Con P mayúscula

Capítulo 4


Cameron 

Dejo a Asher y Jase en el gimnasio con la excusa de que tengo que reunirme con el consejero. Es mentira, pero no necesitan saber eso. Los pasillos están vacíos mientras me dirijo al estudio de arte. Hailee tiene un período libre, lo que significa que sólo hay un lugar donde ella podría estar. Así que no es una sorpresa cuando la encuentro en uno de los salones más  pequeños. La  puerta está entreabierta y entro, cerrándola detrás de mí. Es un riesgo venir aquí, pero nadie se atrevería a cuestionarme. Y si alguien soltara la boca, haría girar el asunto a mi ventaja. Digamos que le estoy haciendo un favor a Jase, advirtiéndole que retroceda. 
Hailee está sentada a horcajadas sobre una silla, de espaldas a mí. Su cabello rubio oscuro está recogido en un moño desordenado, los mechones caen alrededor de su cara mientras pasa el pincel contra el lienzo en largos trazos furiosos. De vez en cuando, se detiene, inclinando la cabeza, revelando la delicada pendiente de su cuello. La camiseta holgada que lleva, sin duda  para proteger su ropa debajo, combinada con sus gafas negras con montura, no debería hacerla parecer tan atractiva. Pero lo hace. Se ve como para comérsela. 
Ella elige ese momento exacto para sacarse los audífonos que yo no había notado que llevaba puestos. Los hombros de Hailee se tensan como si me sintiera y mira por encima del hombro. 
—Vete. —Su voz es fría, sus ojos no mucho más cálidos cuando se clavan en los míos. Alzando mis manos en señal de rendición, digo—: Vengo en son de paz. 
—¿Me tomas por una estúpida de remate o qué? 
El veredicto estaba aún por decidirse. La forma en que ella había volteado la pequeña broma de Jason y Asher antes fue imprudente. Divertida como la mierda, pero temeraria de todos modos. 
—Estoy aquí para controlar el daño. 
—¿Control de daños? —Levanta la frente y Hailee levanta la pierna de la silla para ponerse de pie y mirarme—. No somos amigos. 
La forma en que levanta la barbilla al decirlo hace que mi polla se pare. Jesús, esta chica me vuelve loco. 
—No, no lo somos. —Pero hubo un momento en el que quería eso: ser su amigo. 
Joder, no debería haber venido aquí. Frotando una mano sobre mi cara, suelto un suspiro frustrado. 
—¿Qué quieres, Cameron? —Hailee cruza los brazos sobre el pecho y ladea la cadera hacia un lado—. Estoy ocupada. 
—Necesitas retroceder, Solecito —le digo, y sus ojos color miel brillan con desprecio. Maldita sea esta chica. Esta terca niña imprudente. No me había dado cuenta, pero había comenzado a moverme hacia ella como si me estuviera enrollando con un hilo invisible. 
—¿Cameron, qué estás…? —Traga saliva, mirándome mientras me detengo justo en frente de ella. El aire se mueve a nuestro alrededor, espeso y pesado. Siempre mantengo mi distancia de Hailee. Miro, pero nunca toco. Pero estando aquí con ella justo allí quiero tocarla. Joder, quiero tocarla. 
Sorprendiéndonos a ambos, extiendo la mano y le agarro un mechón de pelo entre mis dedos. 
—Tienes. Que. Retroceder —digo en voz baja a pesar de la advertencia entretejida en mis palabras—. Jase necesita enfocarse en el equipo, en la temporada; no necesita distraerse con tus 

