Belius Triberman cabalgo la noche de un frío domingo hasta el gran comercio de Jarons Derg, su objetivo principal era la gran plaza del gran festival era un pueblo muy grande y lleno de maravillosas costumbres, tenían muchos festivales agradables, había uno dedicado a los rebaños ya qué la mejor lana de esas partes era la de sus ovejas, y qué hablar dé sus ricos postres donde de todas partes de Drommeland venían a visitar y comer estos exquisitos manjares, pero el más grande de todos era el de los niños de Dios una fiesta dedicada al hijo de Dios aparte de la navidad qué allí era muy importante.
Belius dejo su corcel en una de las pesebreras y camino por todo el reino como si nada, todos conocían que era la princesa, porque esa tarde quería detallar todo de él, era lo más bonito qué había visto, sus casas variaban en todos los estilos, había de piedra y concreto y otras de madera. Cada negocio era también dignó de observar, su presentación eran como sacado de un cuento, unos vendían todo tipo de cereales o frutos del bosque y otros los ricos pasteles más deliciosos del reino, pero Belius no quería comer, esta tarde fría un buen pedazo de pastel ella quería ese dulce qué amaba, una manzana bañada de chocolate la señora Gusd atendía a la joven al lado de su hija mayor, eran muchos sabores, y Belius no tenía duda.
-¿Estás segura de que no quieres probar otra? -Inquirió la mujer
-Estoy segura.
-Dicen que una de vainilla, es parecido a besar los labios de Gabriel Vernugem.
Beliua poco le importaba estos personajes, y se pregunto en su pensamiento, ¿Cómo seria grato besar aun hombre, que solo las armas y la guerra estaba en su pensamiento? Gabriel era un varón que ya había recorrido mucho mundo, su pensamiento y convicciones solo era más méritos, y gloria, él podía pasar por en frente y no notarla mucho menos a una niña de Dios, pero Belius solo quería llevarse el recuerdo de su hogar, pronto dejaría de ver Jarons Derg. Pero luego de tantos sentimientos y memorias, Belius se dejó de rodeos y camino hasta llegar a la gran plaza donde estaba el espectáculo, allí había una enorme carpa de color azul muy claro, dónde antes de pasar compraba la joven su puesto con un bello papel muy pequeño con su nombre en tinta dorada.
La muchacha al entrar no pudo contener una sonrisa qué era la expresión de lo bello qué era allí, estaba rodeada de la inocencia de un niño en cada puesto y el calor del hogar al estar siempre su padre o madre cuidando de ellos, el escenario era toda una obra de arte tenía sus ambientaciones como si fuera algo muy real y en ese momento contaban una historia muy famosa del libro de los niños Dios qué ella ya la conocía, era la del niño qué venció al gigante, pero está estaba por terminar, luego se bajó el telón para darle un descanso a los títeres mientras todos disfrutaban de los ricos panecillos o bebidas calientes. Dan Derg conocía muy bien a la princesa ella estaba justo al lado de su puesto.
-Princesa Belius, veo que es libre en su reino.
-Disculpa ¡Te conozco!
-Hasta ahora me conoces, pero yo a ti si te he visto, una vez ibas con tu padre Jeremy Triberman quien sí conozco. Varias veces hemos trabajado juntos contabilizando, él es muy inteligente.
-Entonces es un gusto conocerlo. Soy Belius Triberman.
-Y el mío Dan Derg.
Cuando él dijo el suyo la muchacha no dudo en preguntar
-¿Eres el padre de Jarons Derg?
-Sí – replicó con muy pocas palabras.
-Me hubiera gustado conocerlo a él también – Belius lo dijo con mucha delicadeza, era un tema muy difícil para saber cómo hablar de él.
-Jeremy me habla de lo especial qué son sus hijos, y qué su hija es una niña de Dios en todo su esplendor.
Belius nunca mostraba timidez a nada menos al buen trato por otro ser humano.
-Todos son niños de Dios en palacio.
-Qué bueno saber esto.
-¿Por cuánto tiempo estará aquí?
-Una semana más.
Luego se escuchó el anuncio que una vez más sé abriría el telón y cuando sucedió, una de las marionetas qué hacía el papel de presentar la próxima historia, dio a conocer la siguiente.
-En nuestra antigua presentación, alguien pidió la historia del vencedor de los lobos de Jurangatod. Ahora démosle paso a la historia de esa noche, qué Gabriel Vernugem venció ese temible enemigo.
-Gabriel Vernugem, el consentido de la casa Manson.—comento Dan.
-¿Lo conoce?
-No, pero quién no oye una historia del vanidoso varón
Luego los dos prestaron atención a la historia. Gabriel Vernugem viajaba con el rey y su hermano, la campaña del rey se había visto, afectaba por el fuerte inverno, hallar leña seca para el fuego era inútil, pero si era fácil hallar el peligro, una emboscada de veinte lobos acorralaron al rey y Jael Manson, a causa de la tormenta de nieve no se escuchaba el grito del soberano su ejército luchaba por sobrevivir, y Jael trataba de salvar la vida de su hermano, todo parecía que habían encontrado la muerte, pero Gabriel llego para socorrer al rey y su padre, acabo con la vida de la mayoría de los lobos y luego busco como salvarlos del frío.
Dan después oírlo, se levantó de la silla y camino hasta la entrada. Y Belius solo pensaba en la historia del Vernugem cuando se sentó esta vez un joven soldado que vestía de otros ropajes.
-¡Dante!
-No olvido una bella flor tan fácil.
Belius se sonrojó y lo miro muy seria.
