Con las rosas de tu funeral

Mentiras

-No me hables, no me mires. – sentencio Mariano cuando minutos después de llegar veía como Mérida entrando a su habitación simulando arcadas

- Ay, vamos, porque no volvemos? Pero esta vez solo nosotros, si?

Mérida intentaba convencerlo dulcemente, después de ver por todo lo que habían pasado realmente deseaba pasar una noche diferente.

- No Mérida, no volveré.

 - Está bien, y si vamos a otro lado?... al parque o al cine? – Mariano la vio detenidamente, intentando comprender su verdadero propósito.

- De acuerdo, me cambiare.- dijo sediendon. 

 

Sin poner resistencia Mariano acepto, Mérida caminaba de vuelta al parqueadero cuando en el pasillo escucho susurros.

- Ella debe firma, si no es así, no será legal la venta

- Pero… rosa ya ha muerto.

- Entonces su heredera, Roberto no puedo hacer esto sin la firma de una de las partes.

Hablaban de su madre y al ser la única hija que tenía, también lo hacían de ella. ¿Acaso pensaban vender su casa? Era la única propiedad que poseían o eso creía ella.

- Imposible, Mérida no sabe de esto, su madre nunca se lo dijo, y en cuanto lo sepa se negara, lo sé.

- Entonces búscate otro abogado Roberto, no hare esto así.- dijo negándose a cometer tal penalidad  

- Es solo una firma. – respondió Roberto, desesperadamente al ver como el negocio no salía como esperaba   

- Estamos hablando de la mitad de las acciones de una empresa multimillonaria Roberto, no sería solo una firma.

Mérida abrió sus ojos sorprendida al escuchar aquellas palabras, acaso la compañía de su tío también fue de su madre?, estaba enfadada, no solo porque se creía engañada sino que la mitad de su vida la había pasado en necesidades en ocasiones extremas, y su madre había guardado millonarios ingresos.

Mariano se juntó con ella en el pasillo en el que se escondía, escuchando como su tío Roberto aun peleaba con su aparente abogado por llevar a cabo su plan, se acercó, intentó sorprender a Mérida pero se detuvo al ver el rostro contrariado de la chica, y se sorprendió aún más cuando escucho su nombre en la conversación que Mérida intentaba descifrar.

- Mariano es hasta ahora el único heredero legítimo de esta compañía, ambos sabemos que a su mando se hundirá a tan solo unos años de haber empezado

La cara de mariano se descompuso al escuchar la voz de su padre, pronunciar aquellas palabras.

- Es por eso que necesito la parte de Mérida libre para continuar con lo planeado.

- Lo se Roberto, pero si ella no firma no tendrás acceso, ella aún no está del todo en tu custodia, aun no puedes firmar por ella, faltan unos meses para que ella sea tu hija legalmente, hasta entonces podrás tomar esa parte si no es así, debes pedir su firma y ahorrarte muchas complicaciones. -  

Su abogado le dicto sus últimas alternativas, y se despidió de Roberto quien se jalaba los cabellos frustrado.

Mariano jalo a la habitación cercana a Mérida, la tuvo tan cerca que lo invadieron las ansias, pero entonces recordó las palabras del abogado de su padre “faltan unos meses para que ella sea tu hija legalmente” ya no solo serían vistos como primos si no que como los hijos del señor Roberto, complicando todo cada vez más. La soltó bruscamente siendo consiente en lo que ambos se embarcarían. Al igual que Mariano Mérida se alejó y dejando la cita de lado se dispersaron en la casa, pero Mérida estaba realmente afectada, mientras recordaba lo que su madre y ella tuvieron que vivir sin una necesidad real.

- Mama, mira esto, crees que se me vera bien?

Rosa miraba el hermoso vestido que su hija le mostraba, tomo la etiqueta de precio y negó dándole la espalda.

Esa noche era la cena de su escuela, y se había conformado con un vestido que no le quedaba realmente, mientras su madre no pagara más de lo que debía por caprichos, sus compañeros se habían mofado de ella incluso años después en la preparatoria. Y realmente ella no debía pasar por todo aquello? No solo no entendía que pasaba si no que tipo de madre había perdido, o si había sido una ventaja o no haberla visto partir.

Y es que en su cabeza todo empezaba a calzar, su madre se iba de mañana y regresaba a la tarde sin decir a dónde iba, nunca le mencionó que hacía en su trabajo, nunca conoció su lugar de trabajo, pero nunca le pareció algo de qué alarmarse, confiaba en ella y nunca tuvo nada porque desconfiar. La noche estrellada la absorbió por completo, sus cabellos empezaron revolverse mientras paseaba por el jardín trasero de su casa. Recordó de nuevo la conversación de su tío y el abogado, realmente el pensaba que Mariano no era capaz de manejar su cadena de hoteles? O había alguna otra empresa que su tío manejaba, todo para ella era un revuelo de pensamientos. Camino hasta el invernadero, viendo hacia las estrellas, y como estas resplandecían, pisaba sin mirar, y se perdió en un gran agujero el que no vio al estar anonadada en el cielo.

Mariano daba vueltas en su habitación de igual forma, ¿ la haría caer? Se cuestionaba , realmente el pensaba eso de el?. Decidió salir a tomar aire, si bien lo que mas le molestaba era lo que su padre opinaba de él, no había podido sacarse de la mente lo que se avecinaba, serían hermanos legalmente y sus sentimientos serían finalmente enterrados con la esperanza de poder tomarla como suya.

Miró la puerta de Mérida, y entró, no la encontró dentro, salió al patio delantero y no había rastros de Mérida, incluso caminó por la piscina sin verla, empezó a alarmarse hasta que un gritillo lo alertó.

- Amm, hola, doña María? Esta por ahí? Esque e caído en esta fosa.- hablo a lo que creía era la señora de la limpieza. 

Mariano rio audiblemente cuando la escucho hablar, si había algo que identificaba a Mérida era su torpeza, solia decirle piernas chuecas de pequeño porque no había momento en que su prima no cayera al suelo, se asomó divertido viendo a Mérida desde arriba con aires triunfantes.




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