juegos. 
Su mirada se ensancha, sus labios de color rosa suave se separan cuando contiene el aliento y aparta la mano. 
—¿Mis juegos? —Casi se atraganta con las palabras—. Jódete, Cameron. Sabes que todo es culpa suya. Siempre me ha odiado. Él empuja y empuja. Pero no me romperé. Nunca me romperé. 
Hailee tiembla, siento sus vibraciones. 
—¿Estás segura de eso? —Alzo una ceja hacia ella, avanzando más en su espacio, obligándola a retroceder. Sus piernas deben haber golpeado la silla porque tropieza. Mi mano vuela hacia su cintura, estabilizándola, y pequeños rayos de electricidad me atraviesan cuando nuestros ojos se encuentran. Hailee me mira con esos ojos abiertos de par en par nublados por la  confusión. Mierda. Ella también lo ha sentido. Lo sentí el lunes también, la mañana en que le había tomado el pelo por su camiseta. 
Esto es malo… realmente jodidamente malo. 
Sin embargo, no hago ningún movimiento para alejarme. Aléjate imbécil. 
—¿Cameron, qué demonios estás…? 
Bajo la cabeza, para estar cara a cara. Sus ojos arden de ira, pero no me pierdo la forma  en que su respiración se vuelve a recuperar. 
—Aléjate, Solecito. Con el tiempo, Jase se aburrirá si tú simplemente retrocedes. 
—He estado allí, hecho eso, y no funcionó —dice—. Dos palabras... Macauley Denver, 
¿recuerdas eso? 
¿Recordarlo? 
Había estado plagado de recuerdos por semanas. 
Ignorándola, le digo—: Uno de ustedes debe retroceder antes de que esto se ponga realmente feo y ambos sabemos que él no lo va a hacer. 
Jase juega con Hailee, pero todo es una mierda inofensiva. Claro, podría haber herido sus sentimientos de vez en cuando o sufrir la extraña vergüenza a manos de los chicos en la escuela, pero podría haber sido peor… mucho peor. 
Sin embargo, esta vez es diferente. La temporada pasada había sido dura para Jason. Las tensiones entre los Raiders y los Águilas de Rixon East eran más altas que nunca y estaban buscando sangre. Sabía que era probable que Hailee quedara atrapada en el fuego cruzado. Jason la usó como su propio saco de boxeo personal. Pero después de llamarlo antes en la cafetería… Hailee podría haber sido la bandera roja y Jase el toro. No dudaba que él ya estuviera planeando su venganza. Y, esta vez, no sería una broma infantil. 
Ella respira hondo y mis ojos se dirigen automáticamente a su boca. Cierro la distancia entre nosotros hasta que mis labios se ciernen sobre los de ella. 
—Última advertencia, Solecito —susurro, tan cerca que casi puedo saborearla—. Retrocede o no digas que no te lo advertí. 
Sus palmas se disparan, golpeando contra mi pecho y me tambaleo hacia atrás. 
—Jódete, Cameron. A la mierda con todos ustedes. 
—Hailee, vamos… 
No tenía la intención de usar su nombre, simplemente se me salió de los labios. Pero ella me interrumpe. 
—Vete. Vete antes de que grite y bien sabes que lo haré. Juro que lo haré. Puedes ser un Raider, pero no me importa. —Sus ojos se ven salvajes, perforando los míos con tanto  odio que mi estómago se hace nudos. Pero eso es algo bueno. Ella necesita odiarme. 
Con una sonrisa, comienza a retroceder. 

