10. Nina

Publicado Originalmente: 27 de marzo del 2021

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La fiesta estaba siendo realmente entretenida para Nina. Le daba curiosidad ver que las gemelas aun no hacían acto de presencia. Fue lo primero que le dijo Alexa luego de estar bastante rato en el trabajo. Nina bromeo diciéndole que quizás huyeron. Algo que provoco que Alexa se pusiera histérica. Al fin de cuentas es una fiesta que de seguro ellas no querían. Algunos padres son terriblemente predecibles.

Por otra parte, Nina no paraba de sentir miradas fugaces sobre ella. No solo por parte de los compañeros de trabajo de Fabrizio, sino que también los empleados de esa casa no paraban de mirarla. Como si creyeran que ella estaba loca por estar ahí. 

Era muy incómodo.

¿Era necesaria tanta mirada sobre ella como si hubiese hecho algo malo? Empezaba a no entender qué rayos estaba sucediendo en ese lugar.

Su mente estaba muy lejos del trabajo. Aunque se esforzaba por hacer las cosas mejor para Alexa. Como ella le dijo la mayor parte del tiempo estaría con los empleados del catering organizando los lugares en donde irían las comidas y aperitivos. 

Nina comenzaba a sentirse cansada. Como si sus niveles hubieran bajado a gran escala. Desde los accidentes no había descansado como correspondía y comenzaba a pasarle efecto. Intentó disimular que se encontraba perfectamente. No quería alarmar a su amiga y mucho menos a Fabrizio que le tenía bien puesto el ojo.

—¿Te encuentras bien, Nina? Luces demasiado pálida. —preguntó Jane preocupada al verla. Nina se había sujetado de una pared cuando regresaba a la cocina. No se había percatado de que la chica estaba cerca de ella. 

—Estoy perfectamente —dijo mientras respiraba hondo y trataba de no perder el hilo de lo que hacía. Su vista comenzaba a ser borrosa. 

«¿Qué rayos me pasa?» pensó Nina sin poder evitarlo. 

—Deberías tomarte un descanso, no estas acostumbrada al ajetreo y por lo que sé, no has estado bien de salud. 

Nina apretó la mandíbula y forzó una sonrisa. 

—Me encuentro perfectamente, Srta. Rood. Agradeceré que no ande comentando tonterías —dijo alejándose de ella y regresando a la cocina.

Al regresar por poco se tropieza con Fabrizio. Recuperó la compostura y le sonrió. 

—¿Necesitas que la lleve a la mesa C? —preguntó al verlo con la bandeja. 

—Iba a hacerlo yo, pero sería bueno que pudieras llevarla tu. Me dará tiempo de terminar uno de los postres. ¿Te encuentras bien? —preguntó al verla un poco pálida. 

—Estoy increíblemente bien —espetó comenzando a molestarse con el resto del mundo.

—No te alteres, linda. ¿Qué es lo que sucede? 

—El que debe relajarse es otro y lo digo en serio. Se nota tu nivel de estrés y eso puede ser muy contraproducente en la comida que hacen aquí. Afuera todo parece perfecto. A excepción de que las cumpleañeras brillan por su ausencia. 

Fabrizio sonrió y acarició su mejilla. 

—Puedes cambiarme el tema todo lo que quieras. Pero soy tu novio y sé cuándo mi chica está realmente sintiéndose mal. Lleva esto a la mesa y descansa un poco. Tomate esto con calma, por tu salud. Está es la razón por la que no quería que vinieras.

Nina cerró los ojos asintiendo un poco. Fabrizo beso su frente.

—Me duele mucho la cabeza, pero no quiero que Alexa lo sepa. Está un poco histérica ahora mismo y no quiero que se preocupe por mí —murmuró en voz baja. 

Fabrizio le dio un beso fugaz y luego acarició su mejilla con cariño. 

—Te amo, Nina, lo sabes, ¿verdad? No quiero que juegues con tu salud. 

—Y yo a ti, voy a estar bien. Así que suelta la bandeja para poder llevarla a su mesa —respondió con una sonrisa forzada. 

Cogió la bandeja y volvió a salir. Pudo ver qué Jane la observaba con expresión seria. 

Lo había escuchado todo y ciertamente a Nina es lo último que le importaba.

Sacudió la cabeza porque no sentía que eso fuese realmente importante. Caminó hasta el área de las mesas. Al llegar observó lo espacioso y ordenado que estaba todo. La gente sonreía y hablaban entre ellos. Todos lucían realmente en familia y eso le dio bastante curiosidad.

«¿Dónde estaban las dos cumpleañeras?» Era raro que no estuviesen allí ni por asomo cuando se notaba lo mucho que sus padres se involucraron en celebrar sus cumpleaños. Alexa de seguro estaba completamente estresada por ver que las personas a las que quería impresionar no mostraban su rostro.

Sabía que muchas de esas personas estaban ahí más por el título que les daban, que por realmente interesarse en las festejadas. En la sociedad de los ricos siempre había más malos que buenos. Sentía mucha curiosidad por saber en qué club encajaban ellos. Los famosos duques. 

Sacudió la cabeza y revisó lo que Fabrizio le había pedido. Tomó notas mentales y estuvo dispuesta a irse antes de que alguien la viera y comenzaran a preguntar quién era. Como últimamente sucedía. 

Fue entonces que las luces se atenuaron un poco y todo se volvió oscuro. Nina tuvo miedo de moverse porque casi no veía nada.

—Buenas noches damas y caballeros. Con ustedes Arturo Hiltmoose, duque de Woodville. Desmoles un fuerte aplauso.

Los aplausos no se hicieron esperar y Nina sintió ganas de seguir la corriente. Al fin de cuenta no podía marcharse por culpa de la oscuridad. 

—Estoy muy agradecido de que hayan podido venir a celebras los 23 años de mis hijas, Lina y Mina Hiltmoose. No es un secreto para nadie que ellas no estaban muy animadas de tener esta fiesta. Cuando crecen se hacen independientes y desean más privacidad. Deseaba poder darles una última fiesta con ilusión —comenzó diciendo entre risas.

Nina intentó moverse para poder salir, pero estaba siendo un poco difícil. Sentía que ese era un momento muy personal para los invitados y que solo ellos debían estar presentes. Estar allí no la hacía sentir cómoda. Pero, no lograba ubicar la salida al estar muy oscuro y tenía miedo de tropezar con la mesa y provocar un desastre.