Como la lluvia

VII

Si la mansión ya se veía terrorífica por fuera, era peor por dentro, polvo y telarañas por doquier, supongo que mi tía es una empleada sobrevalorada, había entrado por la puerta principal de la mansión así que no sabía exactamente como llegar a la cocina, donde supongo que ella se encontraba y lo peor de todo, una de las ejemplares reglas de la casa era no hablar en voz alta, los ricos y sus manías, de seguro que nunca pasan por el mercado.

  • Tía, tía ¿en dónde estás? -  pero, nadie contesto a mis plegarias.

Decidí adentrarme más, técnicamente estaba caminando a ciegas, las gruesas cortinas negras obstruían la entrada de la luz del sol, empiezo a sospechar que aquí vive una familia de vampiros. Nota 1. Siempre he sido muy distraída, creo que no hay un solo segundo en que mi mente cierre el pico, nota 2. Dichas ideas el 98% de las veces salen por mi boca, entre mi mente y boca no hay filtros. Ok soy un pequeñín rara, ya he aprendido a vivir conmigo misma, pero, con lo que no contaba era que él me estaba escuchando.

  • Aquí no viven vampiros, lo que pasa es que tus ojos se han desacostumbrado a la oscuridad.

Y aquí es donde el pánico entra en acción, ¿de dónde había salido ese comentario?, el susto que me lleve que enorme que lance un grito al aire y para empeorar las cosas, tropecé con quiera saber Dios que cosa, eso sí casi pierdo una pierna.

  • Tranquilízate, no te chupare la sangre, ya te he dicho que aquí no viven vampiros. – lo decía en un tono sublime, era esa clase de voz que con solo escucharlo confiabas sin hacer tantas preguntas, además esta sensación.
  • Perdón, es que yo… mi tía… yo. – primera lección para hacer el ridículo: no expreses claramente tus ideas, sé rebelde, ni siquiera pronuncies bien las palabras.
  • La Sra Lara, no se encuentra en estos momentos en la mansión ha salido a realizar algunos mandados. – y bueno, la explicación de la aparición del collar iba a esperar.
  • Entiendo, creo que será mejor volver al jardín no quiero volver a tener que tropezar y fracturarme de una vez por todas la pierna o peor, romper algo de excesivo valor.

Dicho y hecho me disponía a volver al jardín hasta que algo o mejor dicho alguien me tomo de los hombros haciendo girar mi cuerpo 180° y aterrizar sobre aquel palpante pecho.

  • Por favor dime que no te has olvidado de mí. Su voz era casi un susurro, podía sentir la tibieza de su rostro contra mi cuello.

Mi cuerpo no respondía, debía darle la paliza de su vida por atrevido, pero, había algo que me impedía hacerlo.

  • La mente es una vil traicionera así que no lo pienses, debes sentirlo con el corazón. Es la única oportunidad de que recuerdes quien eres y de que me recuerdes.

Mi corazón comenzaba a latir a mil por horas, la oscuridad se desvanecía poco a poco, distinguía un perfil blanco, era su rostro; entonces mi pulso se aceleró bruscamente y un deseo se acrecentó dentro de mí, deseaba ver sus ojos. Sin embargo, un nuevo pensamiento nubló mi mente y la oscuridad volvió a acrecentarse, no podía mirarlo, cosas horribles pasarían, era mejor seguir viviendo en esta lamentable mentira que volver a la realidad, si volvía allí no lo soportaría.

Me aparté bruscamente de él salí huyendo de ese lugar, debía mantenerme lo más lejos posible. Al llegar al portal pude percatarme que estaba hecha un mar de lágrimas y que ni siquiera sabía quién era ese hombre.

  

 




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