—No vengas a llorar cuando él te arruine. 
Su rostro palidece y sé que recuerda cada broma, cada vez que Jase fue tras ella. Antes de que pueda decirme algo más, me escabullo del estudio cerrando la puerta a mi espalda. 
Diciéndome a mí mismo que casi no la había besado. 

~~~ 

—Entonces, ¿qué dijo la señorita Hampstead? —Asher pregunta mientras nos reunimos fuera de clase. 
—Nada más quería checar de nuevo mis solicitudes universitarias. Jase se burla. 
—Como si ella no supiera exactamente a dónde te diriges. 
—Nada es un hecho —digo en voz baja mientras nos dirigimos al vestidor. 
—Irás a Penn conmigo. —Pronuncia las palabras sin dudarlo. Sin ni una pizca de duda. Como si ya fuera un trato hecho. 
Le doy una mirada dura. 
—Yo no soy el chico de oro de Rixon. La comisura de mi boca se levanta—. No hay garantía  de que los reclutadores me ofrezcan algo. 
—Van a venir —dice, interrumpiéndome—. Ya sabes que están interesados. 
—Sin embargo, necesito tener otras opciones. —Además, ni siquiera estoy seguro de sí recibiré la llamada o de que Penn sea lo que quiero. Es una escuela de Ivy League y Ivy League significa que es cara. Entonces, aunque tiene uno de los mejores programas de fútbol americano en el país, también han mostrado interés en mí Pittsburg y la universidad estatal de Michigan que probablemente vendrían de la mano con becas deportivas, hay mucho en qué pensar. 
—¿Qué pasa contigo? —Jase me examina mirándome sobre su hombro, mientras empuja la puerta con la espalda—. Has estado de mal humor toda la mañana. 
—Necesita acostarse con alguien —interviene Asher, arrojando su bolso al banco—. ¿Cuánto llevas, hombre, como un mes? 
—Vete a la mierda. —Me quito la camiseta y la hago bolita, lanzándosela. 
—¿Fiesta en mi casa esta noche? 
—Ya lo sabes. Pero no inviten a Khloe o al equipo de animadoras —dice Jase—. Es solo la primera semana del semestre y ya estoy harto de ellas. 
—¿Tal vez deberíamos invitar a Hailee? —Asher sonríe—. Para que conozca gente. Los ojos de Jase se abren, sus fosas nasales se dilatan. 
—En serio, me vas a hablar de ella. ¿Ahora, quieres que alguien termine en urgencias? Asher le da una palmada en la espalda. 
—Llámalo motivación. El entrenador dijo que necesitabas traer tu mejor juego esta temporada. 
—Siempre traigo mi mejor juego, hijo de puta. 
—Bueno, entonces puedes traer tu súper mejor juego. 
—¿Escuché a alguien decir fiesta? —Joel asoma la cabeza por las jaulas de los casilleros. 
—Sí, en mi casa esta noche. Corre la voz. Pero no a las porristas. Sin embargo, invita al equipo de gimnasia, esas chicas son tan flexibles como un resorte. —Asher sonríe—. Oye, Cam, 
¿tal vez puedes acostarte con Miley? 
—Quizás lo haga. —Sonrío. Miley no es una acosadora de etapa cinco como la mayoría de las chicas de Rixon. 
—¿Ustedes tres se van a quedar sentados todo el día como si fueran niñitas? —El entrenador aparece en la puerta—. ¿O vamos a entrenar? 

Nos apresuramos a ponernos las hombreras y los tacos y salimos por la puerta al campo de fútbol. 
—Vengan aquí —el entrenador retumba, y nos movemos para formar dos semicírculos a su alrededor, la primera fila se pone de rodillas—. Está bien, silencio, silencio. 
Poco a poco todos nos quedamos en silencio. 
—Ha sido una buena semana. Han entrado en el semestre con la dedicación y la motivación que espero. Jason. —Se dirige a mi mejor amigo y nuestro capitán—. Te ves bien, hijo. ¿Estás  listo para llevar a tu equipo hasta el final esta temporada? 
—Sí, señor. 
—Lo siento. —El entrenador Hasson tuerce la cara y ahueca la oreja—. No te escuché. 
—Dije, SÍ, SEÑOR —grita Jase, su voz transmitiéndose a través del campo. 
—Eso se escuchó mejor, hijo. El año pasado fue duro. —El hace una mueca—. Sabíamos que Rixon East vendría por nosotros con todo lo que tenían, y lo hicieron. Deberíamos haber estado yendo a ese partido por el campeonato. Pero este año, el estatal es nuestro. Ahora reúnanse. 
Rodeamos al entrenador, hombro con hombro,  hasta  que se desliza en la formación, sosteniendo el puño en el aire. Le siguen treinta y cinco puños, luego los de Asher y luego los míos. Finalmente, Jase levanta el puño y dice—: Raiders en tres. Uno dos… 
Nuestro grito de batalla llena el aire, la onda de energía palpable. No hay nada más eléctrico, más gratificante, que estar al lado de tus compañeros de equipo, tu familia, listos para una nueva temporada. Todos lo sentimos: la anticipación, el indicio de lo que vendrá. Tuvimos mala suerte el año pasado, perdiendo una oportunidad en el Campeonato Estatal ante Rixon East. El único consuelo fue que esos hijos de puta sufrieron una aplastante derrota contra Fieldson Hills. 
Este año, sin embargo, este año es nuestro. Jase está consumido con la idea de ganar, de ser el mejor, de obtener su anillo de campeonato antes de graduarnos. Y nada ni nadie se interpondría en su camino. Jason Ford derribará a cualquiera que se atreva a tratar de detenerlo, y no puedo evitar preguntarme si eso se extiende a mí. Su mejor amigo. Su hermano; tal vez no en sangre, pero en todas las formas que cuentan. 
Todos sabemos que el deporte significa sacrificio. Significa mañanas duras en el gimnasio y largos días en el campo. Significa poner todo lo demás detrás del juego: familia, chicas, clases, a pesar de que el director Finnigan tendrá algo que decir al respecto. Si quieres ser el mejor, tienes que darlo todo. Cualquier cosa menos no es una opción. Tienes que vivir, comer y respirar hasta desangrar los colores de tu equipo. Pero todo valdrá la pena al final. Cuando llegue la llamada, todo valdrá la pena. 
¿No es así? 
 



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En el texto hay: problemas, amor, futbol

Editado: 13.12.2020

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