Esto era un desastre.
Un completo caos.
Se acercaba más a destino final que otra cosa.
El bus se inclinaba muy peligrosamente hacia la derecha tratando de pasar al otro bus para ganar más pasajeros, esto se sentía como una carrera de rápidos y furiosos. En cualquier momento la gente iba a salir volando y lo más probable es que íbamos a morir, me sostuve como pude del pequeño pasamanos del bus, sin mencionar las cosas que contenía tenía ese bendito tubo. Y no ayudaba que la gente a mi alrededor me empujara y apachurrara; y la otra parte de ella le gritaba al chofer que bajara la velocidad pero bueno él realmente estaba pensando que estaba en su propia película de acción o algo por el estilo.
Apenas había cumplido diecinueve la semana pasada y yo ya me les iba a unir a los coros de ángeles de papito Dios, por muy peligrosos que eran los buses de mi ciudad y que extrañamente estos se parecían a los buses de mi país de procedencia, no pensé que estos realimente resultarán así pero ya que estábamos yo tenía que recurrir a estos cada vez que mi bicicleta se descomponía y a veces la travesía resultaba ser un poco como una película de terror y acción, sobre todo esta última.
Hoy no fue la excepción.
Después de un ajetreado y extrañamente loco que estaba el bus y que el chofer se creía el mismísimo Toretto logro finalmente llegar a la universidad.
—¿Porqué tienes la cara como si hubieras corrido una maratón? —Jessica mi mejor amiga pregunta cuando llego a su lado, encontrándola en la escalera de emergencia donde siempre se escondía desde hace unas semanas después de romper con su ahora ex novio.
Si ella supiera.
—Créeme, de donde acabo de llegar es más o menos cerca a tener una maratón o mejor que eso estaba filmando la nueva película de rápidos y furiosos. ¿que tal eso?
—¿Lo estabas?
Niego la cabeza con diversión.
—¿Qué haces aquí? —pregunto — ¿Otra vez estás escondiéndote del imbécil de tu ex?
—Sabes porqué lo hago —hace una mueca cuando lo menciono.
—Y te he dicho muchas veces que tú no deberías de esconderte como si hubieras hecho algo malo, el que tiene que esconderse es él y no al revés Jess. —estaba comenzando a sentirme molesta, hablar acerca del imbécil de Rowan siempre me ponía de mal humor y el hecho de como se comportaba ella me molestaba aún más.
—Lo sé, pero sabes lo que la gente dice por ahí de mi —dice tocándose los hombros cuando estaba nerviosa.
—¿A quién demonios le interesa lo que la gente diga?
—¡A mi! —Se tapa el rostro avergonzada tratando de detener las lágrimas que quieren escapar pero no funciona y una lagrima minúscula resbala por su rostro —Sabes lo que mis Padres piensan al respecto y con todo lo que pasó con Rowan es aún peor, todos hablan de lo estúpida que fui por no tratar de detener a un chico de engañarme. A mi, a la hija de Marcella Ronaldi, ahora soy el hazmerreír de todo el mundo y parece que nadie me tomara en cuenta para una relación seria nunca más.
Mi molestia aumentaba a tal punto de querer golpear a Rowan por hacerle eso a una hermosa chica como Jessica pero sabía como eran sus padres, sobre todo su madre que era una estrella de cine famosa mundialmente. Y tenían políticas en su casa de la cual yo jamás iba a estar de acuerdo pero para la familia Ronaldi la reputación lo era todo y un pie en falso la prensa hablaría y no se detendrían, tal como pasó con Jessica. Estuvo en las noticias de chismes sobre su ruptura con el hijo de una de los jugadores NBL muy famoso del país y lo que más me molestaba es como si todo lo que hizo Rowan la culpa lo haya tenido Jessica cuando realmente era al revés. Ahora ella estaba en un ambiente extraño con sus padres en casa y en el campus ya que había pasado más de un mes y todavía su rostro estaba en el tablero periódico como el engaño del año.
Que completa tontería.
Me acerco a ella lentamente colocándome a su lado, ella me abraza y coloca su cabeza en mi regazo dejándola que llore más augusto.
—Seguramente tus padres me van a odiar por decir esto pero que completa mierda de política tienes en casa cariño.
—Mis padres no te odian Sabrina —dice después de unos largos segundos, sorbiendo la nariz.
Si bueno, eso no era verdad, puede que tal vez no el señor Ronaldi pero su mamá claro que si, la primera vez que Jessica me había invitado a su casa accidentalmente había dicho algo en voz alta sobre su política enmarcada en la pared de su sala principal. La señora Marcella que por cierto era tan hermosa que dolía verla por mucho tiempo hizo una mueca a mi dirección y si las miradas mataran yo no estaría viva para contarlo todo lo que sucedió después.
—Si bueno todavía voy a declinar sobre ir a tu casa este fin de semana— digo y ella me da una mirada acusatoria pero luego sonríe un poco.
—Le tienes miedo a mi mamá.
—¿Quién no le tiene miedo a tu mamá? —ella duda un segundo y luego asiente dándome la razón —¿Te sientes mejor?
Ella solo alza los hombros y se quita las lágrimas restantes de su rostro, saca un pequeño bolso de su bolsita de mano y comienza a maquillarse. Sabía que no podía hacerle cambiar de opinión y eventualmente ella lo haría sola con respecto a imbécil de Rowan y con suerte a esa estúpida política que tenia. Y con respecto del tablero estudiantil, en unos días todo eso iba ser agua pasada, solo esperaba que Rowan no se cruzara con ella en los pasillos porque cada vez que sucedía este hacía alarde de su infidelidad como un logro o algo por el estilo y a mi me entraban unas ganas de darle en las pelotas cada vez que ocurría.
—Bueno pues vamos y prométeme una cosa —me pongo de pie —prométeme que no te esconderás en las escaleras o en ningún otro lugar.
Ella me mira sin decirme nada poniéndose de pie al igual que yo.
—O publicaré un foro anónimo en Instagram diciéndole a Harry Styles que no te bañas.