nada que envidiar a las similitudes. Porque esas son las causas, por las que a veces, el agua y el aceite, por mucho que se separen, se complementan.

- Te quiero –le susurro al oído.

- Parece que vuelve a ser un empate.

Y le beso, como si fuera la primera y la última vez. Me prometo aprovechar cada segundo que la vida nos dé juntos, que las cosas malas vendrán pero ya, si eso, que esperen a mañana.

 



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En el texto hay: juvenil, drama, amor

Editado: 28.10.2020

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