—¡Erika, ábreme! ¡Erika! ¡Erika! ¡Ábreme por lo que más quieras!
—¿Qué pasa? ¿Por qué gritas? ¡Adriana!
—¡James! ¡Se va a llevar a Olivia a Buenos Aires!
—¿Qué? ¿De qué estás hablando? ¡Adriana, cálmate, deja de llorar!
—¡No quiero que se lleve a Liv, no quiero!
—¿Tú cómo sabes eso? ¿Cómo sabes que se la va a llevar?
—¡Eso no importa! ¡Nadie más lo sabe, y Liv no les ha dicho nada a sus padres! ¡Es un secuestro!
—Kevin…
—¿¡Qué tiene que ver Kevin con Olivia!?
—Él se fue a su casa. Dijo que iría a buscarla. Kevin la quiere a ella.
Y como si de una bomba nuclear se tratase, las palabras de James recayeron sobre Adriana.
—¿¡Kevin está bien!? ¡Dime que está bien!
—Sí, ¿por qué no iba estarlo?
—No creo que la encuentre. Su vuelo sale a la una de la tarde. Quedaron de verse en el aeropuerto.
—¿Ya le intentaste llamar a su celular?
—James no le va a permitir que responda. ¡Erika, tenemos que buscar a Kevin! ¡Él es el único que la puede hacer cambiar de opinión! ¡James la va a secuestrar!
—¿Y en dónde está Kevin?
—En su casa, supongo.
—El problema es que no sé en dónde vive.
—¿¡Fuiste su novia por casi una semana y no sabes en dónde vive!?
—Perdón pero esa información solo la conocía Olivia.
—No importa. Sube al auto, sé quién puede ayudarnos.
Lo que Adriana hizo con su auto, resultó ser una misión suicida, pues en menos de cinco minutos, las dos aparcaron en el semáforo.
—¡Hugo, Gabriel! —gritaron a la par— ¿¡En dónde vive Kevin!?
—¿Kevin? ¿Para qué quieren saberlo?
—¡Solo díganlo!
Hugo miró a Gabriel.
—¡Necesito la jodida dirección ahora mismo!
—Deja de gritar —Gabo se paró al frente de Adriana—. Me jode que los ricos se sientan con el derecho de hacer lo que se les plazca, solo porque creen que con una orden conseguirán lo que quieren…
—¡Oh my Good! —Erika y Pepito se cubrieron la boca.
Adriana, sí, la indomable Adriana Vergeles había cogido a Gabriel de los hombros con la intención de estrellar su boca con la de ella, en un fulminante beso que dejó a todos sorprendidos.
—Ahora sí, ¿me vas a decir dónde vive Kevin?
—En el Boulevard de Santino, No. 15.
—Bien, ustedes vienen con nosotros.
—¿Nosotros? ¿Para qué?
—Si Kevin no va al aeropuerto en menos de diez minutos, James se llevará a Olivia a Buenos Aires Argentina, y pueda ser que jamás la volvamos a ver.
—¿Quééééééééééé?
—Lo que escucharon. Ahora, ¡suban al maldito auto!
No tocaron, no había necesidad ni tiempo para hacerlo. Gabriel empujó la puerta, y casi de inmediato el seguro salió volando.
—¿¡Qué está pasando!?
—Señora Aurora, por favor no se asuste. Somos Gabriel y Hugo que venimos por Kevin.
—¿¡Qué demonios te ha pasado!? ¿¡Por qué derribaste mi puerta!?—Kevin salió hecho una furia. Por su ropa llena de tierra y lodo, parecía ser que el muchacho se hallaba en el jardín moviendo algunos maceteros.
—Dime que has visto a Liv —Adriana se acercó a él.
—¿A Liv?
—Yo sé que tú ibas a casa de Olivia. Dime que has podido hablar con ella. ¡Dímelo, Kevin!
—No, no pude. Cuando llegué, estuve tocando y nadie me abrió la puerta, le grité, volví a tocar e incluso subí hasta su ventana por la escalera, pero no había nadie en casa. ¿Qué pasa? ¿Pasó algo malo?
—Súbanlo al auto. Tenemos que ir al aeropuerto antes de que sea tarde.
—¿Qué? ¡Suéltenme! ¿¡A donde me llevan!? ¡Qué alguien me explique qué está pasando!
—Es una emergencia —entre Hugo y Gabo lo sujetaron.
—¡Kevin! —Aurora caminaba detrás de ellos—. ¿¡A dónde llevan a mi hijo!?
—Kevin —Adriana lo tomó del brazo—. James planea llevarse a Olivia fuera del país. Tienen un vuelo con destino a Buenos Aires.
El muchacho no dijo nada, pues la expresión horrorizada de sus ojos explicaba todos los sentimientos pedestres que podría sentir.
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Editado: 18.02.2023