Como la lluvia

II

No los aburriré relatándoles la historia aburrida de mi vida, aunque quizás no sea tan aburrida, lo sabrás con el tiempo como decía mi abuelo “dar tiempo al tiempo”. Lo que te puedo revelar es que siempre he sido de esas chicas raras que creen que el amor está consagrado, como dicen los japoneses estamos conectados a través de un hilo rojo.

Actualmente estoy viviendo con mi tía Lara, por las mañanas trabajo en una pequeña cafetería de mesera y por las noches canto de forma aficionada con unos amigos, en un almacén que se ha convertido en lo que sería una guarida, así como Batman tenía la baticueva, yo tengo este almacén en donde me conecto con lo que mis padres y yo amábamos “la música”.

No poseo dinero de sobra, mientras mis pulmones estén llenos de aire, tengo más que suficiente para vivir, no puedo pedir nada más tengo una excelente vida. Aunque algunas veces lo oigo entre mis sueños, sus lágrimas mojan mi rostro quiero salir corriendo para abrazarlo y llenarlo de besos, estoy cada vez más cerca, puedo ver su dorada cabellera, sus inmensos ojos azules inundados de lágrimas, sus labios posándose sobre los míos hasta que finalmente despierto.

 No recuerdo su rostro, no recuerdo nada de él, pero este vacío dentro de mi pecho me exige que salga a buscarlo; cada noche es el mismo sueño, cada día esta sensación de que en algún sitio alguien está esperándome, alguien necesita que lo rescate, pero no puedo recordarlo.

 




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