Avyana Arceo estaba tan enfadada, que decidió comerse una naranja.
Tomó un cuchillo de la cocina, la fruta que tenía el color más espantoso que había visto ella, y un tazón.
La cortó en cuatro pedazos.
Así como cortaron su corazón.
Eso no es médicamente posible.
Caminó hasta su habitación, ignorando los sonidos de videojuegos provenientes de la habitación de su hermano (Avyana, con catorce, era plenamente consciente de que Lev y el chico que lo acompañaba no estaban jugando Mario Kart).
Comprobó su teoría dos minutos más tarde, lamentándose de que la pared que separaba sus piezas era demasiado delgada.
Ella tenía ganas de golpear a alguien. Pero primero, iba a terminarse la naranja. Y luego iba a intentar terminar de tejer la bufanda azul.
Horas después, mientras modelaba su más reciente creación frente a un espejo, Avyana quiso creer que había olvidado las palabras de Anton.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que era una mentirosa increíble.