El amor siempre fue visto muy lejano desde mis ojos, nunca pensé tener la oportunidad de enamorarme, de que alguien me ame a mí, por completo, por lo que soy.
Hasta que él llegó a mi vida y me dejó hechizada con su preciosa sonrisa, su presencia encantadora me cautivó hasta el punto de enamorarme.
Varios encuentros inesperados y uno que otro beso robado nos dejó en una situación comprometedora cuando mi madre nos encontró en aquel lugar apartado de todos, tan solitos y abrazados.
Fui golpeada, insultada y denigrada por todos aquellos malditos fanáticos religiosos que se enteraron, juzgándome por amar a alguien con un pasado como el suyo; pero no desistí, seguí viendome con él en los momentos que mi madre iba fuera de la ciudad, porque aunque todos me hicieron a un lado, él fue el único que no me abandonó y me demostró que de verdad me amaba.
Y cuando hay amor, los prejuicios no existen. O al menos no para nosotros.
Editado: 27.01.2024