Con el cerro de testigo

Con el cerro de testigo

Me desperté con la luz del sol en mi cara. Giré para ver qué hora era en el reloj y me di cuenta que había dormido demasiado. Por suerte, no era un problema, ya que estaba en vacaciones de invierno. Decidí que ya era hora para levantarme, puesto que dentro de unos minutos llegarían a jugar mis amigos al fútbol como todos los fines de semana.

Me vestí con la ropa que había dejado apartada la noche anterior y me dirigí al baño para quitarme el aspecto de muerto recién salido de la tumba.
Acomode un poco la casa, mientras hacía esto encontré a mi hermana cocinando para ella y para mi y mis amigos.

Al cabo de un rato llegaron los chicos y nos dispusimos a organizar los equipos para jugar. Después de un largo partido, que termino en empate, entramos a casa para comer el almuerzo que nos preparo mi hermana. Mientras comíamos comenzamos a charlar, y luego de un rato salió el tema del cerro. Aquel cerro era enorme y estaba casi siempre cubierto de nieve.

- Deberíamos escalarlo uno de estos días- propuso Gustavo.

- Sí, estaría buenísimo- comento entusiasmado Daniel.

- Mmm... no sé, puede ser peligroso, es muy empinado y está lleno de nieve- dije con desgano. No me atraía la idea de escalar el cerro.

- Dale Agustín, no seas mala onda... ¿O es qué tenes miedo?- comento Ezequiel en tono burlón.

- ¡No tengo miedo!- exclame molesto.

- Entonces hagamos una cosa...- propuso Marcos- ¿Quién puede subir mañana el cerro?

- ¡Yo!- salto Ezequiel.

- Yo no puedo- dijo Valentín.

- ¿ Y sí va Agustín conmigo para probar que no tiene miedo?- dijo Ezequiel clavándome la mirada.

- Está bien, vamos Ezequiel y yo. Pero subimos y bajamos- dije con tono seco.

Y así fue como la mañana siguiente, Ezequiel y yo nos dispusimos a subir el cerro. Al principio fue fácil, ya que no había nieve, pero sabíamos que a medida que avanzáramos sería más difícil. Mientras escalábamos hablábamos poco y nada, debido a que nuestra concentración estaba fija en sujetarnos de las rocas correctas para no caer.

Ya habíamos subido más de la mitad cuando paramos para comer. A esa altura las rocas comenzaban a estar resbalosas, lo que hacía más peligroso el ascenso. Continuamos andando, hasta que Ezequiel se detuvo para decirme....

- Al final miedo no tenias.

- No, miedo no. No quería venir porque es peligroso. Pero bueno, ya estoy acá- dije con un poco de enfado

- Bueno, no te enfades, lo que dije lo dije porque quería subir al cerro y nadie se iba a animar, excepto Daniel, pero vos sabes que por ahí se pone pesado- dijo con cara de suplica

- Bueno, está bien, no importa, ahora sigamos- dije para que continuásemos escalando

Pronto comenzamos a entrar en la parte más resbalosa y empinada. Estaba muy concentrado en agarrarme de las rocas correctas, cuando sentí un ruido seco, como cuando algo se desmorona. Mire a mi costado y caí en la cuenta de que la roca en la que estaba sostenido Ezequiel se había partido y este comenzaba a caer irremediablemente.

Quede impactado, a tal punto que no pude ni hablar. Y ahí me di cuenta de que estaba completamente solo, sin nadie, con el dolor llenándome el alma y con el cerro de testigo.



#32344 en Otros
#4474 en Aventura
#10406 en Relatos cortos

En el texto hay: apuesta, accidente, tragedias y muerte

Editado: 21.05.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.