Cuando Erika se bajó del autobús en el cruce vial del semáforo, y sin querer se tropezó lastimándose la rodilla, todos se le quedaron viendo.
—Erika.
—¡Kevin! —ella se abrazó a su cuerpo—. Es Olivia.
—¿Olivia? ¿Qué le pasó? ¿Qué le pasó?
—Regresó con James. No entiendo cómo pudo después de todo lo que… No sé qué está pasando.
—¿Cómo que regresó con él? ¿Por qué lo dices?
—Los vi, a los tres; ella, James y Adriana abrazándose cuando mi clase terminó. Traté de hablar con ella, pero… Me dijo que nunca lo había dejado de querer.
—Y no la culpo —dijo Gabriel. No miró a nadie y sólo se alejó con la botella de limpiador en la mano.
—¿Qué demonios le ha pasado? Tengo que hablar con ella.
Y sin esperar a seguir escuchando cosas que le volteaban la razón, Kevin recogió sus pertenencias del suelo, se quitó la peluca y echó a correr hasta la casa de los Palacios.
El muchacho llegó hecho una furia, se paró frente a la puerta y tocó un par de veces. Estaba seguro que si ella no salía, volvería tomar la escalera y subiría por la ventana, pero no fue necesario, pues al segundo ataque de golpes, James abrió la puerta.
—¿Se te ofrece algo? Galletas no compramos, por si vendes.
—Quiero verla a ella.
—Ah, eres tú. Está ocupada.
—No me importa, quiero verla. ¡Olivia! ¡Olivia! ¡Olivia!
—Kevin, deja de gritar —ella salió.
—¿Qué demonios ha pasado contigo?
—Kevin, basta. James, ¿nos darías unos minutos a solas, por favor?
Y en contra de lo que cualquiera esperaría, el hombre cerró la puerta y regresó al interior de la casa.
—¿Por qué volviste con él?
—Vaya, pensé que tardarían más tiempo en contarte la noticia.
—¿Estás loca? ¿Después de cómo te ha tratado, volviste con él? ¿De verdad lo hiciste, Olivia?
—¡Kevin! Baja la voz, por favor. Lo que menos necesito es que levantes un escándalo entre mis vecinos.
—Me importan un carajo tus vecinos.
—Mira Kevin, cuando tú quieres a una persona, no te debe importar lo que diga el resto.
—Eso no es amor, Olivia, eso es posesión. Ambos sabemos que James siente todo por ti, menos amor. Liv —Kevin le sujetó sus mejillas con ambas manos y después la acercó a su rostro—, dime lo que sea, preferiría escuchar cualquier cosa que venga de tu boca, menos que lo quieres. Tú no lo quieres, Olivia.
Ella babeaba por aquel rostro de mejillas arreboladas, nariz respingada y ojitos coquetos que brillaban con el sol.
—Lo siento, pero es lo que yo quiero. Quiero a James.
—¿Por qué estás haciendo esto?
—Vete, Kevin, vete por favor y olvídate de mí.
—No puedo. Sabes perfectamente que no puedo sacarte de mi vida.
—¿Incluso a sabiendas de que él te detesta?
—Olivia… eres mi vida.
Ella se soltó de su agarre.
—Pero tú la mía no —y entonces cerró la puerta.
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Editado: 18.02.2023