19 de marzo.
El día de hoy, aunque no lo quiera admitir, no fue tan malo como pensé que sería, de hecho, justo como ayer, pasaron algunas cosas locas.
Me levanté con un horrible dolor, no sabía si era mi cuello, mi espalda o mi cuerpo entero, todo esto gracias a haber dormido en el piso. Cuando me moví para levantarme, hice polvo, que entró en mi nariz, por lo que tosí tratando de sacarlo, al girar mi vista al techo, me vi deslumbrado por un rayo de luz que entraba por un agujero, me cubrí con una mano que tenía una pulsera de plata, reflejando la luz, seguí su camino hasta que terminó en aquella caracola.
Caminé hasta ella para examinarla, era pequeña y tenía un pequeño agujero tipo fisura en medio de una de sus puntas. Le coloqué la cadena que traía puesta, haciéndome un collar sencillo. Soy tan estúpido que, de otro modo, probablemente la perdería.
Me quedé quieto en una oscura esquina, reflexionando sobre el pescado, aún me costaba trabajo asimilarlo, ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Debería probar? Las ideas daban vuelta por mi cabeza, una y otra vez, torturándome, por lo que, para poder librarme de mi ansiedad, terminé yendo. Definitivamente he caído muy bajo.
Una vez en la playa, me aseguré de que no hubiera nadie, y con mucha vergüenza, soplé esa cosa. Pasaron algunos minutos, pero nadie llegó, a pesar del rastro de luz que se había formado en el horizonte. Debí haberlo supuesto, ¿Quién querría escuchar los problemas de un mocoso de 17 años?
Estaba a nada de irme, cuando oí un fuerte salpicón en el agua, giré mi cabeza, encontrándome con unos ojos llenos de compasión y anhelo.
- Hola, Pactli... Oh, no, ¿Te heriste la mano?
- ¿Eh? - Miré mi mano derecha, la cual estaba azul por la tinta del bolígrafo que se había chorreado. -Ah, no, es tinta. La sangre es roja
- Escuché que algunos humanos son llamados "De sangre azul"
- Ah, si, es una expresión para referirse a príncipes y reyes.
- ¿Tengo la sangre azul?
- ¿Eh?
- Es que, soy un príncipe
- ¡¿Eh?!
El tritón rio. - Soy Thálassa, heredero al trono, hijo del rey de los mares.
Nuevamente no pude evitar demostrar asombro, ¿Cuántas cosas más descubriría con ese ser? Tomé un fuerte respiro para nivelarme, antes de continuar con la conversación.
- Pensé que no vendrías.
- Ah, lo siento, tuve que hacer un encargo antes de venir. Pero, volviendo al tema, ¿Por qué tienes tinta en la mano? ¿Comiste pulpo?
- No, estaba escribiendo.
- ¿Qué escribes? -Mostró emoción.
- Al principio era una nota de despedida, supongo que ahora es una especie de diario mal hecho.
- ¿Qué es un diario?
- Es como un libro de tu vida
- ¡Qué divertido!
- ¿Quieres intentar?
El asintió con la cabeza en señal de aprobación. Fui a la casa, y volví con el diario, también con un bolígrafo de repuesto. Cuando llegué el tritón estaba esperándome descuidadamente. Tan solo rodé los ojos. Iba a acercarme, pero me hizo una señal de cruz con los brazos, esperé, luego el se arrastró por la arena a un lugar secó.
- El agua moja, jeje.
- ¿Puedes estar fuera del agua? -Pregunté, intrigado
- Sí, pero no más de 24 horas, si no se acabaría el agua de reserva que posee nuestro cuerpo y moriríamos
- Entonces -Dije, cambiando el tema - Puedes escribir, estará bien siempre y cuando no leamos lo que el otro puso.
- Claro, pero... ¿Qué se supone que debo escribir?
- Lo que gustes, algo importante o fuera de la rutina que te haya pasado, yo qué sé.
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¿Hola? Esto es extremadamente raro e interesante, estoy escribiendo el libro de mi vida. ¿Algo interesante? Claro que me pasan cosas bastante entretenidas, pero no como lo que me pasó ayer. Cuando lo conocí.
Ese día estaba haciendo una revisión de rutina, no es la gran cosa; contar corales, registrar especies, indicar los niveles del agua, purificar el oxígeno, lo típico. Estaba siguiendo a un pez rojo brillante hasta una cueva submarina. De repente escuché un fuerte sonido venir desde la superficie. Como soy muy curioso, salí para descubrir que era. Fue ahí cuando lo vi.
Un chico con cabello negro descendía a gran velocidad, me acerqué cautelosamente, pero noté que estaba inconsciente, intenté llevarlo a la superficie, pero era muy pesado, saqué alrededor de 30 piedras de distintos tamaños de diferentes partes de su atuendo. Una vez que logré sacarlo comencé a reanimarlo, pero, al ver que no funcionaba entré en pánico, así que lo golpeé con todas mis fuerzas, afortunadamente eso funcionó. Me quedé un rato para asegurarme de que estuviera bien, entonces él abrió los ojos, y me encontré con un nuevo océano en sus pupilas, fascinado por su mirada de angustia no me di cuenta de lo mucho que me expuse. Su rostro cambió de expresión una vez que vio mi aleta.