-No te quiero incomodar, supe que partirán a Drommeland, cuando lleguen ¿Podre saber donde vives?
-¿Cómo lo supiste?
-El rey me envió un mensaje de escoltar su carruaje.
-¿Por qué el rey de Drommeland se toma tantos atrevimientos, y tu porque vigilas nuestras tierras?
-El bosque de Baramog nos hace vecinos, y con el mismo problema.
Belius no le convencía su supuesta verdad y salió de la gran carpa, dejando aun chico sufriendo por verla otra vez Dan iba a salir de allí sobre el corcel acompañado de un niño de unos nueve años que también montaba uno, él debía dejar al pequeño en su casa antes de las nueve, Derg siempre se ofrecía a cuidar de los niños que sus padres no podían acompañar al festival por cuestiones de sus cargos, la muchacha no quería regresar a palacio sola a esa hora de la noche su pasó al arrabal dónde estaba el castillo era muy solo y oscuro después de las nueve, y aunque fuera valiente debía cuidar su integridad como mujer.
-Señor Derg podría hacerme un favor vivo en el arrabal de los pinos de Mointe, dónde mamá o papá me vean llegar sola, se enojarán mucho, creo qué ya deben de estar muy asustados. -Belius le hubiera pedido el favor a dante, pero aún no conocía nada de él, era un soldado.
-¡Quieres qué te acompañé!
-Sí.
-No dudaré en hacerte ese favor, pero primero me acompañarás a llevar a ese niño a su casa, esa si qué está alejada dé aquí.
-Me parece justo – dijo Belius al subir a su corcel y seguirlo hasta la parte más empinada de Jarons Derg.
Belius desde allí podía ver en el vacío las luces qué provenían del pueblo con poca fuerza por causa de la fuerte niebla, era una montaña muy empinada y por esta época de invierno su suelo se volvía un reto, pará cabalgar por allí, el pequeño era quien llevaba la delantera esa noche él siempre estaba seguro de su camino a casa
-Richard, no te adelantes tanto. – ordenó Dan, porque era muy oscuro.
Solo había pasado unos segundos de qué Derg había mostrado esa inseguridad, cuando cayó de uno de los barrancos una pequeña avalancha de nieve qué asustó al corcel, Dan y Belius expresaron un fuerte grito cuando el animal levantó sus patas delanteras en señal de defender a su amo. Cayendo el pequeño Richard contra el suelo de roca.
Derg y la joven cuando bajaron del corcel estaban seguros qué no había pasado algo peor, pero ese cambio de semblante se fue transformando con el pasar de los segundos al percibir, como la vida lo había dejado, el niño se había golpeado contra las rocas su cabello estaba bañado en la sangre del pequeño como también la nieve qué se teñía con ese color escarlata. Derg daba los gritos más estrepitosos de dolor qué Belius hubiera presenciado, él sentía qué iba a morir en vida, ellos le habían encargado a su pequeño y ahora él estaba muerto, Dan lloro como si no quedará fuerzas mientras que de su voz salían las palabras de lo que estaba sintiendo.
--Dios, Dios, Diooooooos. No más, por favor, no más.
Belius no podía creer qué esta horrible tragedia estaba frente a sus ojos, la muchacha levantó al niño del suelo mientras sentía su cabello húmedo por la nieve y la sangre, la muchacha limpio su rostro y luego junto su frente con la suya, mientras escuchaba el llanto de Derg qué se tiraba de frente contra el suelo a suplicar a Dios o tratar de asimilar esta tragedia.
-Ni siquiera te alcance a conocer bien, quisiera poder haberlo hecho de otra forma o situación, te contaría la historia más hermosa de todas, el hijo de Dios venció la muerte y él nos da vida otra vez. Una que perdura por la eternidad – Derg veía desde otro ángulo a la chica sostener al niño en sus brazos, como también sus palabras que las encontraba muy familiares – Más el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Ahora te ordenó qué en el nombre del hijo de Dios te levantes de la muerte, para darle paso a la vida otra vez.
Belius estaba bañada por el espíritu santo, el resplandor del hijo de Dios abarcaba su cuerpo y se adueñaba de su fe para dejar en alto una vez el nombre de Dios y su hijo, Derg levantó su cabeza cuando escuchó su voz y luego presenció como el niño levantó su mano y tocó el rostro de la chica, en medio de una expresión de sonrisa.
-Hace frío. – dijo al mirarla a los ojos.
-Si hace mucho frío – respondió Belius al tomar una de sus manos qué apretaba con fuerza, en medio de esa alegría y lágrimas de gozo.
Después Derg tomó al niño en sus brazos y lo abrazo con mucha fuerza, minutos antes quería desaparecer del mundo y ahora sentía el gozo y la paz más maravillosa que había, él sabía qué así era la salvación del hijo de Dios, y esa noche él había mostrado su poder una vez más a través de la fe de esa chica de rostro dulce, Belius a simple vista parecía una muchacha frágil por su delicadeza y estatura, pero atreves de sus ojos mostraba cuánta era su devoción por Dios.
-Hace unos momentos una chica de voz dulce me dijo, qué le hubiera encantado conocer a mi hijo – Dan se expresó para ella con una voz quebrantada – Ella es tan especial como un día lo fue mi hijo, niña de Dios, eres la princesa Radagma de mi época, veo al espíritu de Dios morar en ti.
Belius solo guardo silencio mientras en su pensamiento empezaba a tener claro qué algo más quería Dios de ella, su decisión solo era ser su sierva, aunque muchas veces tuviera miedo de no ser ese instrumento adecuado para sus planes.
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Editado: 05.03.2024