Cómo Escribir Bien (y No Morir en el Intento)

El Pesado Disfraz de Escritor: Acerca de autenticidad y de lo que verdaderamente importa

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El Pesado Disfraz de Escritor: Acerca de autenticidad y de lo que verdaderamente importa

Sé que te ha llegado el momento en el que, mirando la imagen romántica de lo escritores en la televisión y películas, piensas que tienes la obligación de escribir algo que se gane el premio Nobel o el Pulitzer, pero… eso no es siempre así.

Me explico, en esta entrega haremos un paréntesis para hablar del pesadísimo disfraz de escritor, y de como te afecta a la hora de escribir.

Pero primero que todo, sé que te preguntas ¿Qué es el disfraz de escritor?

Desde la noción de que un escritor debe usar lentes, tener una hiper mega biblioteca, beber Starbucks, fumar, y ser un absoluto genio, no hay nada más erróneo que la creencia de que los escritores somos seres extraordinarios. Contrario a todo, los escritores somos personas comunes y corrientes con deseos, metas, miedos y todo lo que la relativa normalidad conlleva.

La mayoría de los escritores no tenemos tal peculiaridad que nos hace distintos al resto (al menos no de forma física y notable). No tenemos un tercer ojo que nos hace ser oráculos y definitivamente tampoco tenemos un hiper mega cerebro.

Siendo así, ¿Por qué la mayoría de las películas y series se esfuerzan en retratarnos de diferente manera?

Hay algo que has de aprender en esta entrega, mi querido lector y es algo muy sencillo: Lo que queremos trabajar en este capítulo es tu identidad como escritor.

Sucede que, cuando se tiene el disfraz de escritor, se pone en juego lo que es la autenticidad de cada escritor nuevo, que, como tú, busca seguirles las pisadas a sus ídolos y que corre peligro en convertirse en una imitación, no en un escritor original del contenido que desea.

Y es que verás, mi querido lector, por más que te agrade un estilo de escritura, será imposible que escribas como ese escritor al que admiras.

Deja que te lo repita poniéndote un ejemplo:

Por más que admires a Caro Yimes (poniendo un ejemplo de Litnet) es imposible que escribas como ella.

¿Por qué?

Primero, tú no eres Caro.

Segundo, podrás copiar su estilo, más no su creatividad.

Tercero, porque Caro (al igual que todos los escritores) tienen su estilo único a la hora de escribir, que ha sido moldeado por sus creencias y vivencias.

El estilo de escritura es como una huella dactilar, no se puede modificar, aunque se pudiese borrar con sumo esfuerzo. Y me preguntarás, ¿Cómo que se puede borrar el estilo de escritura? Y yo te diré que si todo lo que haces es imitar el estilo de alguien más, llegará un momento en que no sepas escribir con tu propio estilo.

¿Y qué pasará entonces? Habrás perdido tu huella dactilar literaria.

¡Pero yo quiero ser como Stephen King!

No es lo mismo escribir un género literario que imitar el estilo de un escritor. Me pasó que cuando leí Bajo la Misma Estrella, de John Green, en 2014, yo quería escribir algo semejante.

Para aquel tiempo estaba en Wattpad y recuerdo que estaba terminando de escribir Boda con el Magnate. Hice una historia acerca de una chica con cáncer que solía ser la más popular de su escuela, y cuyo exnovio, también popular, había sido diagnosticado con leucemia.

Lo sé, a simple vista no se parece a Bajo la Misma Estrella. Sin embargo, ni siquiera había hecho el prólogo cuando me frustré conmigo misma y solté la historia.

¿Por qué?

Porque no estaba imitando la historia de Bajo la Misma Estrella. Estaba imitando a John Green.

He ahí el problema de leer demasiado y escribir sin haber forjado una identidad literaria. Corres el riesgo de perder tu propia identidad y terminar escribiendo basura. Después de haber tomado un hiato de escritura por más de cuatro años (volví como Han Paula en 2019), escribí al menos dos o tres mitades de novela.

Digo mitades porque escribí al menos setenta páginas de contenido en cada una y ninguna terminé, hoy día me siento y las leo, les doy una ojeadita y digo en voz alta:

Que cosa más horrible esta que estoy leyendo.

Mis novelas, todas con un estilo diferente al que solía hacer, eran una basura colosal. Las tres eran de romance, aunque una era de romance médico (estuvo rodando por ahí en Litnet) otra era de fantasía (fue medianamente exitosa en Inkspired) y finalmente una fue de romance melodramático (peor que ninguna de las novelas que han leído mías).

Todas estaban fuera de mi elemento literario y son dolorosas de leer, pero eran historias que eran necesarias para que entendiese que debía darme el lujo de escribir basura, para poder valorar mi escritura.

Y ahí es donde quiero caer, mi querido futuro escritor.

Tienes el derecho a escribir basura.

Parte del pesado disfraz de escritor consiste en creerse que, por ser uno escritor, lo que uno escribe debe ser cósmico, genial, sobrenatural. Eso no es así.

Tienes derecho a equivocarte, a escribir mal, a explorar y aprender.

Los sabelotodo del internet viven diciendo, “Oh, necesitas ir a un taller de escritura creativa” o “Págame ciento cincuenta euros y serás tan buen escritor como Gabriel García Márquez” y déjame decirte, de nada te vale un taller de escritura creativa si no tienes identidad literaria.

A menos que seas Dios, no puedes construir sobre lo que no existe. Un taller de escritura literaria te enseña gramática, estructura, estrategias, pero no pone en ti la identidad que necesitas ni pone el talento que no posees.

Y no quiero decirlo como insulto.

Si eres de los que no logran escribir dos líneas juntas, es imposible que un taller de escritura te haga Stephen King.




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