Por @BellaBaumen
Finalmente llegó el gran día. Mis amigos me acompañaron al aeropuerto de la Ciudad de México y yo estaba lista con mi maleta. Los fríos no eran tan intensos en mi ciudad, por lo que elegí llevar mi abrigo en el brazo. Tenía puestos mis tenis para descansar, pantalones de mezclilla, una blusa blanca de cuello alto y blaizer negro. Con mi cabello negro, largo y suelto, y mis gafas de sol sujetando mi cabello, sentía que me veía muy cool para mi vuelo.
Llegó el momento de saber si se trataba de un premio verdadero o una estafa. Presenté mis boletos en la recepción correspondiente, y fueron recibidos con éxito así que todo iba genial y confiable. Por lo menos ya volaría gratis y en primera clase a NY.
Aún tenía una hora para entrar a mi vuelo, así que fui a tomar un café con mis amigos. Dejé mi equipaje en el lugar adecuado, y luego fuimos al área de comida.
—¡Gracias por el café y por acompañarme, chicos! ¿Ya vieron que no se trataba de una estafa como todos creían? —recordé, para hacerlos recapacitar.
—¡Todavía no! ¡Hasta que ya te tengan en territorio ajeno e indefensa, sin dinero, sin conocer a nadie! —replicó Alexander.
—¡Estaré bien! No soy la primera chica que viaja sola… Además, siempre me estaré comunicando con ustedes. —confirmé tranquila.
—¿Y a qué hora tienes que estar allá adentro? —preguntó Debbie.
—Me dijeron que 20 minutos antes… pero quiero estar 30 minutos antes… o sea, que ya mero me voy… ¡Deseenme suerte chicos! —les dije, mientras los abrazaba desde mi lugar.
Nos despedimos muchas veces.. quien mucho se despide, pocas ganas tiene de irse…
Pero, en verdad sentía que algo me decía que los extrañaría mucho… Pero entre tanta despedida, el tiempo se me fue de las manos y por poco se me pasa el tiempo…
—Bella, no es que te presione, pero ya solo faltan 20 minutos ―advirtió Debbie.
—¡No puede ser! ¿Tan rápido? Bueno, ¡Adiós! ¡Adiós! ¡Los quiero! —Y me alejé de ellos, despidiéndome con la mano.
Entonces tomé mi bolso de mano y me fui corriendo al área de seguridad. Afortunadamente había muy pocas personas, por lo que pude pasar a tiempo. Con lo que me tomó hallar mi salida, llegué 10 minutos antes del vuelo, pero ya estaba la gente formada.
Casi de inmediato comenzaron a vocear que las personas de primera clase de la salida correspondiente a la mía, debíamos formarnos en una fila especial, y solo éramos 10 personas. Me parecía increíble a comparación de todas las personas que estaban formadas para la clase comercial.
Mientras estaba ahí, siendo la última en la fila, me di cuenta de que todas las personas de mi fila iban elegantemente vestidas. Traían trajes con tejidos finos, portafolios de piel, y una señora tenía incluso una estola de pelaje… Sus relojes eran de la mejor marca conocida, y las damas iban pulcramente peinadas y maquilladas, portando radiantes joyas de oro y diamantes… En cambio yo, ni siquiera me había maquillado o peinado… Y yo que estaba sintiéndome “cool'' con mi outfit casual…
Pensé que tal vez mi abrigo negro podría ponerme más al nivel, pero…
—¿Y mi abrigo? ¡Oh no! ¿Dónde está? ¿Dónde lo podré haber dejado? ¿Se habrá quedado en seguridad? Ya no puedo ir a preguntar, ya vamos a ingresar… ¡Rayos! ¡Ya lo perdí!... ¡Ojalá no haga tanto frío allá! —exclamé para mí misma.
Empezamos a entrar uno por uno, revisaron nuestros bolsos y portafolios y nos hicieron algunas preguntas de inmigración, como cuál era el hotel donde nos quedaríamos y el motivo de nuestro viaje. Por supuesto, cuando les dije que se trataba de un premio, me felicitaron y me dejaron entrar sin problemas. Después nos pasaron por un largo pasillo que nos conducía directamente a la puerta del avión.
Dentro del avión, los asientos tenían suficiente espacio para estirar las piernas, pantalla individual para ver películas o escuchar música. Aunque sí podrías tener un vecino de al lado, tuve la fortuna de que nadie se sentara conmigo. Me sirvieron comida con postre y un vaso de vino. No estuvo mal para las cerca de cuatro horas de vuelo: relajándome, mirando el cielo, y disfrutando del último álbum de Andrés Botticelli, desde luego.
Finalmente llegamos al destino. Seguimos todo el proceso rutinario de cualquier vuelo en el extranjero y al llegar a la sala de llegadas, alguien tenía un letrero con mi nombre y el logotipo de la organización de los sorteos. Eran dos personas, una mujer del staff y un chofer.
Parecían personas confiables. Ambos tenían un uniforme, y no sentí que fueran estafadores o secuestradores. Sin embargo, avisé de inmediato a todos, por medio de un mensaje, que ya había llegado al destino y activé mi ubicación para que me siguieran.
Después me presenté con estas personas.
—¡Hey! Yo soy Bella, la persona que ustedes están esperando…
—Bienvenida señorita Bella. Queremos felicitarla por ser la ganadora de este premio. Yo estaré al tanto de usted, y puede llamarme cuando usted guste para cualquier problema o duda que tenga. Ahora la llevaremos a su hotel —dijo la señorita del staff.
Me entregó una tarjeta con su nombre y su teléfono, a la cuál le tomé foto con mi celular y se la mandé a mi grupo en What’sUp!, nuestra app de mensajes instantáneos.
—Bienvenida señorita Bella y felicidades. Yo seré su chofer y la llevaré a todos los puntos programados en su itinerario —dijo amablemente el chofer, inclinándose al saludar.
—¡Muchas gracias a ustedes por darme esta maravillosa experiencia! —respondí muy emocionada.
—Es muy amable. Si está lista, podemos subir a la limusina Y ya sabe, está incluido cualquier alimento o bebida que desee tomar en la limusina, concierto, fiesta u hotel —agregó la señorita del staff.