A veces creo que mi existencia es una broma, que soy el principal proveedor de entretenimiento de algún dios que se divierte viendo como mi vida se cae a pedazos. ¿Para qué prolongar la vida de quien sufre, si desea morir? La única respuesta es que alguien se divierte con ese dolor que quita las ganas de vivir. Debí haber muerto ese día, pero al parecer decidieron que yo tenía que sufrir mucho más. Es que es tan ridícula la forma en que logré sobrevivir ese día, que me resulta imposible llegar a otra conclusión. Justo cuando caía pasaba por la calle una camioneta que transportaba almohadas de pluma y ahí caí yo. ¿Qué maldito sentido tenia eso? Parece sacado de unas caricaturas. Hubiera deseado que esa camioneta hubiese llevado ladrillos para que mi cuerpo se hiciera añicos. Solo me di un fuerte golpe en la cabeza con el borde del metal del vehículo, por eso permanecí inconsciente durante tanto tiempo. Eso fue lo que me dijo la enfermera que me atendió. Cuando desperté solo ella estaba en la habitación, mi mamá se había ido. Aun así por lo que dijo la enfermera, mi madre se quedó a dormir esa noche, pero se fue muy temprano antes de que amaneciera. Me sorprendió el hecho de que se quedó conmigo toda la noche, considerando que no le importó que me lanzara.
Esa misma tarde me dieron el alta y yo regresé a la casa, tenía un terrible dolor de cabeza. No podía pensar, solo quería llegar y acostarme un rato para ver si podía sentirme mejor. Al entrar a la casa no obtuve nada de eso, todo lo contrario. Mi madre estaba tirada en el mueble con la cara destrozada, al parecer alguien la había golpeado sin piedad. Me acerqué lentamente hacia ella y la moví para comprobar que seguía con vida.
-No te acerques -su voz se escuchaba quebrada y es que sus labios estaban tan hinchados que me sorprendió que pudiese hablar.
- Mi mamá tenía razón, no debí involucrarme con un hombre casado. Si el karma existe estoy segura de que tú eres producto de ello y si no, debes ser fruto de alguna brujería que me echo la esposa de tu papá -esas fueron las palabras exactas dichas por mi madre. Ni siquiera me afectó el hecho de que yo era fruto de un cuerno que le pego mi papá a su esposa. Tenía problemas mucho más grandes.
-Vamos al hospital para que curen tus heridas -dije tratando de ignorar lo que ella había dicho. Después de todo nuestra relación no podía empeorar. Ella no me hizo caso y continúo hablando.
-Solo me has traído desgracias -yo solo escuchaba atentamente cada una de sus palabras. No podía hacer nada más, ella tenía razón.
-Dicen que el amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta y aun así nunca deja de ser. Es la frase más real que he podido conocer, porque a pesar de todo no te odio, ni siquiera un poco. No eres culpable de que el destino sea tan despiadado y que le haya parecido gracioso devastar la vida de un niño y su madre.
Con su mano me hizo suaves señas para que me acercara a ella, lo hice con timidez. Se levantó del mueble y se sentó en el para luego agarrarme muy fuerte de ambos brazos. Me miró a los ojos, pero yo no podía sostenerle la mirada. Sus ojos estaban devastados por los golpes, aun así ella insistió en que la mirara para decirme las siguientes palabras:
-Recuerda esto siempre que dudes de mi amor por ti. Si hay algo que deseo más que nada en este mundo es que tú nunca hubieses nacido, porque solo así no tendrías que sufrir como si estuvieras vivo y fingir que vives como si en realidad no estuvieras muerto. Porque vivir es poder sentir felicidad y placer y ni tú, ni yo sabemos lo que es eso.