El Culpable de Todo
Megan*
Tenía muy en claro los sentimiento que tenía hacía Antuan, es por eso que no dude en decirle que si cuando me pidió ser su novia. Por un momento creí 4 me diría otra cosa y me empezaba a asustar que dijera que ya no me podría ver, que se mudaría a otro país o algo así. Pero por suerte eso no paso.
Antuan era maravilloso, me encantaba la forma en la que me trataba, nunca tomaba en cuenta mi discapacidad visual, y me alentaba a hacer todo tipo de actividad, me hacía sentirme capaz de lograr todo lo que me proponía.
Las cosas seguían igual entre nosotros, paseábamos a cualquier parte que se le ocurriera mostrarme. Me narraba todo lo que el podía apreciar y su forma de hacerlo cada día me enamoraba más. Estaba perdida en él y estaba completamente segura de que siempre abría un antes y un después de Antuan marcado en mi vida.
Unas semanas después de empezar nuestra relación note un cambia casi imperceptible en su actitud. No sabría explicar con exactitud que fue pero podía sentir como a momentos se quedaba serio, como si estuviera a punto de decirme algo pero en el último momento se arrepintiera, entonces una capa de culpa caía sobre él y se quedaba callado.
Esa forma de actuar de su parte estaba empezando a ponerme a mi también un poco insegura, ya se había cansado de mí y no encontraba la forma de terminar nuestra relación, no fui lo que él esperaba, Tal vez hasta ya había encontrado otra novia O es que ya se había enfadado de hacer de guía para invidentes, digo a fin de cuentas quien estaría demasiado tiempo con alguien que no podía apreciarte en todos los sentidos posibles.
Cada vez que le preguntaba que estaba mal obtenía la misma respuesta. Tranquila mi chica, solo es estrés por lo exámenes decía. Pero sentía que me mentía, cada célula de mi ser me decía que lo que le pasaba tenía nada que ver con la escuela y todo que ver con nosotros.
Una tarde mientras estábamos en su casa para celebrar el cumpleaños de su madre mientras regresaba del baño. Escuche como le decía a su mama que ya no soportaba más, que no podía verme a la cara sin sentirse culpable, recalcando a cada segundo que él tenía la culpa de todo. Que si él se hubiese fijado más en la carretera y centrarse menos en el dolor que sentía en ese momento.
Por un momento no entendía de lo que hablaba hasta que menciono, esa fatídica fecha. El día en que había tenido mi accidente. El insistía en ser el responsable de mi falta de vista, de que yo no tuviera una vida plena. En ese instante no su pe que hacer, solo me quede estática escuchando como su mama le repetía una y otra vez que no, que él no era culpable, que él no se dio cuenta y que apenas se enteró busco por cielo, mar y tierra a la persona afectada pero nunca la encontró.
Respirar me empezó a costar trabajo, sentía como mis pulmones eran comprimidos por una fuerza extraña, lo más raro de todo esto era que no estaba enojada, solo un poco abrumada por la información que estaba oyendo, a lo lejos alcance a escuchar como su madre le decía que me contara, que me dijera la verdad antes de que me hiciera ideas equivocadas por sus cambios de actitud. Y el alegaba que en cuanto lo supiera lo odiaría. Pero por raro que parezca no podía odiarlo, lo amaba con toda mi alma y no podía más que estar agradecida con él por los últimos mese que habíamos pasado juntos.
Abrumada por lo escuchado subí de nuevo unos cuantos escalones para hacer un poco de ruido al bajar, no sin antes limpiar cualquier rastro de desconcierto de mi rostro.
La incomodidad que sentí al entrar no era más que un resquicio de que estaban hablando cosas privadas, aun así intente hacer que la conversación fuera por otros rumbos, esperaría a que estuviera listo para decirme el mismo lo que había pasado. Estaba feliz porque no era nada de lo que había pensado anteriormente, pero debo admitir que me sentía un poquito decepcionada el que pensara que lo podía odiar.
El resto de la tarde paso normal, aunque no me podía sacar de la cabeza todo lo que había dicho Antuan sobre ser el responsable de todo, sabía que su hermano había muerto el mismo día de mi accidente, pero él nunca hablo de haberlo llevado al hospital esa noche.
Cuando llegue a casa no podía sacar de mi cabeza sus palabras “es por mi culpa que ella no puede vivir a plenitud”. Estuve apunto de preguntarle a que se refería pero me dio miedo. No quiero saber la verdad, no sé qué sería de nosotros si lo que me respondiera cambiara nuestra relación, no sabría vivir sin él.
Ya no.