Nos quedamos asi por un largo rato el sin parar de llorar y yo también mis lagrimas que delataban
Hasta que solo era su respiración su pecho bajo mi brazo que lo envolvía subía y bajaba.
Cerré mis ojos dejándome sumir en el sueño.
El sonido de una guitarra me hizo despertar, al abrir mis ojos me tope con Emeric tocando la guitarra pero con vagas energías.
Me percate que estaba debajo de las sabanas y no tenía puestos mis zapatos. Giré por la cama de él y vi por la ventana el atardecer.
—No fuimos al instituto —dije conectando otra vez con la realidad.
Volví a mirar a Emeric que estaba triste pasando los dedos por las cuerdas de la guitarra.
—Haces ruidos extraños cuando duermes —abrí mis ojos sorprendida.
Estaba a punto de hablar pero mi teléfono sonó.
—Elise ¿Dónde te metiste?
—Yo... —mire a mi alrededor topándome con un Emeric sentado mirando hacia afuera— me quede con Emeric.
—¡¿Qué?! —Marion se escuchó desde el otro lado— ¡Pásame ese teléfono Lilian!
Aleje el teléfono de mi oreja por los gritos de Marion.
—¿No vendrás con nosotros? —pregunto Lilian.
—No estoy ocupada… si no se preocupen por mi… adiós las quiero ¡Disfruten!
—Cuídate y llámanos.
Colgué la llamada y justo en ese momento llamaron a la puerta. Me puse de pie para encontrarme con Tolly.
—Les traje algo para comer —dijo ella con una sonrisa.
—No quiero comer —las dos miramos a Emeric con su rostro que aun lucia cansado.
Mire a Tolly que se quedó inmóvil con la bandeja en sus manos. Negue con mi cabeza y tome la bandeja con mis manos.
Ella se fue y yo me acerque a Emeric dejando la bandeja en la mesita.
—¿Por qué no te vas con tus amiguitas y me dejas en paz? —ignore lo que me dijo y tome un croissant.
—Deberías dejar de ser tan grosero —dije dándole un mordisco al croissant— la vida es una y hay que vivirla.
El soltó un suspiro dejando la guitarra a un lado.
—Es gracioso escuchar eso salir de tu boca —levante una ceja y lo mire el había tomado otro croissant.
Una jarra de jugo de arándanos que casi nos bebimos todos.
—Tienes un hermoso jardín —dije al ver los arbustos y las diversas flores de colores.
—Es lo único que puede hacer mi madre bien —lo mire y tenía su ceño fruncido.
El gran árbol estaba allí con su gran copa voluminosa.
—Recuerdo cuando jugábamos aquí…
—¿Por qué insistes en hablar del pasado? —el también miraba hacia el mismo lugar que yo.
Hice silencio pensando que si lo que estaba por decir era adecuado al momento.
—Es que no recuerdo el momento en el que dejamos de ser amigos… —gire mi cabeza para observarlo— siempre pienso en el ahora y en el futuro pero trato de buscar alguna respuesta con hechos del pasado.
No quería otra vez entrar en ese ambiente de incomodidad asi que me puse de pie y me acerqué al toca disco.
—¿Qué haces? —el me miro y yo solo me reí.
—No hay nada mejor que bailar para dejar ir cualquier energía —dije encendiendo el tocadiscos.
Una dulce melodía empezó a salir sonreí y me pare en frente de el, ya no había sol y de a poco el cielo comenzaba a tornarse oscuro.
Extendí mi mano hacia el sin dejar de sonreír.
—¿Qué haces? No seas ridícula Elise —dijo el mirando hacia otro lado.
<< No vas a negarme una pieza de baile Emeric Fortier >>
Tome su mano y el al principio se rehusó pero luego de mala manera se puso de pie. La música que se estaba reproduciendo estaba movida entonces tome sus dos manos.
—¡Baila pareces un tronco! —dije tomando su otra mano.
—¿Cómo dices que dijiste? ¿Me acabas de llamar tronco? Mira y aprende —el se puso en posición y empezó a bailar.
Sus ridículos pasos de bailes me hacían reír y a la vez me causaban ternura, pero mas gracia que otra cosa. Los dos bailamos tratando de seguir el ritmo de la canción.
No podíamos dejar de movernos de repente la felicidad había inundado aquella triste y vacía habitación.
Hasta que la canción cambio y vino una melodía más lenta. El tenía mis manos entre las suyas por un momento hizo contacto visual conmigo.
Solté sus manos para apoyarlas sobre sus hombros sentí sus manos posarse sobre mi cintura a ahora era un ritmo tan lento.
Que solo era la melodía y nuestros cuerpos moviéndose por si solos. Mi corazón empezó a latir con nerviosismo y ahora sentía que me estaba poniendo nerviosa por esa cercanía.
Apoye mi cabeza sobre su hombro y las palabras salieron desde lo más profundo de mi corazón.
—No me importa las veces que me rechaces solo se que siempre estaré para ti sin importar nada… —sentí que mis lagrimas iban a salir en cualquier momento— jamás te juzgare y sé que nunca te fallaría. Me importas mucho Emeric… y lo de Zeus me dolió tanto como a ti.
Fue en ese momento donde se detuvo para esconder su rostro en mi cuello.
—Me duele verte así pero está bien si quieres no diré nada… pero no me pidas que te deje solo porque no lo hare —ahora el me abrazaba con más fuerzas.
—No te vayas… —dijo a lo que yo lo envolví aún más con mis brazos.
Aquel abrazo lleno de emociones su perfume ese rico aroma que no me cansaría de oler.
Luego de unos minutos más en esa misma posición el se reincorporo.
—Me veo patético —dijo evitándome mirar a la cara.
Negue con mi cabeza y sonreí para pasar una de mis manos por su mejilla.
—Te ves más tonto pretendiendo que eres un genio en biología —el sonrió y levanto una ceja.
—¿Quieres discutir? —me reí y negué con mi cabeza.
Nos volvimos a sentar sobre su cama y tome el iPad entre mis manos.
—Al menos termine mi tarea… aprovechare para ver mi serie favorita —dije buscando en Netflix.
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Editado: 22.07.2024