En ese momento no entendía por qué te hundias en lo más profundo de un hoyo oscuro. Eso no era lo más bonito para mí, lo sabías. Si te soy sincera Steve. Y te lo dije es que odio verte así en ese estado deteriorado, me hacias sentir depresiva porqué como si fuera una vidente o algo parecido a una sentía tus estados de ánimo y me lo transmitías sin si quiera decirlo.
Trate de no caer en esa trampa pero me era imposible y te seguí, sintiéndome aún peor y sin poder ayudarte a subir de ese hoyo profundo.
Pero felizmente gracias al consejo de la esposa de mi jefe me hice lo suficientemente fuerte y valiente para sacarte de ahí, me puse tan dura contigo que me miraste con los ojos tan abiertos y asustados por qué pensaste que te estaba gritando horriblemente pero sólo estabas bajos los efectos del alcohol.
Me tranquilice al ver que en los próximos meses ya estabas normal, ya no tenías esa ansiedad de tomar varias botellas, por qué las boté todas y busque cada rincón de toda la habitación por si había unas escondidas. Ya no me estrese tanto con todo el trabajo que cargaba por mi espalda me sentí relajada tranquila y en paz.
A veces te decía que fueras a pasar el día a la casa de tus padres pero de tanto negarte y yo insistir finalmente fuiste me alegré de que al menos fueras a verles por qué la vida es demasiado corta para arrepentirse. Me caen tan bien tus padres que les tengo mucho cariño y estima porque al recibirme por primera vez, cuando fuimos de visita me recibieron con los brazos abiertos y muy cariñosos, me puse contenta al ver que tenías unos padres afortunados y amables. Igual me sentía afortunada de tenerlos como suegros porque para mí figuraban como los padres que nunca tuve.