Sasuke no comprende muy bien qué es lo que está pasando, pero guarda silencio mientras sus “compañeros” devoran unos cuantos pescados que se habían cocido en la fogata frente a él. De lo poco que ha podido deducir, los tres que le acompañan hacen parte de su equipo desde hace más de quince años.
¡Quince años!
Si es que, según él, no pasaba de los trece. Y cuando se lo mencionó al grandote (¡Qué idiota se siente por ese desliz de lengua, por dios!), él solo lo observó como si se hubiera vuelto loco y le pidió que se recostara de nuevo. Luego el peliblanco (que descubrió, se llama Suigetsu) llegó y le dijo irónicamente (otra vez), que llevan juntos mucho más de una década y que Sasuke acaba de cumplir los treinta y ya no es ningún jovencito. Karin (la pelirroja) se apresuró a revisar alguna anormalidad en su chakra y dijo no haber encontrado ninguna, descartando cualquier genjutsu y culpando a la batalla del día anterior (y a algún golpe en la cabeza), por el estado de confusión en el que se encuentra su líder.
Sasuke no hizo comentario alguno y prefirió observarlos mientras hacían los arreglos para el improvisado desayuno, seguramente cuestionándose su cordura.
El crepitar del fuego hace poco por disimular los sonidos de Suigetsu mientras se atraganta con las espinas del pescado; Karin lo observa con desagrado, pero no le dice nada, demasiado preocupada por Sasuke como para discutir con su compañero. Y no puede culparla.
Él mismo cree que se ha vuelto loco.
Hasta hace unas pocas horas, él era un niño. Un genin. Y, según escuchó, ahora es un renegado que abandonó Konoha, hace casi 20 años.
La única explicación que encuentra (después de que él mismo intentara dispersar cualquier genjutsu y se lavara la cara para descartar alguna alucinación) es que ha viajado en el tiempo. Lo que tampoco suena muy cuerdo. La noche anterior, se había recostado en su mochila, y había deseado ser un adulto con sus metas cumplidas, pero no hay manera en que ese pequeño deseo se hubiera vuelto realidad ¿Verdad? La vida no funciona así.
Muchas veces deseó despertarse con el olor del desayuno que su madre solía preparar, con el sonido del entrenamiento de Itachi y Shisui en el jardín, y que al bajar las escaleras, su padre estuviera bebiendo té mientras afilaba su katana.
Sin embargo, nunca había pasado.
Los deseos no se hacen realidad, no así, de todas formas.
Pero la realidad en la que está, le dice lo contrario. Y si es verdad que, por motivos desconocidos en los que no desea ahondar, ha viajado al futuro, solo puede preguntarse por qué.
¿Por qué alguien lo enviaría 17 años en el futuro?
¿Y que clase de futuro de mierda es este? ¿renegado? ¿con estos tres raritos?
Sasuke no encuentra razón alguna por la que podría haber dejado su aldea natal, no con alguien como Kakashi guiando sus pasos. Los ninja de Konoha son fuertes y temidos a lo largo del continente, él quería ser fuerte, lo más lógico habría sido quedarse allí.
¿Qué estaba pensando su yo de trece años como para irse de la aldea? ¡Y con el degenerado de Orochimaru, ni más ni menos, que casi lo mata a él y a Sakura!
Y Sakura.
Según Suigetsu, ella está muerta, pero Sasuke se resiste a aceptarlo.
En ningún universo, ningún tiempo, y bajo ninguna circunstancia él se atrevería.
—¿Sigues sintiéndote mal, Sasuke?— Karin interrumpe sus pensamientos, con esa miradita condescendiente que no ha dejado de lanzarle desde que él tuvo la terrible idea de decirles que creía ser un niño de trece años. La verdad, comienza a exasperarle un poco su comportamiento tan prevenido. —No has tocado tu comida y...—
—No es problema tuyo, déjame en paz— musita un poco harto y la mujer retrocede un poco, luciendo afectada. A él, claramente no le importa (vale, quince años es un largo tiempo y todo, pero él no se acuerda ni de cómo la conoció), pero Suigetu, como siempre Suigetsu, le observa con el ceño fruncido. Harto de su actitud y olvidando el miedo que pareció tenerle la primera vez que le vio.
—Bien podrías dejar de ser un idiota con nosotros, que lo único que hacemos es acompañarte para que no te mates por la culpa.— El silencio se apodera del improvisado campamento, como confirmando las palabras del peliblanco. Su mano no abandona el hombro de Karin, e incluso Juugo guarda silencio y evita su mirada. Los tres parecen ser leales entre ellos, e incluso a él.
O lo intuye, por eso de que le acompañan para mantenerlo con vida.
Mierda. Qué miserable es este Sasuke del futuro.
Uchiha ya no dice nada más, y casi se siente avergonzado de hablarle así a Karin. Los ojos desolados de la mujer, tan rojos, le recuerdan a unos verdes, que lloraron cuando se enfrentó con Naruto en la azotea de ese hospital, a unos que se entristecieron cuando él rechazó sus manzanas (‘rechazar’ sigue siendo una palabra muy suave), a unos que le miraron con alivio cuando se despertó del genjutsu de Itachi.
Y de repente, Sasuke piensa que sí, si las palabras de Suigetsu son ciertas, Sasuke podría morir por su propia mano, porque la culpa le carcome vivo de solo pensar en haber hecho algo tan miserable como asesinar a Sakura.
—Es mejor que nos demos prisa.— avisó la mujer, recomponiendo su expresión y cortando el momento tan incómodo; Uchiha lo agradece, pero Suigetsu rueda los ojos con exasperación porque Karin siempre se pone del lado de Sasuke. —Los ANBU de Konoha deben estar merodeando por aquí, es mejor que nos pongamos en movimiento pronto o no podremos verla.— Karin se levanta con el rostro completamente serio, ignorando a sus compañeros y guarda sus cosas en silencio.
Los otros dos la siguen poco después, en silencio, abandonando el último pescado en la fogata que ha quedado olvidado después de la pequeña discusión y ya está tan quemado que es incomible. Él supone que debería disculparse, pero si nunca lo hizo con Naruto y Sakura, no ve muy correcto hacerlo con una desconocida, así que se guarda sus palabras y comienza a empacar su equipaje sin comprender muy bien la situación todavía.