Con los ojos del Alma

Capítulo Dos

“La revelación”

Megan*

Nunca averiguaríamos quién fue el causante mi accidente, no es que no lo intentáramos, digo a fin de cuentas nadie vio lo que paso, Fue duro no les mentiré diciéndoles que todo fue color de rosa a partir de ahí, pero que más podía hacer. Quedarme tirada lamentándome todo aquello que ya no podría hacer.

Lo hice los primeros meses, pero de que me servía. Ya nada me satisfacía. Y comprendí que lo único que lograba con mi actitud era amargarme la vida y lo mismo estaba haciéndole a mi familia.

Ellos no lo decían pero me daba cuenta que poco a poco estaba sumiendo a mi familia en mí mundo de depresión. Mis padres, cuando creían que no estaba cerca, discutían. Ya perdí la cuenta del número de veces que los escuche pelear, buscando culpables para mi actitud de mierda, ¿qué hiciste mal? preguntaba papa, la consentiste demasiado. Era la respuesta de mama.

Quien sabe cuántas veces más lo hacían en la oscuridad y soledad de su habitación.

Eso no era lo único que estaba arruinando, mis hermanos no sabían cómo adaptarse a su nueva vida, conmigo como carga, ya no podían salir por las tardes, ya que uno de ellos se tenía que quedar a hacerse cargo de la ciega. Porque mis padres estaban trabajando. De vez en cuando los escuchaba quejarse, porque no lo puede hacer sola, ni siquiera le caemos bien, siempre nos está gritando, nunca agradece lo que hacemos por ella. Y era real, era una malagradecida de lo peor. Tantas situaciones juntas hacían meya en mí ser. No sabía qué hacer. Porque seamos realistas huir, a donde, qué diablos iba a hacer una chica ciega en un mundo como este. A veces me preguntaba, porque mis padres los obligaban a ayudarme, digo si ya viviría así para siempre, porque no hacer que aprendiera a vivir con ello.

Pero si en algo tenía razón mi madre era en que mi padre me protegía demasiado, nunca me dejaba hacerme cargo de nada por mi cuenta siempre trataba de dejarme todo hecho y eso me había convertido en una hija de perra que quería todo en sus manos sin mover un dedo.

Fue donde me di cuenta que somos egoístas, o por lo menos que yo era una persona egoísta. Siempre preocupándonos por no otros mismos sin importarnos los demás.

Al día siguiente de lo que llamare “la revelación” hable con mama. Le pedí que por favor me llevara a un psicólogo, no quería seguir así y no los quería arrastrar a ellos a mi desdicha. Al principio estuvo muy sorprendida, pues por varios meses me estuvieron rogando que fuera pero mi necedad me impedía aceptar la ayuda. Mi madre no sabía a qué achacarle ese cambio de actitud.

Pero a fin de cuentas, cedió.



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En el texto hay: amor, rebeldia, ceguera.

Editado: 22.02.2019

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