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Inspirado en

algo que nunca

sucedió

PRIMERA PARTE

Luces de estrellas

El universo, El mundo real, Un mundo real,

Un sueño, Interrupciones, Una noche sin estrellas.

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Si piensas que algo es como es, entonces estás equivocado.

“Es tan extraño este planeta. La vida, la muerte. Nacemos sin ningún motivo, sin embargo, nuestro único fin es fallecer. No lo entiendo…”, era uno de los típicos pensamientos de Adonis al amanecer. Su universo estaba – como se le puede decir –  fatigado. Las moléculas interactuaban como pequeñas burbujitas en el agua, se juntaban, se chocaban, todo actuaba en el curso de la evolución y la adaptación.  Las estrellas, el cielo, la Tierra seguían su cauce, prácticamente no había algo que les desvíe por aquella ruta que el supuesto todopoderoso creó.

El ser humano era el individuo dominante, cazaba cuando sentía hambre, atacaba para defenderse, jugaba cuando veía que su monotonía ya no era llevadera, básicamente lo que hacía era contaminar el planeta y provocar que se extingan otras especies.  El hombre y la mujer trabajaban, ellos se preocupaban tanto por subsistir que el vivir parecía formar parte de un cuento de hadas. Los niños sonreían en las partes occidentales, pero en las orientales, no había más que tristeza, dolor y miseria. Los poderosos proclamaban la libertad, la soberanía, el progreso, pero por las espaldas y con los hombros ensacados no hacían más que extraer la identidad de uno o varios pueblos.

En este planeta también existía la gente superdotada, la que quería lograr un cambio en la sociedad. Los estudiantes, hasta los mismos profesores insistían en aprender para conocer el mundo. Lo malo es que pocos eran los que entendían el mensaje de ir a la escuela. La mayoría sólo iban para tener un título de cartón y ser algo en la vida – es lo que solían decir –.

La cobertura de árboles se cambiaba cada vez por más y más edificios, los animales pasaban como en una cárcel por estar con menos territorio, los hermosos paisajes se intercambiaban por aparatos electrónicos y supuestas gráficas en 3D. ¡¿Qué más podía esperar Adonis en un mundo en el que todo fluía de acuerdo a las ciudades gubernamentales?! Él quería un cambio, pero la transformación era tan lenta que parecía que lo asfixiaban.

El cielo puede estar más cerca de lo que te imaginas.

Esperanza. Esa era la sensación que lo mantenía vivo. No todo es como se lo muestra, a veces, dentro de un camuflaje hay un campo de flores que embellecen hasta la torre más fea. Adonis lo sabía, las personas sabían que cambiar el mundo, hacer algo, era la mejor solución. Lo malo es que pocos actuaban para bien. Se rendían sin darse cuenta que la respuesta estaba casi en sus manos.

No te rindas.

Típica frase de Adonis. Típica frase de los seres humanos. Decir que se puede lograr es sólo eso “decirlo”. Falta algo… hacerlo. Por eso es que él se lo repetía una y otra vez. “No te rindas, no te rindas”. Flaquear es sinónimo de no seguir intentándolo. Él conocía eso más que nadie.

La verdad

No provocaba un gran cambio. Dibujar, estudiar no era algo que influyera en la sociedad. Al menos no por ahora.

Misterio

La vida no es sólo lo que se muestra. Respirar, alimentarse, dialogar son uno de los tantos ejemplos de lo que significa vivir en su mínima esencia. ¿Cómo surgió?, ¿cómo prosperó?, ¿cómo es que se sigue adaptando? Probablemente sean una de las preguntas más adecuadas para entrar al mundo del misterio y de la fantasía. La coincidencia más grande en la existencia del universo es la vida.

Células

Reproducción y muerte. Transmisión de genes, programación estipulada del ADN. Orden y desorden. ¿Quién creería que los pensamientos y sentimientos estarían enmarcados bajo un eje celular? Sin vida no hay células, sin ellas tampoco habría nada. Trabajan incansablemente, aun cuando cada uno de los individuos humanos pasa durmiendo encima del sofá. Son como hormigas chiquititas que tienen una función establecida. Hacen y deshacen. Se alimentan, sobreviven y reproducen. Son como máquinas con la diferencia de que tienen un código para avanzar de manera propia. Ninguna de ellas depende de la otra, pero todas se conectan al final para crear aquel ente llamado cuerpo. Todo lo que tiene vida también tiene cuerpo, por ende, también poseen células.