No sé cuánto tiempo llevo parado aquí, parado en esta ciudad tan serena, no había nadie en ella. Contemple el celeste cielo y los edificios que me rodeaban. Hace tres meses que no sentía esta sensación de paz, hace tres meses que no caminaba, hace tres meses que no habría mis párpados.
Hoy en esta ciudad, reina la serenidad, una paz inexplicable. No obstante, una dulce voz me sacó de mi concentración. Decidí no seguirla, pero es tan tentadora que mis pies no pueden evitar caminar curiosos hacia la misteriosa voz. Cada paso más cerca, más se endulzaba mi alma al oír aquella persona que recitaba agradables palabras. Ahí pude visualizar aquella figura, una figura femenina. Llevaba un negro con blanco y con una especie de chaleco anaranjado apuntando a rojo atado por un cinto rosado, sus cabellos castaños se movían al son del viento La misteriosa muchacha generaba una paz inefable, mientras decía:
“Dicen que Él tiene sueños
Ocho billones de sueños
Dicen que eres uno de ellos
Mira que hermoso destello eres de él.
Dicen que hay una casa
En donde el tiempo no pasa
Dicen que no está muy lejos
Puedes llegar si te atreves a creer”
De golpe se detuvo, dio media vuelta y me observó con sus ojos azules luminosos y seductores. Aquella mirada tan pacífica y amorosa me paralizó el corazón, hace mucho que no la sentía o más bien nunca la sentí.
– Te estaba esperando, Liam.
No sé cuánto tiempo llevo parado aquí, parado en esta ciudad tan serena, no había nadie en ella. Contemple el celeste cielo y los edificios que me rodeaban. Hace tres meses que no sentía esta sensación de paz, hace tres meses que no caminaba, hace tres meses que no habría mis párpados.
Hoy en esta ciudad, reina la serenidad, una paz inexplicable. No obstante, una dulce voz me sacó de mi concentración. Decidí no seguirla, pero es tan tentadora que mis pies no pueden evitar caminar curiosos hacia la misteriosa voz. Cada paso más cerca, más se endulzaba mi alma al oír aquella persona que recitaba agradables palabras. Ahí pude visualizar aquella figura, una figura femenina. Llevaba un negro con blanco y con una especie de chaleco anaranjado apuntando a rojo atado por un cinto rosado, sus cabellos castaños se movían al son del viento La misteriosa muchacha generaba una paz inefable, mientras decía:
“Dicen que Él tiene sueños
Ocho billones de sueños
Dicen que eres uno de ellos
Mira que hermoso destello eres de él.
Dicen que hay una casa
En donde el tiempo no pasa
Dicen que no está muy lejos
Puedes llegar si te atreves a creer”
De golpe se detuvo, dio media vuelta y me observó con sus ojos azules luminosos y seductores. Aquella mirada tan pacífica y amorosa me paralizó el corazón, hace mucho que no la sentía o más bien nunca la sentí.
– Te estaba esperando, Liam.