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POV ALESSANDRO BELMONTE

—¿Adivina quién hizo su gran aparición ayer?—abro la boca para contestar, pero mi padre se me adelanta—. Robert estaba a punto de explotar, pero parece que la muchacha hizo algo que lo calmó.

— Ah, genial. ¿Significa esto que la boda está fuera de la mesa? —pregunto, sosteniendo el teléfono entre mi oreja y el hombro, mientras me preparo para una ducha en la suite presidencial del Aurora Heights Hotel & Residences en Nueva York.

—Isabella ha dejado claro que el matrimonio no es su rollo —responde mi padre, con cierta tristeza y algo extraño me atenaza el pecho: el rechazo… otra vez —. Pero Robert se ha empeñado en seguir adelante. Su hija aún no ha alcanzado el nivel de madurez necesario, parece que mezcla sentimientos con deberes. Él confía en que pronto le entre el sentido común.

—Está bien, tampoco tengo prisa. Estoy disfrutando de la vida —respondo, pero el rechazo se filtra hasta lo más profundo de mi ser.

Para ser sincero, tampoco es que esté anhelando ese matrimonio, pero eso no significa que no la desee a ella. Estos días han sido un verdadero tormento. Mi mente y mi cuerpo están fuera de control, obsesionados con ella. Cada pequeño detalle, especialmente su encantador aroma, me tiene desquiciado. Ni siquiera logro pensar con claridad, mi cerebro está dominado por su imagen.

Es decepcionante que Isabella no haya hecho ni el menor intento de comunicarse. He estado esperando su llamada, incluso he estado más pegado al teléfono de lo normal. Parece que soy un completo idiota, un adolescente atolondrado que no puede evitar esperar su llamada.

He cancelado una vez más mis planes de viaje a Italia, con la esperanza de que ella se comunique conmigo, pero nada sucede hasta ahora. Nunca pensé que estaría tan dispuesto a posponer mis responsabilidades solo por ver a una mujer terca. Pero aquí estoy, dispuesto a hacerlo. Necesito verla lo antes posible.

Quizás me pasé de arrogante la última vez que nos vimos, pero esta vez me comportaré como un caballero y le pediré una cita como Dios manda. Y sinceramente, espero que esta vez acceda, ¡porque de verdad tengo ganas de pasar una noche, o tal vez una semana, un mes o hasta que esta ardiente atracción se desvanezca!

De repente, me llega la imagen de Isabella con esa mirada triste cuando mencionó a su ex. Hago un sonido de disgusto. No me agrada la idea de que otro tipo la haya lastimado.

¿Cómo es posible que todavía llore por ese don nadie, y peor aún, cómo se atrevió a hacerlo delante de mí? ¡Maldición! Casi podría romperle el cuello a ese tipo solo por haberle causado dolor.

Los celos se apoderan de mí de repente. En este momento, deseo fervientemente ayudarla a olvidarse por completo de su ex.

—Entonces, Aless, ¿ya resolviste todo lo pendiente? Tengo el vuelo listo para mañana, no podemos seguir posponiendo —la voz de mi padre me devuelve a la realidad. Me he sumergido tanto en mis pensamientos que no sé cuánto tiempo he estado desconectado.

Camino hacia el baño y dejo caer la toalla que rodeaba mis caderas.

—Todavía tengo algunos asuntos aquí, papá. Le diré a Dominic que reorganice mi viaje.

—¡Alesso! ¡Alesso! —no lo veo, pero sé que está masajeando sus sienes—. Tenemos pendiente lo de Florencia.

—Lo sé, no me llevará mucho tiempo... tranquilo.

—Es una lástima que no puedas acompañarnos.

—¿A qué te refieres con 'acompañarnos'? ¿Viajas con alguien? —me sorprendo. ¿Mi madre se ha unido a al viaje? Hasta donde sé, ella prefería relajarse en su mansión junto al lago de Como.

—Sí. Isabella viajará conmigo. Ha hecho un trato con Robert para aprender sobre el negocio, y como tú no podrás ocuparte, yo me encargaré de ella por estos días.

Mi padre se toma su tiempo para responder, esos segundos se sienten como una eternidad.

—A las seis.

—¡Ah, perfecto! En la mañana será genial.

—En la tarde, Alessandro.

¡Pff! El tiempo es relativo, ¿no? Mientras sea mañana, todo bien.

—Entendido.

¡Genial! Mi sonrisa es casi tan amplia como mis ganas de este viaje.

—Ah, por cierto, ¿no pensaste en consultarme si podía encargarme de ella? Estoy bastante ocupado, papá —trato de añadir un toque de indignación, pero la verdad es que no puedo estar más emocionado.

—Ocupado organizando tus fiestas desenfrenadas —me recrimina—. Apostaría a que cancelaste el viaje solo por alguna otra dama a la que recién has conocido.

—Te equivocas.

—En fin, Alesso. Habla con Dominic para que organice tu agenda y puedas pasar tiempo con Isabella.

—Claro, hablaré con él —mi sonrisa es tan grande que amenaza con partirme la cara.

En este momento, siento como si las puertas del paraíso se hubieran abierto de par en par. ¡Aleluya!

POV ISABELLA STERLING

—Nos harás falta. ¿Cuánto durará todo esto? —dice Priscila, aunque yo prefiero llamarle Pris.

Ella me observa mientras reviso mi armario, buscando qué ropa llevar.

Pris ha sido mi mejor amiga desde la universidad. De hecho, fue la primera amistad significativa que tuve, antes de ella no era precisamente la reina de la vida social, pero después de conocerla, me convertí en algo así como una experta en el tema.

—También te extrañaré —suspiro—. El trato es de seis meses, pero creo que solo aguantaré cuatro —entrelazo mis delgadas manos y fijo la mirada en las dos chicas que están acurrucadas en mi cama.

—Te vamos a extrañar mucho —Jenna hace un puchero—, nada será igual sin ti. Literal.

Pris suelta una risita.

—Cuatro meses no son tanto, solo son como ciento veinte días.

—Dijiste que serían seis.

—Bueno, serían unos ciento ochenta días entonces. Pero como ya dije, dudo llegar a ese número.

Jenna es esa amiga típica, la que solo aparece cuando necesita algo y desaparece cuando ya no le eres útil. No es realmente mi amiga; he sabido que ha vendido historias a la prensa sobre cómo me sentía tras la ruptura con mi ex. Sin embargo, Pris parece encontrar algo agradable en ella, aunque honestamente, no veo nada de ‘eso’ en ella. En fin, solo por Pris, me veo obligada a fingir que la soporto, pero honestamente preferiría que se alejara de nosotras de una vez.